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jueves, 12 de mayo de 2011

El ex chófer de Neruda afirma que el poeta fue asesinado por Pinochet


La semana que viene se exhuman los restos de Salvador Allende, el ex presidente de Chile que murió en el Palacio de La Moneda, el mismo día que el ejército chileno, con Augusto Pinochet a la cabeza, daba un golpe de estado. El calendario marcaba 11 de septiembre de 1973.

Pocos días después, el 19 de septiembre de 1973, el poeta con más renombre del país andino, Pablo Neruda, era trasladado en ambulancia desde su casa de Isla Negra, una población situada a unos pocos kilómetros al sur de Valparaíso, hasta la Clínica Santa María de Santiago. Afectado de cáncer a la próstata, la salud del poeta se había agravado tras el golpe militar.

Ayuda del embajador de México

Pablo Neruda sufrió en su hogar una serie de allanamientos, por lo que el embajador de México en Chile reservó al poeta una pieza en la Clínica Santa María. “Iban a la clínica no porque estuviera grave, sino porque el día 24 salía el avión que había dispuesto el presidente de México, Luis Echeverría, para salvar la vida de Neruda”, manifiesta el chofer del poeta.

En la ambulancia lo acompañaba su mujer, Matilde Urrutia. Justo detrás lo seguía un Fiat 125 blanco, conducido por su chófer, Manuel Araya. Cinco días después, el 23 de septiembre, Pablo Neruda moría, según los médicos, debido a su cáncer. Ahora, casi 40 años después, el conductor del Premio Nobel de Literatura, Manuel Araya, afirma que Pablo Neruda fue asesinado por agentes del régimen militar. Así lo ha asegurado en una entrevista publicada por la revista mexicana ‘Proceso’.

Según el conductor del literato, que narra su versión de los hechos en un vídeo, el poeta se encontraba bien e iba a exiliarse en México el 24 de septiembre, un día después de que muriera. Sin embargo, Araya cree que el escritor habría recibido una inyección letal en el estómago. El ex conductor asegura además que Matilde Urrutia no habría querido iniciar acciones legales, por temor a perder sus bienes.

Distintas versiones

“Yo lo único que pido es que esclarezcamos la verdad. La verdad para mí, Neruda, no murió de muerte natural. Neruda murió inyectado. Se lo inyectó un médico de la propia clínica. Neruda nos mandó ir a por las pertenencias que tenía. Teníamos todo preparado para partir el 24 a las 10 de la mañana” manifiesta Manuel Araya.

“Como a las cuatro de la tarde entró un médico a la habitación y lo inyectó. Fuimos a por las pertenencias y cuando llegamos a la clínica Neruda tenía como una mancha rojiza en el estómago. Entré al baño, a mojarme la cara, y llega un médico y me manda a comprar un remedio, Lobotan”, comenta.

El ex conductor asegura, además, que fue detenido por la policía: “Yo salgo a comprar el remedio y me detuvieron. Cuando desperté estaba en el estadio nacional. La coincidencia, a mi me detuvieron como a las diez para las siete de la tarde y Neruda muere a las diez de la noche. Y esa es la duda que yo tengo hasta hoy. Quiero que algún día, lo vamos a aclarar, antes de morir”.

La versión de Araya no concuerda con la de amigos y biógrafos del poeta, desde Hernán Loyola a David Schidlowsky. Darío Oses, jefe de la biblioteca de la Fundación Neruda, apunta que murió producto del cáncer. Jaime Quezada, director de los talleres de poesía de la fundación, tampoco da crédito al chófer. “Yo le entregué unos papeles a la fundación pero no pasó nada. Además de su propio mal, Neruda estaba anímicamente muy afectado y eso debe haber influido en su muerte”.

Ahora, el periodista Francisco Marín, corresponsal de la revista ‘Proceso’ en Chile, y Manuel Araya, ex conductor de Pablo Neruda, exigen que, como los restos del ex presidente Salvador Allende, el cuerpo del poeta debe ser exhumado, para así, de una vez por todas, conocer la verdad.

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