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martes, 1 de febrero de 2011

Manual de rehabilitación para maltratadores

¿Las personas pueden cambiar? Marisol Lila, profesora de Psicología Social de la Universidad de Valencia, cree que sí. "Si no pensáramos que la gente puede cambiar, los maltratadores no podrían rehabilitarse", asevera a ELMUNDO.es

Esta especialista basa sus conclusiones en los resultados obtenidos con 300 condenados por violencia de género que han pasado por el programa de intervención para maltratadores 'Contexto', que ella misma dirige y cuya trayectoria acaba de plasmarse en el 'Manual de intervención para maltratadores', presentado en el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.

Asegura que tan sólo 1% de ellos ha vuelto a ser condenado por un caso de maltrato. "Sabemos que no es un indicador de éxito, porque puede seguir existiendo violencia doméstica y que la mujer no denuncie, pero de momento no tenemos otros indicadores".

La Ley Integral de Violencia de Género especifica que los agresores condenados por malos tratos, que no tienen que cumplir pena de cárcel, pasen a programas de intervención que se desarrollan fuera de las prisiones. "Precisamente, el Programa Contexto surge en el año 2006, tras un acuerdo con Instituciones Penitenciarias, y está destinado no sólo a la intervención con los maltratadores, si no que también es una plataforma para la investigación y la formación".

La importancia del entorno

Para Marisol Lila, "la diferencia de nuestro programa respecto a otros que se vienen aplicando en el mundo es que casi ninguno tiene en cuenta el entorno social o el contexto. Normalmente, todos están dirigidos bien a cambiar los conceptos de rol de género (igualdad entre hombres y mujeres) bien a terapias cognitivas conductuales para modificar el comportamiento del agresor".

Como ella misma añade, "además de los dos aspectos anteriores, creemos que es fundamental el contexto (teoría ecológica), por el hecho de que la agresión se siga tolerando desde el entorno social inmediato del penado. Identificamos sus redes de apoyo, las evaluamos y comprobamos que efectivamente buena parte están muy aislados".

Para que el programa funcione es necesaria la entrevista motivacional. "La mayoría de los condenados acude pensando que ellos son las víctimas de su mujer, de la justicia, de la sociedad... No tienen conciencia de la necesidad de cambio ni creen que hayan hecho nada malo. Por eso, es importante que se dé el primer paso, que reconozcan lo que han hecho, para que luego puedan modificar su actitud", insiste la directora de Programa Contexto.

Un programa de un año

Posteriormente, ya 'asumida la culpa', en grupos de 10 a 12 acuden a la Universidad de Valencia una vez por semana durante un año. El programa consta de tres fases: evaluación, intervención y seguimiento.

"Hemos comprobado que la mayoría se queja cuando acaba, quieren seguir viniendo y están contentos con el cambio. Durante su ejecución pueden hablar con otros que están en su misma situación y se les reconoce cuando admiten su culpa, lo que son y lo que han hecho".

No todos pueden acceder a este tipo de ayudas. "La presencia de trastornos de la personalidad o psicopatologías graves, adicción al alcohol u otras sustancias, o la conducta agresiva o que pueda poner en peligro la integridad física del personal o de los compañeros son criterios de exclusión", asevera la profesora Lila.

Siete módulos componen el programa. Desde el conocimiento del grupo y las normas de relación, pasando por el concepto, tipos y ciclo de violencia, además de la asunción de la responsabilidad y mecanismos de defensa. En el tercer módulo, por ejemplo, se tratan las estrategias de cambio, se configura el autoconcepto y autoestima, además de establecer lo que es, por ejemplo, la ira, los celos o el amor.

De ahí se pasa a las variables interpersonales con la pareja o los hijos para concluir con las variables situacionales (redes sociales y contexto social) y las socioculturales (roles, estereotipos y desigualdades de género).

Por último, se revisan las estrategias y se previenen las recaídas. Y se culmina con el seguimiento presencial y telefónico entre los tres y los 18 meses posteriores a la terapia.

Marisol Lila reconoce que hacen falta más recursos "para hacer frente a esta problemática social que está atenazando la seguridad de las mujeres". Pero sus estadísticas son favorables. Insiste en que hay que seguir trabajando.

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