¿Dónde queda ese momento en nuestro caso? Varios hombres de negocios palestinos debatieron la posibilidad de unirse a la lucha popular que se desarrolla en las aldeas próximas a Ramallah en contra del muro de separación. Eso fue antes de los levantamientos de Túnez y Egipto. Según me contó un participante en el debate, los hombres de negocios llegaron a la conclusión de que no pueden permitirse participar en ese tipo de actividades porque al día siguiente "Beit El" (el apodo de la Administración Civil [israelí de ocupación], cuya base se encuentra cerca de la colonia judía del mismo nombre) les revocaría todos los pases especiales que hacen posible que sus empresas existan. Las experiencias de otras personas que han vivido circunstancias similares (por ejemplo, altos funcionarios de Fatah que se dignaron a participar en alguna que otra manifestación y a los que los israelíes revocaron sus pases VIP) son suficientes para crear el miedo.
Una maquinaria de represión no depende exclusivamente de las armas y de la tortura practicada en las celdas. Como demostraron los regímenes del bloque soviético, la burocracia es fundamental para el sistema. Lo mismo es cierto en nuestro caso: lejos de las barreras de transparencia propias de una sociedad democrática digna de ese nombre, Israel ha creado una burocracia compleja e invisible que controla completamente la libertad de movimientos de los palestinos y, por consiguiente, su libertad de trabajar, de buscar sustento y de estudiar, su libertad de enamorarse y de fundar una familia, de organizarse, más otras libertades básicas.
Cualquier régimen que no respeta esas libertades es automáticamente clasificado como "tiránico". Nosotros hemos escapado a esta clasificación porque en nuestro caso se trata de una tiranía colectiva perpetrada por israelíes judíos (los beneficiarios del sistema) sobre palestinos. Los representantes de esta tiranía colectiva, que atenta sistemáticamente contra la santidad de la propiedad del otro y que lo discrimina, son admirados oficiales del ejército, funcionarios del Ministerio de Defensa, arquitectos, contratistas y otros. Pero la libertad no entiende de categorías: hay un pueblo entero al que todavía se la está negando.
La maquinaria represiva de fabricación israelí ha aprendido a urdir una red de protección que ha adoptado la forma de la Autoridad Palestina. Ella hace todo lo que puede para no alterar el orden de las cosas, de modo que no se prenderá ninguna cerilla que haga estallar el espejismo de prosperidad económica y la construcción de instituciones nacionales.
El piquete de protesta organizado a través de Facebook el pasado domingo frente a la oficina de representación egipcia de Ramallah fue disuelto por las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina. El joven que lo convocó fue localizado, detenido y sometido a prolongados interrogatorios. También el régimen de Hamas le tiene miedo a las cerillas. Unas 25 personas que se organizaron a través de Facebook se plantaron el lunes en la del Plaza Soldado Desconocido de Gaza para expresar su apoyo al pueblo egipcio. También a ellos los atacaron con gran celo los agentes de seguridad. Seis mujeres fueron detenidas.
Tarde o temprano las redes de protección que la tiranía israelí ha ido tejiendo con incomparable destreza se romperán. ¿Se echarán entonces las masas a la calle, atravesarán barreras y retenes, marcharán a Sheikh Jarrah, Silwan y Psagot, como mi colegas Akiva Eldar y Aluf Benn han predicho?
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