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sábado, 22 de enero de 2011

Los ciberladrones roban hasta el CO2


¿Se puede robar el aire? Casi. El mercado de emisiones de CO2 de toda la UE permanece cerrado desde el miércoles tras una serie de ciberataques para apoderarse de los permisos para contaminar con los que comercian las industrias europeas.

Se han detectado robos en Austria, República Checa, Grecia, Polonia y Estonia.

El fin de semana, Austria fue el primer país en detectar un acceso ilícito a cuentas de su sistema, un invento europeo para luchar contra el cambio climático. Después, el asalto se repitió en República Checa, Grecia, Polonia y Estonia. Si bien sólo se ha detectado el robo en estos países, la UE ha optado por un cierre completo, porque puede haber acceso de uno a otro registro, según explica una portavoz de la Comisión Europea. "No ha sido un sabotaje, es un robo", asegura. Los ladrones se quedaron con, al menos, dos millones de derechos de emisión (cada uno equivale a una tonelada de CO2), que valen unos 28 millones de euros a precio de mercado actual.

Escasas medidas de seguridad

Y no es la primera vez que el mercado electrónico de emisiones es víctima de ciberrobos. De hecho, la Comisión propuso el año pasado nuevas medidas de seguridad tras detectar la presencia de entradas ilícitas en los registros nacionales. Las medidas de seguridad dependen de los Gobiernos de los Veintisiete, que hasta ahora se han mostrado perezosos en reforzar sus sistemas por los costes extra, aunque la Comisión sostiene que unos miles de euros les ahorrarían fraudes de millones.

Catorce países aún no han adaptado su tecnología. La Comisión sólo ha reconocido que Alemania no está entre ellos y, de hecho, Berlín ha logrado repeler varios ataques parecidos.

En principio, el mercado europeo seguirá cerrado una semana más, aunque los checos y los austriacos sólo han anunciado que los suyos están bloqueados "de manera indefinida".

El europeo es el sistema más grande de este tipo en todo el mundo y el año pasado movió cerca de 90.000 millones. Suele ser objeto de críticas de todas las partes implicadas, ya que las industrias se quejan de tener que comprar los derechos mientras sus competidoras en China o India no lo hacen mientras los ecologistas aseguran que el precio del CO2 está demasiado bajo como para que su comercio reduzca significativamente las emisiones industriales.

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