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martes, 16 de noviembre de 2010

Salud mental 'Homo Adictus'

El argumento de partida es sencillo: Si a un español le pones un par de ruedas entre las piernas, con o sin motor, tienes una p<0.05>molesta y reconcome.

Es lógico, la envidia no es sólo un vicio individual, también tiene expresiones grupales, nacionales e internacionales. Pongamos el ejemplo del ciclismo moderno de elite: los españoles ganamos 11 a 0 a los franceses, por eso hay muchos que aseguran que eso de debe a que aquí nos dopamos sistemáticamente y, desde luego, mucho más que en otros países.

Pero la verdad es que doping y deporte son dos variables que ni hemos inventado ni reunido aquí, ni tampoco es sólo un triste patrimonio de la deportiva humanidad posmoderna. ¿Quién no se dopa de una u otra manera… para mejorar el rendimiento, para divertirse, para relacionarse… con café, tabaco, alcohol, vitaminas, chocolate, alimentos, pulseras, naturismos diversos, anfetas, 'coca'…?

Y es que la mayoría de los seres humanos pertenecemos a la subespecie 'Homo Adictus'. Uno de los más famosos y actuales es, según dicen, el ciclista Alberto Contador, cuya admirable maquinaria física debe ser tan afinada y sensible que es capaz de percibir el efecto de unos pocos picogramos de una sustancia mínimamente dopante.

No hay ningún científico sensato y experto que defienda que eso hace que uno suba el Tourmalet como una bala. Pero, en fin, esa es harina de otro blog, aunque me temo que de seguir así el pobre Contador va a acabar necesitando de mi ayuda.

En realidad, lo que me preocupa es que haya sociedades, grupos, empresas, entrenadores, representantes, asesores… que hagan del doping un negocio rampante. Sobre todo ciertos médicos, por lo que me toca profesionalmente, que no merecen practicar esta honrosa profesión.

Algo se del tema, por mi afición personal al deporte y en concreto al ciclismo, y les aseguro que detrás de muchos de estos casos solo hay una vergonzosa ansia de lucro. Son muy listos, saben que los humanos somos adictos por naturaleza, y que cuando nos encontramos en una situación límite, ante una exigencia sobrehumana, somos hipersensibles, sugestionables, y cualquier pequeño estímulo o ayuda nos fortalece ante el reto, nos da seguridad, tranquilidad, sensación de autocontrol, y esa es una droga realmente eficaz, posiblemente la mejor, pero, ¡ojo!, esa droga solo funciona si el que la recibe está preparado, entrenado, capacitado.

Con ella no se suben puertos, ni se corre más, sólo sirve para que aprovechemos al máximo las propias potencialidades. Bien usada esa forma de doping, si es saludable, solo que no vale administrarla con subterfugios, engaños, mentiras, estafas o fines lucrativos.

En fin, los profesionales del deporte de las ruedas entre las piernas se juegan la vida de verdad, sus esfuerzos y retos son casi siempre sobrehumanos, y no merecen que nadie, ni autoridades, ni periodistas, ni médicos, ni delincuentes estafadores, jueguen con sus vidas ¿verdad que no?

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