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jueves, 12 de agosto de 2010

El récord del paro juvenil amenaza con crear 'una generación perdida'

El desempleo juvenil alcanzó niveles históricos a causa de la crisis económica global, con 81 millones de personas sin trabajo entre 15 y 24 años, lo que supone el riesgo de que se cree una 'generación perdida'.

Así lo muestran los datos publicados por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que cifra en el 13% la tasa mundial de desempleo juvenil en 2009 con la perspectiva de que aumente este año.

"Los jóvenes ya no saben dónde ni cómo buscar empleo", dijo Steven Kapsos, economista de la 'Unidad de Tendencias de Empleo' de la OIT en Ginebra, donde se presentó el informe sobre Tendencias Mundiales del Empleo Juvenil 2010 con ocasión del lanzamiento del Año Internacional de la Juventud de Naciones Unidas.

Según el informe, de los 620 millones de jóvenes económicamente activos en el mundo entre 15 y 24 años, 81 millones estaban desempleados a finales de 2009, el número más alto de la historia.

En porcentaje, el desempleo juvenil aumentó de 11,9% en 2007 a 13% en 2009, y la OIT prevé una subida de hasta el 13,1% para finales de año. Los agoreros pronósticos no mejorarán hasta el 2011, año en que se espera que el paro juvenil descienda al 12,7%, una tasa todavía más sensible que la que registrará el desempleo entre adultos.

Además, dentro de este grupo son las mujeres quienes afrontan más dificultades a la hora de encontrar empleo; en 2009, la tasa de desempleo juvenil femenina fue del 13,2%, en contraste con el 12,9% entre los hombres.

Más riesgos sociales

El desalentador escenario hace que ya se hable de la "generación perdida", que denomina al "grupo de jóvenes desanimado que, después de una larga y frustrada búsqueda de empleo, se excluye del mundo laboral", explicó Sara Elder, economista de la OIT.

Estas tendencias acarrearán "importantes consecuencias para los jóvenes a medida que nuevos candidatos que ingresan al mercado laboral se sumen a las filas de los desempleados", señala el informe.

En suma, un legado de la crisis mundial que se percibe en las economías desarrolladas, y en algunas emergentes, en términos de aumento del desempleo y de riesgos sociales asociados con la inactividad prolongada.

Según el estudio, en las economías en desarrollo -donde vive el 90% de los jóvenes- la juventud es más vulnerable al desempleo y la pobreza, por lo que la crisis se traduce en menor cantidad de horas trabajadas y en reducción de salarios para los pocos que pueden mantener un empleo formal.

"Los jóvenes de los países en desarrollo se emplean en actividades poco o nada remuneradas y se hacen cada vez más vulnerables", destacó Elder. En consecuencia, 152 millones de jóvenes -cerca del 28% de todos los jóvenes trabajadores en el mundo- trabajaron en 2008 pero permanecieron en la pobreza extrema al disponer de menos de 1,25 dólares al día. "El resultado es que el círculo de la pobreza laboral persistirá, al menos, otra generación", dijo Kapsos.

Por su parte, la Unión Europea registró un aumento del 4,6% del desempleo juvenil en 2009, su mayor subida de la historia, y especialmente acentuada en países como España y Reino Unido, donde la crisis golpeó de forma especial al sector juvenil.

Mientras para casi todas las regiones se prevén leves mejorías en 2011, la OIT calcula que las tasas de desempleo continúen subiendo en Oriente Medio y en África del Norte.

Educación e inserción laboral

A pesar de que "no existen recetas inequívocas" para superar este problema, afirmó Elder, la OIT recomienda a los gobiernos que no dejen de invertir en educación y que generen políticas de inserción laboral para los jóvenes.

En vistas a superar este bache laboral, la OIT exhortó a los gobiernos "aprovechar" la crisis para evaluar las estrategias que hagan frente a la desventaja laboral de los jóvenes, así como impulsar programas que combinen políticas educativas y laborales.

"Los jóvenes son el motor del desarrollo económico, desaprovechar este potencial es un desperdicio económico que puede menoscabar la estabilidad social", concluyó Kapsos.

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