El sindicato CGIL, de tendencia izquierdista, ha convocado el paro nacional en un intento por presionar al Gobierno para que reformule el paquete de recortes por 25.000 millones de euros.
El Ejecutivo defendió estos recortes como necesarios para reducir el fuerte endeudamiento del país, superior al 118% del PIB. Entre otras medidas, el Gobierno prevé reducir gasto público a través de una congelación salarial para los funcionarios por tres años, así como reducir el presupuesto de los ministerios y las ayudas públicas.
Según estimaciones sindicales, más de un millón de personas han participado en manifestaciones en las grandes ciudades, siendo las más numerosas las de Bolonia -100.000 según el CGIL- y Roma -algo más de 40.000. El grueso de la misma está formado por los trabajadores públicos.
Por su parte, el Gobierno ha indicado que el seguimiento del paro ha sido muy inferior al señalado por los sindicalistas. En ese sentido, afirma que de un 30% de los trabajadores estatales consultados en un estudio aleatorio, tan sólo un 3% se habría adherido a la huelga.
Los servicios más afectados por la jornada de paros han sido el transporte público y el tráfico aéreo y ferroviario, con un seguimiento desigual en las distintas ciudades del país. Algunas de las regiones, como Piamonte o la Toscana, secundarán el paro el próximo 2 de julio.
En Milán las personas que quisieron trabajar tardaron algo más de 15 minutos en acudir a su puesto de trabajo, mientras que en Roma y Nápoles la circulación del metro y los autobuses sufrió retrasos.
"Decimos no a este presupuesto. Es erróneo, injusto y atrofia el crecimiento, no reactiva la producción, no toca a los ricos y castiga a los trabajadores", ha dicho el líder sindical Fulvio Mammoni en un discurso ante una multitud de decenas de miles de personas congregadas en Nápoles.
Muchos de los manifestantes también portaban pancartas contra la automotriz Fiat, que enfrenta protestas de los sindicatos por sus planes para mejorar la productividad en una planta del sur de Italia.
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