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lunes, 26 de abril de 2010

Una marcha en Argentina reaviva la 'guerra de las papeleras' con Uruguay

Los vecinos de Gualeguaychú quemaron ayer sus últimos cartuchos para influir en la entrevista que mantendrán el próximo miércoles en Buenos Aires los presidentes de Argentina y Uruguay, Cristina Fernández de Kirchner y José Mujica, empeñados en encontrar una salida a uno de los más graves conflictos entre ambos países, provocado hace tres años y medio por la instalación de una gran papelera en el fronterizo río Uruguay. Convocados por su Asamblea Ambiental, varios miles de personas marcharon hasta la mitad del puente internacional que mantienen bloqueado desde entonces y mostraron su indignación por la sentencia de la Corte Internacional de La Haya, que reconoce que el Gobierno de Montevideo violó el tratado de gestión del río, pero que no exige que la fábrica se desmantele o traslade.

La papelera se mostraba ayer a pleno rendimiento, con todas sus chimeneas activas, una imagen desafiante para los vecinos del otro lado de la ribera, en Gualeguaychú. "Nos sentimos impotentes, pero no vamos a bajar los brazos. Seguiremos luchando", aseguraba uno de los miembros de la Asamblea Ambiental, León Carlos Cogan. "Es el Gobierno argentino el que tiene que defender nuestros derechos", insistió. La decisión sobre el final del bloqueo del moderno puente fronterizo, que ha permanecido cerrado por decisión popular, sin que las autoridades argentinas hayan hecho nada para remediar la situación, se tomará probablemente dentro de dos semanas, después de la entrevista de los dos presidentes, de haber negociado con el Gobierno de Kirchner y en una asamblea "ampliada".

Cristina Fernández de Kirchner intentó rebajar la tensión en los días previos a la sentencia, pero desde que se conoció el fallo de La Haya ha permanecido en silencio. El recién elegido presidente uruguayo, José Mujica, que mantiene unas relaciones personales con los Kirchner mucho mejores que su predecesor, Tabaré Vázquez, pidió también calma y tranquilidad a los uruguayos, irritados por el cierre permanente del puesto fronterizo. Con su peculiar manera de hablar, Mujica explicó que él también había "tenido 18 años" y que iba a hablar "con la dueña del circo". "Tenemos una visión positiva del asunto". El nuevo presidente uruguayo deberá decidir en dos semanas si mantiene el veto de su predecesor a Néstor Kirchner como presidente de Unasur, mientras dure el bloqueo del puente, o si da su visto bueno, como ha insinuado ya en algunas ocasiones.

"Comprendemos que hay que acatar los fallos del Tribunal Internacional y nos duele en el corazón enfrentarnos con nuestros hermanos uruguayos, pero llevamos cuatro años de lucha y las cosas no pueden olvidarse sin más, con la enorme papelera ante nuestros ojos", explica Cogan. No todos los miembros de la Asamblea Ambiental mantienen la misma posición respecto a la exigencia de que la fábrica de la finlandesa Botnia (ahora UPM) sea desmantelada. Algunos reconocen que esa reivindicación es imposible una vez conocida la sentencia de La Haya, pero consideran que existen determinadas condiciones que los dos Gobiernos deberían garantizar a los vecinos afectados.

La mala relación entre Argentina y Uruguay, provocada por el conflicto de Botnia, ha constituido una piedra en el zapato de la diplomacia y de los presidentes de los dos países, que tradicionalmente han tenido lazos de afecto y cooperación y que se han visto metidos en una "guerra" incomprensible para el resto de los países latinoamericanos. La sentencia de La Haya, en cierta forma "neutra", es considerada como la mejor ocasión de poner fin al embrollo, pero la salida no parece fácil, especialmente para el Gobierno de los Kirchner, que han apoyado hasta ahora, indirectamente, la posición de la Asamblea Ambiental de Gualeguaychú.

La jornada de protesta terminó a primera hora de la tarde y se desarrolló con calma, en medio de un ambiente de romería. Los vecinos exhibieron pancartas con lemas como "Uruguay, violador serial" o "He dicho no", pero nadie intentó en ningún momento pasar de la mitad del puente, tal y como exigieron las autoridades uruguayas y garantizó un notable despliegue de la Gendarmería argentina.


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