Su indignación aumenta cuando compara el importe de su sanción con la impuesta a jóvenes que le destrozaron los retrovisores a patadas, hace unos meses. "Les obligaron a pagar las nuevas piezas: 40 euros", explica molesta. "En mi caso, además, no había nadie y mi perra ni molestó ni ensució la playa".
La arena estaba desierta cuando un agente se le acercó para recriminarle la presencia del animal y recabar los datos de la mujer. "Pasear animales por la playa es una actitud incívica y una cuestión sanitaria", señala el Consistorio. "Puede que la sanción sea exagerada pero debe servir de ejemplo", concluye el Consistorio.
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