Están hechas de fibra de cemento y parecen ser una promesa para otorgar viviendas dignas a menor costo.
Regularizar los asentamientos de la capital cuesta mucho tiempo y dinero. Lo mismo ocurre con los realojos, que muchas veces resultan imprescindibles para otorgar viviendas dignas a cientos de familias y, paralelamente, rescatar algunos sitios clave de la ciudad. Por ello, la IMM comenzó a apostar a nuevas estrategias y adquirió 5 viviendas prefabricadas para trasladar un grupo de familias de modo urgente y, por licitación, otras 60 que permitirán realojar parte de dos asentamientos.
Una vivienda construida al uso tradicional cuesta alrededor de U$S 30.000 y se erige en un tiempo promedio de 5 meses o más, de acuerdo a datos que proporcionó la directora de Acondicionamiento Urbano de la IMM, Hyara Rodríguez. "No podemos pagar ese dinero. Hay que ir paso a paso, dignificando la vida de personas que viven en condiciones infrahumanas, pero creo que no se les puede dar las viviendas que a veces un trabajador no consigue, aunque éste es un tema de debate para la cátedra", dijo, por su parte, el director de Espacios Públicos, Daniel Espósito. Añadió que, dada la complejidad de la construcción a través de este sistema, no es posible exigir a los beneficiarios que participen activamente. En cambio, las viviendas prefabricadas se levantan "con aplicación sistemática, usando llave y destornillador, lo que permite el involucramiento de los beneficiarios", dijo Espósito.
Baratas y seguras
Cada una de las primeras 5 viviendas adquiridas a la empresa Umissa costó entre 13.000 y 15.000 dólares, IVA e impuestos incluidos. Se armarán en el transcurso de días, con el objetivo de realojar a un grupo de familias que ocupan un terreno anexo a una cooperativa de viviendas donde se harán obras de vialidad y saneamiento. Otras 10 se adquirirán para las zonas 11 y 13. Espósito aclaró que, en licitaciones de decenas de casas, los precios serán menores, aunque admitió que "no son baratas". El tiempo que demandan no es la menor de sus virtudes: requieren el 20% que una vivienda tradicional.
Las viviendas prefabricadas están hechas a base de placas de fibra de cemento con poliuretano extendido. Las aberturas son de aluminio y su estructura, que se coloca sobre una platea de hormigón, es "absolutamente segura y dócil", dijo Espósito. "Hay hoteles y escuelas construidos mediante este sistema", explicó.
El jerarca sostuvo que nuestro país es "demasiado conservador" en materia de construcciones. "Hay una obsesión con el ladrillo y, desde los 60, con los bloques", señaló. En su opinión, si estos nuevos sistemas se extienden "y cualquiera puede hacerse una casa con un instructivo, las posibilidades constructivas se van a diversificar y los costos de la vivienda popular van a bajar sensiblemente". En nuestro país, el 60% de las viviendas surgen por autoconstrucción.
Orillas libres
Sin embargo, Espósito aclaró que es necesario "sistematizar" estas propuestas. "Hay que construir una 'marca Estado' para construir de modo urgente. Tiene que haber una estrategia detrás", precisó. De hecho, los realojos que está realizando la IMM se están efectuando en las riberas de los cursos de agua. "Allí no hay sólo un problema de vivienda que además se inundan permanentemente, sino también ambiental. Es en las márgenes de los cursos de agua que se concentra la pobreza", dijo Espósito.
En una reciente licitación, la IMM adquirió 100 casas, 60 de las cuales utilizarán el nuevo sistema. El año próximo, la cifra podría duplicarse, si se optara por una ampliación de contrato en el Tribunal de Cuentas. Con ellas, y en el marco del Programa de Rehabilitación del Arroyo Miguelete, en poco más de un mes comenzarán los realojos de Las Duranas, a orillas del Miguelete, y de Candelarias, junto al Malvín, en Hipólito Yrigoyen y Veracierto. Este último permitirá la construcción de una rambla costanera entre Isla de Gaspar y Veracierto. Posteriormente, se trasladará a 25 familias que viven a orillas del Miguelete, en los fondos del Cementerio del Norte, zona donde se construirá un parque lineal.
Regularizar los asentamientos de la capital cuesta mucho tiempo y dinero. Lo mismo ocurre con los realojos, que muchas veces resultan imprescindibles para otorgar viviendas dignas a cientos de familias y, paralelamente, rescatar algunos sitios clave de la ciudad. Por ello, la IMM comenzó a apostar a nuevas estrategias y adquirió 5 viviendas prefabricadas para trasladar un grupo de familias de modo urgente y, por licitación, otras 60 que permitirán realojar parte de dos asentamientos.
Una vivienda construida al uso tradicional cuesta alrededor de U$S 30.000 y se erige en un tiempo promedio de 5 meses o más, de acuerdo a datos que proporcionó la directora de Acondicionamiento Urbano de la IMM, Hyara Rodríguez. "No podemos pagar ese dinero. Hay que ir paso a paso, dignificando la vida de personas que viven en condiciones infrahumanas, pero creo que no se les puede dar las viviendas que a veces un trabajador no consigue, aunque éste es un tema de debate para la cátedra", dijo, por su parte, el director de Espacios Públicos, Daniel Espósito. Añadió que, dada la complejidad de la construcción a través de este sistema, no es posible exigir a los beneficiarios que participen activamente. En cambio, las viviendas prefabricadas se levantan "con aplicación sistemática, usando llave y destornillador, lo que permite el involucramiento de los beneficiarios", dijo Espósito.
Baratas y seguras
Cada una de las primeras 5 viviendas adquiridas a la empresa Umissa costó entre 13.000 y 15.000 dólares, IVA e impuestos incluidos. Se armarán en el transcurso de días, con el objetivo de realojar a un grupo de familias que ocupan un terreno anexo a una cooperativa de viviendas donde se harán obras de vialidad y saneamiento. Otras 10 se adquirirán para las zonas 11 y 13. Espósito aclaró que, en licitaciones de decenas de casas, los precios serán menores, aunque admitió que "no son baratas". El tiempo que demandan no es la menor de sus virtudes: requieren el 20% que una vivienda tradicional.
Las viviendas prefabricadas están hechas a base de placas de fibra de cemento con poliuretano extendido. Las aberturas son de aluminio y su estructura, que se coloca sobre una platea de hormigón, es "absolutamente segura y dócil", dijo Espósito. "Hay hoteles y escuelas construidos mediante este sistema", explicó.
El jerarca sostuvo que nuestro país es "demasiado conservador" en materia de construcciones. "Hay una obsesión con el ladrillo y, desde los 60, con los bloques", señaló. En su opinión, si estos nuevos sistemas se extienden "y cualquiera puede hacerse una casa con un instructivo, las posibilidades constructivas se van a diversificar y los costos de la vivienda popular van a bajar sensiblemente". En nuestro país, el 60% de las viviendas surgen por autoconstrucción.
Orillas libres
Sin embargo, Espósito aclaró que es necesario "sistematizar" estas propuestas. "Hay que construir una 'marca Estado' para construir de modo urgente. Tiene que haber una estrategia detrás", precisó. De hecho, los realojos que está realizando la IMM se están efectuando en las riberas de los cursos de agua. "Allí no hay sólo un problema de vivienda que además se inundan permanentemente, sino también ambiental. Es en las márgenes de los cursos de agua que se concentra la pobreza", dijo Espósito.
En una reciente licitación, la IMM adquirió 100 casas, 60 de las cuales utilizarán el nuevo sistema. El año próximo, la cifra podría duplicarse, si se optara por una ampliación de contrato en el Tribunal de Cuentas. Con ellas, y en el marco del Programa de Rehabilitación del Arroyo Miguelete, en poco más de un mes comenzarán los realojos de Las Duranas, a orillas del Miguelete, y de Candelarias, junto al Malvín, en Hipólito Yrigoyen y Veracierto. Este último permitirá la construcción de una rambla costanera entre Isla de Gaspar y Veracierto. Posteriormente, se trasladará a 25 familias que viven a orillas del Miguelete, en los fondos del Cementerio del Norte, zona donde se construirá un parque lineal.
LR-U
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