El olinguito (Bassaricyon neblina) es el primer carnívoro
que se descubre en el Hemisferio Occidental en 35 años. O, mejor dicho,
el primero que se identifica. Porque el animal ya se conocía, pero no se
había reconocido como una especie aparte. Los ejemplares se confundían
con otros olingos. De hecho, la identificación de la especie se hizo al
estudiar esa familia, emparentada con los coatíes y los mapaches. No fue
fruto de un encuentro casual entre un naturalista y un animal en una
selva remota. El trabajo se hizo en zoos y museos de ciencias naturales,
y ha llevado 30 años hasta separa a estos animales de sus congéneres.
Lo han realizado investigadores del Instituto Smithsonian y lo han
publicado en ZooKeys.
Una vez hecha la identificación, casi lo que sorprende es que se les
hubiera pasado por alto a los naturalistas de los últimos dos siglos. La
nueva especie es más pequeña que los olingos (pesa cerca de un kilo),
tiene un cráneo y una dentadura diferente, su pelaje es más espeso y
vive en una reducida zona de los Andes a mayor altura que sus
congéneres, entre los 2.000 y los 3.000 metros.
En este caso, el proceso ha sido el inverso al habitual: tras
identificar la especie, Kristofer Helgen, encargado de mamíferos del
Smithsonian, se planteó si el descubrimiento llegaba tarde. Quizá se
trataba de un animal que solo podría verse disecado. Pero una expedición
organizada por el propio Helgen les tranquilizó. Emplazando cámaras en
el bosque, pronto captaron unas imágenes del animal. Y las primeras
conclusiones son que se trata de un anival con una actividad nocturna,
arborícola, omnívoro (aunque puede cazar, su principal alimento son las
frutas) y tiene camadas de una sola cría.
Claro que con esta noticia llegaron las preocupaciones: la zona está
sometida a una intensa presión demográfica, y el 42% de los bosques que
podrían ser el hábitat del animal han desaparecido ya para dejar paso a
tierras de cultivos. Ahora hay que plantearse su conservación.
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