Esta vez el leitmotiv de la protesta era el recorte de las
pensiones, que se unía a una larga lista de razones para movilizarse, a
la que los convocantes habían añadido las recientes tasas judiciales.
Miles de ciudadanos – aunque bastantes menos que en la última gran manifestación en la huelga general del 14 de noviembre-,
entre los que abundaba el pelo cano, clamaron este lunes en la calle
contra el “pensionazo” y los ajustes en más de medio centenar de
ciudades convocados por la Cumbre Social,
la plataforma que integran los sindicatos UGT y CC OO y más de 200
organizaciones civiles y profesionales. El año va a terminar así casi
como empezó, con un creciente malestar social expresado en forma de
recurrentes manifestaciones contra el Gobierno. En la marcha de Madrid,
los líderes sindicales exigieron la convocatoria “urgente” de un
referéndum sobre las políticas “fracasadas” del Ejecutivo, y alertaron
de que Mariano Rajoy prepara nuevos recortes en las pensiones.
La de este lunes era la cuarta protesta convocada por la Cumbre
Social desde su nacimiento, el pasado verano, y la enésima protesta en
doce meses de Gobierno del PP. Bajo el lema “Vamos
a la calle contra el recorte de las pensiones. Defiéndete contra las
tasas judiciales, contra las privatizaciones, contra los expedientes de
despido salvajes, contra la falta de protección al desempleo”, los
ciudadanos manifestaron su reprobación al último “episodio” del
“progresivo desmantelamiento del Estado del Bienestar”, en palabras de Ignacio Fernández Toxo,
secretario general de CC OO. Y ante los nuevos ajustes que pueden
llegar después de que el Ejecutivo haya decidido no actualizar de las
pensiones de los ocho millones de jubilados: “Yo no sé si esto es la
antesala que anticipa futuros recortes en el sistema de pensiones.
Crecen los rumores de que el Gobierno prepara un nuevo real decreto ley
con nuevas modificaciones del sistema público de pensiones antes de
enero”, alertó Toxo.
“Pensionazo. El PP miente y roba al débil”, decía la pancarta que
portaba Eugenio Pulido, de 77 años, que avanzaba a duras penas ayudado
por una muleta. “Cobro 1.400 euros y tengo que dar de comer a un hijo de
50 años que lleva cuatro años en el paro”, explicaba. Como él, muchos
jubilados lamentaban el mismo problema: la pensión mermada es, en muchas
ocasiones, el sustento principal de la familia. Entre los veteranos
manifestantes recorría otra idea: al echar la vista atrás se veían casi
en el mismo escenario que al comienzo de la democracia. “Me chupé todas
las manifestaciones de la universidad con los grises. La diferencia es
que antes iban en Land Rover y vestían de gris, ahora van en furgonetas y
lo hacen de azul”, explicaba Eliacín Chaparro, de 70 años. “Este año
habré ido como a 12”.
Un año de recortes del Gobierno del PP
han sacado también unas cuantas veces a la calle a Carmen (de 76 años,
no quiere revelar su apellido). “Yo de profesión soy casi manifestante”,
decía en la marcha con ironía antes de ponerse seria. “La lucha de
treinta y tantos años se va a hacer puñetas. A la clase trabajadora no
se le regala nada, lo conquista. Hay que luchar”. De fondo se escuchaban
cánticos de “Gobierno, dimisión”.
“El PP rompió toda promesa. Cero legitimación le queda”, se leía en
otras pancartas. Los sindicatos también denunciaron el viraje del PP.
“Con un agravante”, afirmó Cándido Méndez, líder
de UGT. “No se puede decir que con estas políticas se resuelven las
problemas, al contrario, cada día estamos peor. Ni siquiera es capaz de
cumplir el objetivo del déficit”, señaló. Y concluyó, con una petición a
Mariano Rajoy:
“Debería reconocer que está fracasando, y el problema es el alto
sufrimiento que provoca en la sociedad española. Le decimos que cambie
radicalmente el rumbo”. Sus políticas, dijo, son “un fracaso en términos
sociales, una injusticia en términos democráticos y un fracaso en
términos de solucionar los problemas económicos”.
Entre la multitud en la fría tarde de Madrid se encontraban también
rostros de ese sufrimiento del que hablaba el sindicalista. “Con los
1.200 euros de mi pensión damos de comer también a nuestra hija de 39
años, que está parada”, se quejaba Andrés Herrero, de 67 años, al brazo
con su mujer, Luisa Izquierdo, de 65. “Soy diabético, necesito muchas
medicinas. Y ahora nos ponen el euro por receta. Nos suben la luz, el
gas…Con la edad que tenemos nos llevan casi a pedir limosna. ¿Qué
quieren, que nos tiremos por la ventana como los que sufren los
desahucios?”.
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