Si algo no puede negársele al Papa Benedicto XVI es su sorprendentemente capacidad de descubrir cosas que al 99% de la humanidad la tienen sin cuidado. Recién llegado a su actual posición de máximo jerarca de la iglesia católica, dio a conocer al mundo su descubrimiento acerca de la inexistencia del purgatorio, según lo cual, las personas interesadas ahora pueden tener la certeza de que se pasa directamente al cielo o al infierno sin ningún tipo de escalas. Más recientemente, informó que había descubierto que al momento del nacimiento de Jesús no estaban presentes ni la mula ni el buey, con lo que se puso en entredicho la costumbre de incluirlos en los pesebres navideños. Afortunadamente para los fabricantes de pesebres y de textos litúrgicos, las noticias sobre estos descubrimientos no parecen viajar desde el Vaticano hasta el resto países con la rapidez esperada en la era de la globalización de la información. Hasta ahora los pesebres que se han colocado esta navidad en hogares y centros comerciales, mayoritariamente han incluido a los dos personajes de la discordia y, en los novenarios de muertos que aún se rezan en los pueblos de Latinoamérica, se continua intercediendo por las almas del purgatorio.
Sin embargo, la manía descubridora de Benedicto XVI ha
dado un giro sorprendente. En ocasión de la presentación del texto del
mensaje de la Jornada Mundial de la Paz 2013, ha descubierto algo que el
95% de la humanidad ya sabía pero que el 5 % se resiste a aún
reconocer. Ha descubierto nada más ni nada menos que el capitalismo es
un sistema económico que funciona en base a la codicia, que promueve el
consumismo y la competencia, y que genera conflictos sociales (lucha de
clases) por las desigualdades que provoca entre ricos y pobres.
Según
sus palabras: “Causan alarma los focos de tensión y contraposición
provocados por la creciente desigualdad entre ricos y pobres, por el
predominio de una mentalidad egoísta e individualista, que se expresa
también en un capitalismo financiero no regulado (…..) Para salir de la
actual crisis financiera y económica – que tiene como efecto un aumento
de las desigualdades – se necesitan personas, grupos e instituciones que
promuevan la vida, favoreciendo la creatividad humana para aprovechar
incluso la crisis como una ocasión de discernimiento y un nuevo modelo
económico. El que ha prevalecido en los últimos decenios postulaba la
maximización del provecho y del consumo, en una óptica individualista y
egoísta, dirigida a valorar a las personas sólo por su capacidad de
responder a las exigencias de la competitividad”.
¿Qué tiene de
novedoso el “descubrimiento” de Benedicto XVI de las injusticias y de la
opresión que se derivan del capitalismo y de la responsabilidad del
capitalismo en la lucha de clases?. De novedoso no tiene nada, pero sí
tiene un gran significado en términos del debate político ideológico que
está cobrando relevancia en la coyuntura actual sobre las causas de la
crisis económica global y sobe las alternativas que se existen para
promover una economía que esté en función del bienestar de toda la
sociedad. Es decir, es importante que un conservador de la talla de
Benedicto XVI, a quien nadie en su sano juicio acusaría a de ser un
instrumento de grupos marxistas o de tener una ideología anti- sistema ,
le diga al mundo que la creciente conflictividad social o lucha de
clases, está siendo alimentada por las injusticias que provoca el
sistema económico capitalista.
Esperemos que los intelectuales
orgánicos de las elites empresariales y políticas de nuestros países ,
que con tanta facilidad descalifican a priori cualquier
opinión contraria al capitalismo y/o a los principios de lo que llaman
el “libre mercado” o la “libre iniciativa”, se tomen el tiempo de leer
en esta época, el mensaje de Benedicto XVI. A lo mejor descubren lo que
hasta el Papa ha descubierto por fin: que el problema económico
fundamental en la actualidad es la creciente desigualad entre ricos y
pobres. Qué esta desigualdad es responsabilidad directa del capitalismo y
de su racionalidad de muerte, y que no es posible pensar en solucionar
los conflictos sociales o en promover la cohesión en una sociedad en
torno a un proyecto de desarrollo nacional, mientras no se aborden las
causas estructurales que le han dado origen a las brechas de desigualdad
y a la exclusión social de amplios segmentos de la población.
Porque
deben saber que la lucha de clases no se la invento ni Marx ni Lenin y
su existencia no depende de sí se está de acuerdo o en desacuerdo con
ella. Ya lo dijo el multimillonario Warren Buffet en una oportunidad:
“La lucha de clases sigue existiendo, pero es mi clase la que la dirige y
la que la va ganando”.
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