Bruselas no ve brotes verdes: ni un atisbo de metáfora primaveral
asomando por ningún lado. Las previsiones económicas de otoño, que la
Comisión Europea dará a conocer públicamente este viernes, dibujan un
panorama lóbrego para España y hacen añicos las del Gobierno, según un
borrador al que ha tenido acceso este periódico. Los pronósticos son
simplemente eso, buenos o malos augurios en función de los indicadores
adelantados; está por ver si se cumplen o no. Pero si los vaticinios de
Bruselas se acaban plasmando en la realidad supondrán un serio boquete
en la credibilidad del Ejecutivo: la Comisión anticipa caídas del PIB
del 1,6% este año y del 1,5% el próximo, y deja la salida del túnel para
2014, con un anémico avance del 0,5%. La previsión del Gobierno
—jalonada con ese desafortunado “estamos saliendo de la crisis,
ya hay señales esperanzadoras” de la ministra de Empleo, Fátima Báñez—
pasan por una caída algo menor del 1,5% para este año y un retroceso del
0,5% para 2013, que los expertos y ahora Bruselas juzgan
melancólicamente optimista.
Junto a la laberíntica la salida de la crisis, lo verdaderamente
preocupante de los datos de Bruselas es el déficit público. El
sobreesfuerzo del año pasado sirvió para rebajar el déficit del 9,6% del
PIB al 9,4%. El doloroso tratamiento sin anestesia que combina las
subidas de impuestos con los tijeretazos en el capítulo de gastos no
funciona: el déficit acabará el año en el 8%, según la Comisión, que
rebaja esa cifra al 7% si se excluye el efecto de las recapitalizaciones
de los bancos. Para 2013, el agujero fiscal es del 6%, y del 5,8% hasta
2014: ni siquiera con el año adicional que concedió Bruselas se alcanza
el objetivo del 3% del PIB. Eso deja tres posibilidades. La primera es
ampliar los plazos para cumplir las metas, algo que viene reclamando el
Fondo Monetario Internacional (FMI) y que en Bruselas va ganando peso a
la vista de que hay varios países en una situación parecida. La segunda
es pedir a España esfuerzos adicionales; lo normal es que a lo largo de
los próximos meses se produzca una combinación de esas dos
posibilidades. La última son las sanciones, poco probables a la vista de
que Madrid está haciendo todo lo posible por cumplir.
El equipo del ministro Luis de Guindos prevé un déficit público del
7,3% este año, del 4,5% el próximo y del 2,8% en 2014, muy lejos del
consenso de los analistas y de los datos oficiales tanto de Bruselas
como del Fondo Monetario Internacional (FMI) para el año próximo y el siguiente.
El borrador que maneja Bruselas deja una salvedad en el aire: no
contabiliza totalmente las medidas aprobadas a mediados de año (subida
del IVA, recorte de las deducciones del Impuesto de Sociedades y
eliminación de una paga extra a los funcionarios) porque juzga que aún
no es posible apreciar sus efectos. Pero deja algunos avisos de por
dónde van los tiros: “La consolidación fiscal apenas ha avanzado en los
ocho primeros meses del año”. Buena parte de los recortes se los ha
comido, según la Comisión, “la rebaja de los ingresos fiscales
[consecuencia de la recesión], los mayores pagos por intereses de la
deuda [consecuencia de la presión de los mercados] y el aumento de las
transferencias sociales”, como el subsidio por desempleo. Las medidas
aprobadas en julio, incluyendo la subida del IVA, la paga extra de los
funcionarios y las medidas en el impuesto de sociedades “deberían tener
un efecto considerable en la segunda mitad del año, así como los
recortes en educación de los Gobiernos autonómicos”, según el citado
borrador.
La Comisión no hizo comentarios ayer a esos datos. Es evidente que
sobre todas las previsiones, las de Bruselas y las del Gobierno, pesan
varias incógnitas, en especial las relativas al efecto de la subida del
IVA (un auténtico experimento social, con el país en plena recesión) y a
la amnistía fiscal. Sin embargo, el vicepresidente y comisario de
Competencia, Joaquín Almunia, dio ayer algunas pistas en Madrid de lo
que piensa Bruselas acerca de España: los Presupuestos del Gobierno para
2013 y las previsiones económicas asociadas demuestran los esfuerzos
que se están haciendo tanto por el lado de los ingresos como por el de
los gastos, pero el cuadro macroeconómico que los acompaña está “alejado
del consenso”. Almunia incidió también en que Bruselas tiene la
sensación de que España ha negado la evidencia de la profundidad de la
crisis o la necesidad de actuar a fondo. “La reacción tardía se ha
asociado a España demasiadas veces”, dijo. Durante su intervención en el
Foro Nueva Economía llamó a “no dejarse llevar por el derrotismo” y
explicó que la crisis “tiene solución, será superada y está empezando a
ser superada”.
“Los árboles no deben impedir ver el bosque”, añadió Almunia. Pero
los árboles son altísimos. Las proyecciones de Bruselas que más se
aproximan a las del Ejecutivo que preside Mariano Rajoy son las
relativas a la deuda pública. E incluso en ese apartado los datos hablan
por sí solos: la deuda acabará este año en el 83,7%, el próximo en el
89,5% y se irá en 2014 hasta el 93,9% del PIB. No se vislumbra el
momento en que la deuda dejará de crecer, uno de los datos que más
preocupa. Europa decreta que la única receta posible sigue siendo ajuste
y reformas, y seguramente un segundo rescate a pesar de la indefinición
del Gobierno al respecto, pero los ajustes se hacen siempre para volver
a crecer, no para acabar de rematar a un enfermo grave, que es lo que
podrían provocar algunas de las políticas que se están aplicando —con la
velocidad a la que además se están aplicando, frente a los consejos del
FMI, que viene advirtiendo de que la reducción del déficit es un
maratón y no una carrera de velocidad— si España no sale del actual
círculo vicioso recesivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario