1. Alemania habla alemán
En Alemania se habla alemán, parece obvio, pero a menudo se
minusvalora la barrera lingüística. Aunque hayas estudiado alemán,
incluso aunque incluyas en tu curriculum un certificado B1 o, mejor aún,
B2, tú no hablas alemán. Y lo sabes. Eso te lo pondrá muy difícil a la
hora de integrarte en una empresa, en constante competencia. Para hablar
alemán es necesario un proceso que requiere, además del estudio, tiempo
de práctica y convivencia con alemanes. A esto hay que añadir la
dificultad extra que presentan los acentos y dialectos de los diferentes
Länder. Practicar alemán con los alemanes, además, no es una
consecuencia automática de la convivencia. Puedes pasar semanas sin
intercambiar más que escuetos saludos con tus compañeros del trabajo y
tus compañeros de piso, que con toda seguridad intentarán dirigirse a ti
en inglés o en español. Trabar auténticas relaciones en Alemania lleva
años y el proceso de integración lingüística también. Debes estar
preparado para un aislamiento prolongado.
2. Alemania es muy grande
También parece obvio que Alemania es muy grande, pero a menudo no
somos conscientes de la enorme diferencia que hay entre vivir en
ciudades cosmopolitas como Berlín y Hamburgo o en otras más ricas e
industriales como Munich, Stuttgart o Düsseldorf. Estas últimas son las
que más empleo ofrecen, están repletas de oportunidades, pero a menudo
parecen muertas a partir de las 18:00 horas y soportan un caro nivel de
vida. Las primeras, más atractivas y vitales, son las más pobres de
Alemania, arrastran bolsas de paro propias y están ya saturadas de
aspirantes. En Berlín hay un paro del 11,8%, en Munich del 3,8%. Son
mundos diferentes.
3. Alemania está llena de alemanes
Seguramente contabas que con ello, Alemania está llena de alemanes,
pero no entenderás el alcance de las diferencias culturales hasta que no
las sufras. Son honrados hasta la médula. Si te dejas abierto el coche
en el centro de Berlín, y con abierto queremos decir abierto de par en
par, los CDs seguirán en la guantera cuando vuelvas dos horas después.
Pero si aparcas incorrectamente ese mismo coche frente a tu casa, será
posiblemente uno de tus vecinos el que llame a la policía para
denunciarte. Te convertirás en un proscrito si no reciclas correctamente
la basura, incluido lavar los envases de yogurt antes de depositarlos
en el contenedor para plásticos. Si tomas un café o cenas con alguien,
pagaréis por separado. Se quitarán los zapatos cuando entren a tu casa y
tú deberás hacer lo mismo en la suya. No soportarán que hables al
volumen cotidiano en España, ni que cocines con ajo. El rescate a los
bancos españoles nos ha convertido en un país europeo de segunda y
percibirás que comienzan a tratarnos como a ciudadanos de segunda. Ya no
les gusta alquilarnos casas y admiten con más dificultad a nuestros
hijos en colegios privados. ¡Ah! Y no te perdonarán que no seas amable
con perros y gatos, a los que no es extraño que demuestren más afecto
que a las personas.
4. Alemania = burocracia
Nada más poner un pie en Alemania necesitas un Anmeldung, documento
de registro que te pedirán para todo y que solicitarás en la oficina
Meldestelle del Burgeramt, el ayuntamiento de tu distrito. También es
necesario un Certificado de Libre Circulación
(Freizügigkeitsbescheinigung), y para conseguir los documentos
anteriormente citados necesitas tener una dirección y un contrato de
alquiler. Para conseguir el contrato de alquiler necesitas la Chufa, una
especie de certificado de tus deudas y solvencia, además de un
certificado de ingresos (Einkommensbescheid). Para empezar a trabajar
necesitas la Lohnsteuerkarte, registro en la Hacienda alemana, la
Sozialversicherungsausweis y la Mitgliedsbescheiningung der
Krankenkasse, que certifican que perteneces a una caja del Seguro Social
y del Seguro Médico, y una Aufenthaltsbescheiningung gemäB 5
Freizügigkeitesgesetz, algo así como un certificado de residencia.
Después de esto puedes ir a registrarte al Consulado. No sirve de mucho,
pero ya puestos...
5. Alemania trabaja a la alemana
Alemania trabaja y España también, pero con culturas del trabajo
completamente ajenas entre sí. Generalizando, los trabajadores alemanes
no usan el teléfono de la empresa para llamadas personales, no utilizan
el tiempo de oficina para pedir cita en el dentista o para charlar sobre
el programa de televisión de la noche anterior. No hay pausa para comer
de más de media hora. No se sale a fumar o a tomar café y muchas
grandes empresas estipulan incluso en sus convenios la denominada
Pinkelpause, o pausa para hacer pipí, que establece los minutos de
duración y la frecuencia con que los empleados pueden ir al baño.
Cumplen los horarios, lo que significa que salen de casa
considerablemente antes si el pronóstico meteorológico es adverso,
llegan sistemáticamente a menos cinco y se están poniendo el abrigo
también a menos cinco, para salir por la puerta a la hora exacta, así
haya que dejar en suspenso un proyecto de millones de euros. Las horas
extra se pagan sin excepción. No hay prisas y no se espera hasta que se
haya ido el jefe. Esto requiere una enorme planificación y anticipación.
Tendrás que amoldarte.
6. Alemania, reserva natural de ingenieros e informáticos
En Alemania son especies protegidas: ingenieros e informáticos, en
menor medida personal sanitario y estudiantes de formación profesional
de ramas industriales. Si perteneces a uno de estos grupos serás
bienvenido a este país y se te darán todo tipo de facilidades. Si además
eres investigador en áreas avanzadas de energías renovables, reciclaje,
química aplicada, nanotecnología o genética, te buscan como locos y
seguramente varias empresas alemanas han contactado ya contigo tratando
de seducirte. Pero si no formas parte de estos selectos sectores,
estarás solo en la jungla del empleo alemán, donde no hay un salario
mínimo legislado y donde personal altamente cualificado procedente de
países como Polonia e India pone ya muy alto el listón dela formación y
muy bajo el listón de los ingresos.
7. Alemania es bienestar
El sistema de bienestar social alemán sigue siendo un sueño en
comparación con el resto del planeta, incluida España. Una vez entras en
el sistema a través de un empleo estable, dispones de todo tipo de
ayudas familiares, por ejemplo. Las madres dejan de trabajar 6 semanas
antes de la fecha prevista del parto y las 8 siguientes al nacimiento
con el 100% de su salario. A partir de ahí, la baja por maternidad dura
un año y cobra el 67% del salario para padre o madre. Si la madre no ha
trabajado antes, recibe 300 euros al mes. El Estado paga 184 euros por
niño al mes, ingresados en cuenta corriente, y Merkel acaba de aprobar
una subvención a familias que cuidan de los niños en lugar de llevarlos a
la guardería, comparable a lo que le cuesta al mes al Estado una plaza
de guardería pública. Si las cosas van mal, en un caso de paro
prolongado, el Estado garantiza el derecho a vivienda, no de palabr,
como en la Constitución Española, sino con subvenciones contantes y
sonantes, además de derecho a calefacción e incluso tarjetas de ocio
para menores de familias con bajos ingresos, que permiten a los niños
pobres ir al cine, al teatro, a librerías...
8. En Alemania hay picaresca
En alemán no existe un término para traducir la picaresca y para
referirse al género literario de El Lazarillo de Tormes hablan de
Schelmroman, Novelas de pillos. Pero haberla, hayla. Ojo si
llegas a trabajar al sector servicios, el más tocado. En Berlín ya hay
casos de españoles que llegan buscándose la vida y pasan meses
trabajando como camareros sin contrato y sin cobrar, desprotegidos por
la ley. La forma de evitarlo es buscar empleo en Alemania a través de
los Ayuntamientos o Comunidades Autónomas que han desarrollado programas
para ello o a través de Eures. La Embajada española en Berlín dispone
también de información fidedigna. Es mucho más arriesgado venir por
libre.
9. Alemania está nublada
El frío de Alemania no supera al de Ávila, pero su déficit de luz sí.
Durante los meses de invierno anochece a las 16:00 e incluso en verano
el porcentaje de días plomizos, lluviosos o sencillamente grises es
capaz de erosionar cualquier psicología. Los habitantes del Mediterráneo
tienden a acusar especialmente ese déficit de luz. En Alemania, 10.021
personas se quitaron la vida en 2010. Otras tantas lo intentaron. Hay un
suicidio cada 53 minutos y mueren más personas por voluntad propia que
por accidentes de tráfico, homicidio, drogas o sida. Naturalmente, las
causas no tienen que ver exclusivamente con el clima, sino también con
la soledad, la presión social y la crisis. Debes hacer acopio de
fortaleza.
10. Alemania engancha
Si después de haber superado todas estas dificultades logras trabajar
en Alemania y establecerte en este país, descubrirás algo con lo que no
contabas: quieres quedarte. A pesar de la morriña y de los planes para
volver, Alemania engancha y un día, sin darte cuenta, te encontrarás con
que suples felizmente la falta de luz partiendo el invierno con un
viaje al Mediterráneo o al Caribe, según tus ingresos, que la relación
con la familia a través de Skype te resulta razonablemente satisfactoria
y que te sientes realizado por lo mucho que te aprecian en tu trabajo.
Ya no estarás dispuesto a prescindir de la seguridad de tu empleo, de tu
pensión de jubilación y de tus inversiones, te sentirás al abrigo de un
Estado fuerte y sostenible y no querrás prescindir de las garantías
sociales. No te gustaría ya la idea de volver a una oficina en la que se
pierde el tiempo en reuniones inservibles o con comidas de dos horas de
duración, despreciarás las actitudes clientelares o pelotas, jamás
esperarías ya a que se vaya el jefe para irte a casa si ha terminado tu
horario laboral... La lengua alemana habrá dejado de ser un problema y
habrás hecho amigos alemanes, generalmente un tipo de amistad sin muchas
alharacas, pero profunda y duradera, de los que no querrás separarte. Y
si has tenido hijos, desearás para ellos que crezcan hablando alemán.
Como religioso contribuyente, comenzarás incluso a criticar que el fisco
alemán destine tus impuestos a rescatar gobiernos corruptos del sur de
Europa. Y un día, te sorprenderás a ti mismo tarareando una canción de
Grönemeyer mientras conduces, en una ciudad sin atascos. Ese día,
estarás perdido.
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