El Tribunal Vaticano, situado en la plaza de Santa Marta, justo
detrás de la basílica de San Pedro, no suele registrar mucho bullicio.
Apenas llegan a 30 los juicios que allí se celebran cada año –casi
siempre en sábado, porque los jueces de ese tribunal trabajan entre
semana en los juzgados italianos-, y casi todos los acusados suelen ser rateros de poca monta que le han robado la cartera a un turista que visitaba el Vaticano.
Pero hoy, ese tribunal acoge un juicio importante, el primer proceso penal de envergadura que se celebra en su sede y que, siguiendo la legislación vaticana, se regirá por un código penal que se remonta a 1889. Se trata del juicio contra 'el cuervo', el mayordomo del Benedicto XVI acusado de haberse aprovechado de su cercanía al Pontífice para robar de su despacho numerosos documentos confidenciales.
Documentos cuyo contenido ha terminado saliendo a la luz pública y revelando corrupción e intrigas en la Santa Sede. La mayoría de los papeles tienen un denominador común: dejan muy mal parado a Tarcisio Bertone, el brazo derecho del Papa en calidad de secretario de Estado vaticano, un cargo equiparable al de primer ministro.
Fuga masiva de secretos de la Santa Sede
Paolo Gabriele, el mayordomo del Papa, puede ser condenado a una pena
de entre seis meses a cuatro años de cárcel que cumpliría en una cárcel
italiana (en el Vaticano no existe ninguna prisión) si es declarado
culpable de robo agravado, el único delito que por ahora se le imputa.
Los cargos más graves relacionados con la fuga masiva de documentos
secretos de la Santa Sede, como por ejemplo el de atentado contra la
seguridad del Estado Vaticano, aún no tienen ningún presunto
responsable.
La única otra persona que a partir de hoy se sentará en el banquillo junto a Gabriele es Claudio Sciarpelletti,
un informático que trabajaba en la Secretaría de Estado vaticana y que
está acusado de encubrimiento. Su papel habría sido muy marginal y la
pena máxima que le podría caer es de un año de cárcel.
Los expertos vaticinan que el proceso contra el ex mayordomo del Papa
será rápido, aunque todo depende de la línea que adopte su abogada
defensora, Cristiana Arru. Pero para empezar, las pruebas que pesan contra él ex ayuda de cámara son contundentes:
en la casa de Gabriele en el Vaticano se encontró una "cantidad enorme"
de fotocopias de documentos del Papa, "decenas de cajas" repletas de
papeles, según consta en el auto por el que el juez de instrucción
decidió enviar a juicio al mayordomo.
Por si fuera poco, el propio Gabriele ha admitido su culpabilidad en los interrogatorios, asegurando que robó los papeles inspirado "por el Espíritu Santo" para ayudar al Papa en su tarea de hacer limpieza en la Santa Sede.
El Vaticano, qué duda cabe, también tiene interés en que el proceso
se cierre con rapidez y se deje de hablar así de un asunto que ha
provocado un deterioro enorme de la imagen de la jerarquía católica. De
hecho, y probablemente para evitar sufrir más daños, al juicio que comienza hoy asistirán únicamente ocho periodistas, que tienen rigurosamente prohibido grabar imágenes o sonido de lo que ocurra en la sala del tribunal.
Oficialmente el proceso es público, pero para poder asistir al mismo
es necesario solicitárselo antes por carta al presidente del tribunal y
obtener su permiso. Además, todo apunta a que en caso de condena
Gabriele -de 46 años, casado y padre de tres hijos- podría obtener de Benedicto XVI la gracia del indulto.
Hay una veintena más de implicados
El problema es que casi nadie piensa que el 'Vatileaks', como ha sido
bautizado este escándalo, se pueda liquidar con el juicio contra el
mayordomo. El propio Gabriele ha asegurado que en total eran una veintena las personas implicadas en el Vatileaks.
El Papa puso en marcha en marzo pasado una comisión de investigación al más alto nivel, integrada por tres cardenales y presidida por el español Julián Herranz.
Dicha comisión ya ha concluido sus pesquisas pero sus conclusiones permanecen bajo el secreto,
hasta el punto que ni siquiera el Tribunal vaticano que mañana
comenzará a juzgar a Gabriele puede solicitar leer su informe final.
Pero el hecho de que entre la comisión de investigación esté
integrada por tres veteranos cardenales ha desatado los rumores,
convenientemente negados por el Vaticano, respecto a la posibilidad de que un purpurado esté implicado en el 'Vatileaks'.
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