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martes, 19 de junio de 2012

Un masajista demasiado 'sensual'

Las manos de Daniel Pytlarz eran bien conocidas entre la pudiente clientela del barrio londinense de St. John’s Wood. Por su salón de masajes -el Violet Clinic Body and Skincare Spa- pasaron entre otros Mary McMCartney (hija de Sir Paul), la rica abogada Nancy Dell’Olio y varios miembros de la familia real saudí.

La suerte del cotizado masajista polaco de 35 años empezó a torcerse el día en que cuatro mujeres le acusaron de tocamientos obscenos. La policía decidió abrir una invetigación e interrogar a 200 clientas. Al final, 18 mujeres se sumaron a la denuncia colectiva, alegando que Pytlarz se había propasado con ellas en la intimidad de su salón.

Dabiel Pytlarz fue detenido con una orden de prisión preventiva y pasó nueve meses en la cárcel. Durante tres semanas, sus clientas fueron desfilando por el banquillo, hablando de las virtudes o de los “vicios” del masajista. El jurado determinó que no había pruebas suficientes y decidió exculparle la semana pasada.

Se las prometía fue felices Pytlarz, deseando volver lo antes posible a la acción. Pero la policía ha decidido “cortarle” virtualmente las manos por segunda vez, con una nueva ola de denuncias de mujeres que se expusieron a la presión de sus dedos y notaron algo que no era “normal”.

[foto de la noticia]

'Soy un profesional'

“Soy un profesional y siempre hice todo lo posible por proteger la dignidad de mis clientes”, asegura Pytlarz al Daily Mail, en sus primeras declaraciones tras el juicio. “Cuando doy un masaje me concentro y pongo la atención atención en las vibraciones y en la energía. Físicamente, me implico con mis dedos, mis codos, mis antebrazos…”.

“No es el típico masaje que te dan en cualquier spa”, se explica. “Es un masaje sensual, lo que quiere decir que habrá gente que se sienta excitada y no se dé cuenta realmente de lo que está pasando. Hay gente que tiene una idea equivocada de lo que es un masaje. Se trata de algo muy poderoso”.

“Cuando empiezo un masaje no pongo directamente las manos en el cuerpo de alguien, intento sentir antes su energía”, añade Pytlarz. “Siempre pregunto a los clientes si hay zonas que desean que no toque. Nunca les pido a las mujeres que se desnuden por completo sino se sienten cómodas”.

Pytlarz asegura que nunca se ha propasado sexualmente con sus clientas. A su lado, poniendo la mano en el fuego, su esposa Urszula (también polaca) asegura que nunca ha dudado de la “inocencia” de su marido. Su detención, eso sí, llevó el negocio casi a la ruina.

'No me lo podía creer'

“Fue devastador cuando me detuvieron”, asegura el masajista, amigo del diseñador polaco Arkadiusz Weremczuk, afincado en Londres desde el 2002 y curtido con la clientela famosa en el Harbour Club de Chelsea antes de independizarse con su salón de St. John’s Wood... “No me podía creer lo que estaba pasando. Y no podía creerme que tuviera que pasar meses en una celda de cuatro metros cuadrado sin ver prácticamente el cielo. Fue como estar en el infierno”.

Pese al mal trago del juicio, Daniel Pytlarz pudo respirar con alivio cuando escuchó el fallo del jurado el pasado viernes: “Not Guilty”. En su defensa, en una carta abierta en el Daily Mail, ha salido la abogada Nancy Dell’Olio, defendiendo su “absoluta profesionalidad” en los cuatro años que experimentó en carne propia su tacto.

Más denuncias

La presunción de “inocencia” le ha durado sin embargo poco al masajista. Según informa hoy el Evening Standard, la policía ha recibido las denuncias de más mujeres que alegan haber sido víctimas de sus avances sexuales. En unas semanas se sabrá si hay fundamento para una nueva ristra de acusaciones contra el masajista “sensual”. Continuará…

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