No sólo provoca graves daños en el hígado, incrementa el riesgo de muchos tipos de cáncer o altera la función del tejido nervioso, entre otros trastornos. El alcohol también podría contribuir al deterioro del organismo a través de su influencia sobre la alimentación, según los resultados de una investigación española.
"Nuestro estudio revela que es más probable que aquellos que abusan del consumo de alcohol, tanto de forma regular como episódica, también tengan una dieta poco saludable, en la que se ingieren en exceso determinados grupos de alimentos, como los cárnicos, y se toma una cantidad insuficiente de frutas, verduras y lácteos respecto a lo aconsejado por las principales recomendaciones nutricionales", explica a ELMUNDO.es, José Valencia, investigador del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid y principal firmante del trabajo.
Su investigación también ha puesto de manifiesto que, independientemente de la cantidad ingerida, el consumo de cualquier tipo de alcohol durante las comidas también afecta negativamente al tipo de dieta.
"Beber en las comidas ha sido tradicionalmente considerado como un hábito seguro o incluso saludable. Sin embargo, no existe ningún umbral saludable para el consumo de alcohol. Para muchas situaciones –conducción, infancia, embarazo, muchas enfermedades crónicas, etc- el único nivel seguro es cero, por lo que o es apropiado recomendar el consumo de bebidas alcohólicas por pretendidos efectos beneficiosos para la salud", remarca Valencia.
"Es más", continúa, "Es posible que los beneficios cardiovasculares que con frecuencia se atribuyen al consumo moderado de alcohol se deban en realidad a otros factores que ningún estudio ha podido controlar aún de forma adecuada, como por ejemplo, unos hábitos de vida más saludable entre las personas que consumen alcohol de forma moderada, o incluso un mejor estado general de salud que permite mantener su consumo", añade.
Su trabajo, publicado en la revista 'Alcoholism: Clinical & Experimental Research', también ha relacionado el consumo de bebidas destiladas –ya sea de forma frecuente o puntual- con la práctica de una dieta poco equilibrada.
El estudio
La investigación realizó una encuesta a 12.037 adultos de la Comunidad de Madrid entre 2000 y 2005. A cada uno de los participantes se les preguntó por sus hábitos de bebida de alcohol, además de someterles a un cuestionario sobre lo ingerido en las 24 horas previas.
Los resultados mostraron que un 4,3% bebían excesivamente, un 10,3% se daban atracones periódicos de alcohol, que un 6,5% preferían las bebidas de alta graduación y que el 24,2% solía beber durante las comidas.
"Además de los conocidos efectos nocivos directos que puede tener el consumo de bebidas alcohólicas para el propio bebedor y su entorno, este consumo puede incidir negativamente en la calidad de la dieta del bebedor", resume Valencia.
"Una ingesta alimentaria desequilibrada o inadecuada produce a su vez numerosas enfermedades y problemas de salud crónicos, por lo que la asociación de estos dos factores de riesgo incrementaría de forma indirecta los efectos negativos atribuibles al consumo de alcohol", concluye.
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