Alrededor de 400 policías húngaros tomaron la tarde del viernes el pueblo de Gyöngyöspata, una localidad de unos 2.800 habitantes en el norte del país, después de que las agencias internacionales denunciasen que varios cientos de gitanos estaban huyendo en autobuses de un grupo paramilitar.
Varios miembros de la formación de extrema derecha, incluido su líder, Tamás Eszes, fueron detenidos y, tras los interrogatorios, el portavoz del gobierno húngaro, Peter Szijjarto, ha desmentido que se haya producido cualquier amenaza contra los gitanos.
"La salida en autobuses de la Cruz Roja hacia Budapest no tenía nada que ver con ataques a los gitanos, sino con una excursión programada hacía tiempo para el Viernes Santo", aclaró.
"Los informes sobre una evacuación de emergencia son una completa mentira", desmintió, para exculpar al grupo paramilitar Vedero (Fuerza de Defensa), que realizaba un encuentro de fin de semana cerca del citado pueblo y durante el que pretendía realizar maniobras.
Unas maniobras parecidos sembraron el miedo el pasado mes de marzo, cuando unos 2.000 hombres portando banderas ultraderechistas desfilaron por las calles de un barrio gitano intimidando a la población. Esta vez, al parecer, Vedero tenía previsto realizar unas maniobras similares a entrenamientos militares.
La fuente de la que partían las noticias de evacuación difundidas el viernes era el dirigente del Movimiento por los Derechos Civiles de los Gitanos, Aladar Horvath, que acusó al Gobierno de Budapest de no tomar las medidas de seguridad suficientes para proteger a la población gitana de la presencia intimidatoria de los paramilitares.
Horvath afirmó que habían "pedido ayuda a la Cruz Roja para que nos ayude a evacuar a mujeres y niños. Tiene miedo y quieren estar seguros durante las vacaciones de Semana Santa".
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