No se puede llevar a juicio a una teoría económica. Pero la alternativa, las protestas ciudadanas y el voto de castigo, no parece que hagan cambiar el rumbo de los gobiernos (véanse los casos de Grecia y la nueva coalición irlandesa). A la ciudadanía le queda una frustración tan grande como la cantidad de medios que se presumen disponibles en un sistema democrático.
La respuesta islandesa es diferente no sólo por superar el dogma de “demasiado grande para caer”, sino por la forma empleada para hacerlo y sus consecuencias. La renacionalización de los tres grandes bancos en 2008 abrió la puerta a una mayor transparencia, a una mayor influencia del Parlamento y, en último término, de la ciudadanía.
Un año después del primer referéndum por el que se rechazó hacer frente a los depósitos de británicos y neerlandeses en el banco Icesave islandés, el Parlamento aprobó el pasado 16 de febrero una nueva normativa para devolver esos depósitos. Y nuevamente el presidente islandés, Ragnar Grímsson, aun reconociendo la mejora en las condiciones para la devolución de los depósitos, ha decidido no firmar la nueva ley y someterla a referéndum. En la decisión del presidente ha pesado más que 40.000 personas, un quinto del electorado, le hiciera esa petición que la posición mayoritaria del Parlamento.
Independientemente del resultado, el mensaje que se transmite a británicos, neerlandeses y a la propia Unión Europea es que no basta con presionar al Gobierno islandés para recuperar los depósitos. Puede que este segundo referéndum no sea suficiente y en un futuro el Parlamento apruebe una nueva norma para la devolución de los depósitos. Pero en ese caso también parece probable que se convoque un nuevo referéndum. Aunque pueda percibirse como una debilidad, esta implicación del Parlamento y de la ciudadanía refuerza la posición negociadora del Gobierno islandés en el plano internacional. Las condiciones para la devolución de los depósitos en el caso de Islandia serán probablemente mejores que las que puedan venir de la actual negociación de irlandeses y griegos con Alemania para reducir el interés al que devolverán el fondo de rescate. La democracia interna se traduce, así, en mayor fortaleza externa.
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