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jueves, 17 de marzo de 2011

El revés de la trama, o la Ley Sinde como McGuffin

Una característica central de la sociedad red es que tanto las dinámicas de dominación como las de resistencia están basadas en la formación de redes y en la estrategia de ataque y defensa mediante redes. En realidad, es una continuación de la experiencia histórica de sociedades anteriores, como la sociedad industrial. La fábrica y las grandes empresas industriales organizadas verticalmente fueron la base material del desarrollo tanto de la burguesía industrial como del movimiento de los trabajadores. De forma análoga, hoy en día las redes informáticas para los mercados financieros globales, los sistemas de producción transnacionales, las fuerzas armadas "inteligentes" con alcance global, las redes terroristas de resistencia, la sociedad civil global y los movimientos sociales en red que luchan por un mundo mejor forman parte de la sociedad red global. Los conflictos de nuestra época se dirimen entre actores sociales en red que pretenden llegar a sus bases de apoyo y a sus audiencias mediante la conexión decisiva con las redes de comunicación multimedia.

Manuel Castells, "Comunicación y Poder".

Poner un ministerio en manos de una guionista ajena al partido es una jugada arriesgada, especialmente si genera coste electoral: tal gambito de dama sólo puede explicarse como un recurso narrativo para concentrar la audiencia en una pieza prescindible. Lo que en técnica cinematográfica se conoce como McGuffin, una excusa argumental diseñada para distraer y mantener el suspense.

¿Es la Ley Sinde el McGuffin de la Ley de Economía Sostenible? ¿Se buscaba deliberadamente atraer la atención del espectador sobre un elemento irrelevante en la trama? ¿Se decidió conscientemente sacrificar como chivo expiatorio a la industria del cine nacional para beneficiar -entre otros actores ocultos- a las compañías eléctricas?

Mucho tiempo antes de que se filmase Inception estuvo Sherezade: la trama dentro de la trama, como una matrioska infinita de historias. Dice una vieja leyenda que quien complete las Mil y Una Noches se volverá loco: un loco que se dirige al abismo mientras le muerde las piernas el perro rabioso de los mercados.

Hay otro giro en la trama: la propiedad intelectual no es lo importante. El copyright sólo es un instrumento más para obtener el control de internet: el verdadero objetivo es la audiencia. El poder político necesita del poder mediático, y el poder mediático necesita destruir aquellos nodos de la red que no controla. Como se vio el 19 de diciembre, las páginas de enlaces pueden catalizar la audiencia hacia un objetivo político, sin necesidad de que V intercepte la señal televisiva.

El poder jerárquico estatal ha sido ya muy debilitado por una red, la de los mercados financieros, que controla la comunicación infinitamente mejor que los tristes Fouchés que nos gobiernan. Y para enfrentarse a esa red no sirven de mucho estructuras políticas del pasado, que responden al viejo esquema piramidal de líderes, cuadros, aparatos y bases. Si queremos dotar a la política de un sentido en la sociedad red, necesitamos estructuras distribuidas en red.

Sí, quizás toda la lucha contra la Ley Sinde no fue más que un McGuffin. Quizás lo verdaderamente importante era fortalecer las conexiones de los nodos y prepararlos para batallas más decisivas. La libertad de expresión en red es la herramienta clave para defender todos los demás derechos políticos y sociales, en estado de sitio ante el acoso del poder de los mercados.

“Dios mueve al jugador, y éste, la pieza./¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza?” ¿Habrá más muñecas detrás de la última muñeca? ¿Es #nolesvotes otro McGuffin? La solución, al final de la cuenta atrás.

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