El máximo inspector nuclear a nivel mundial ha dicho este sábado que la crisis nuclear que vive Japón tras el tsunami que dañó gravemente la central de Fukushima está "todavía lejos de llegar al final", según recoge el diario 'The New York Times'.
Yukiya Amano, director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA, por su sigla en inglés) advirtió que la emergencia podría prolongarse durante semanas o incluso meses. Amano habló con el Times vía telefónica desde Viena, donde está la sede del organismo.
Además, el dirigente, que de acuerdo la publicación realizó recientemente un viaje a Japón, indicó que las autoridades todavía no están seguras de si los núcleos de los reactores y el combustible utilizado habrían sido cubiertos con el agua necesaria para enfriarlos.
Su mayor preocupación se centra ahora en las barras usadas de combustible que están descubiertas en las piscinas de enfriamiento situadas en la parte superior de los edificios de los reactores.
Según sus palabras, no se sabe con certeza si han sido exitosos los esfuerzos por rociar agua dentro de las piscinas para evitar que las barras se incendien y liberen gran cantidad de material radiactivo.
Si las piscinas se llenan con agua, pero no se reparan los sistemas de enfriamiento "la temperatura subirá", afirmó Amano, lo que eleva la amenaza de nuevas filtraciones radiactivas.
'Unas pocas señales positivas'
A pesar de ello, el director del OIEA comentó al diario que vio unas pocas "señales positivas" con la restauración de parte de la energía eléctrica hacia la planta. Pero, acotó, "deben hacerse más esfuerzos para poner fin" a las consecuencias del accidente, aunque destacó que no estaba criticando la respuesta de Japón.
En esta línea, la empresa operadora de la central, Tepco, comenzará hoy con los trabajos para drenar agua radiactiva de algunas zonas de la central y así facilitar la labor de los operarios que trabajan en la planta, tres de los cuales estuvieron expuestos a contaminación el pasado jueves.
Según informó la televisión pública NHK, la compañía comenzará a bombear el agua altamente radiactiva que se cree que se ha acumulado e inundado las plantas subterráneas de los reactores 1,2,3 y 4.
El pasado jueves, día 24, tres trabajadores estuvieron expuestos a altas concentraciones de material radiactivo, mientras trabajaban en el edificio de turbinas del reactor 3, al entrar en contacto con agua con un nivel de radiación 10.000 veces superior al normal.
La eléctrica consideró que lo más probable es que el agua esté contaminada con sustancias radiactivas procedentes de fugas del núcleo del reactor o de la piscina de almacenamiento de combustible nuclear usado, algo que podría suceder también en otras unidades.
Los técnicos de la compañía bombearán el agua de zonas inundadas del reactor 1 al condensador de agua de las turbinas e intentarán este domingo proceder de modo similar en la unidad 2.
Asimismo, los ingenieros esperan devolver la luz a la sala de control del reactor 4 e inyectarán agua dulce en las piscinas de combustible de las unidades 1, 2, 3 y 4 para eliminar los sedimentos que se hayan podido formar con la inyección de agua salada.
Los operarios utilizarán a partir de ahora bombas de agua eléctricas, lo que facilitará las labores de refrigeración de las piscinas donde se almacenan las barras de combustible nuclear usado, que deben estar cubiertas de agua para evitar que se fundan y emitan radiación.
Preocupante radiación en el mar
A pesar de los esfuerzos, los datos negativos aumentan cada jornada que pasa. La Agencia Nuclear de Japón ha comunicado esta madrugada que los niveles de radiactividad continúna creciendo de manera preocupante en las aguas del mar cercano a la central de Fukushima.
En concreto, esos niveles serían 1.850 veces superior a las tasas normales. La cantidad de yodo radiactivo detectado en el líquido es aún mayor que la de ayer, cuando varios funcionarios japoneses reconocieron que la radiactividad en esa misma zona estaba 1.250 veces por encima de lo permitido.
Pese a los llamamientos a la calma del Gobierno, los avisos sobre la radiactividad llevaron esta semana a que los residentes de Tokio agotaran buena parte de las existencias de agua mineral de la ciudad y las autoridades pidieran a las empresas embotelladoras un aumento de la producción. Además, los responsables municipales repartieron 240.000 botellas de 550 mililitros a las familias de unos 80.000 bebés de Tokio y cinco ciudades cercanas.
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