Como si fuese una misión espacial, o el nombre de una operación de combate militar, hace 40 años, el entonces presidente estadounidense, Richard Nixon, decidió declararle la 'guerra al cáncer' con la firma de un acta nacional que se planteaba como objetivo de acabar con la enfermedad.
Aquel objetivo suena hoy a sueño utópico, y todas las predicciones sobre el final de esta patología que se han hecho desde entonces han quedado siempre en papel mojado. Sin embargo, en algunos aspectos, nada tiene que ver la situación actual con la que se vivía en aquel 1971.
Con motivo de este 40 aniversario, la revista 'Science' publica esta semana un número especial en el que varios artículos analizan lo que se ha hecho y, sobre todo, lo que aún queda por hacer para pensar si quiera en comenzar a ganar esa 'guerra'.
"Es cierto que para algunos tumores (páncreas, cerebro e hígado, por ejemplo), la fotografía no ha mejorado en este tiempo", se lamenta en uno de los textos Eliot Marshall, "pero hay que recordar que la mortalidad por cáncer empezó a descender en EEUU en los años noventa y la atención a muchos tumores no tiene nada que ver en la actualidad con lo que ocurría hace 40 años. Definitivamente, las cosas se están moviendo en la buena dirección".
Supervivientes
Precisamente, como advierte David Malakoff en otro de los comentarios, las mejoras en muchas de las terapias y el envejecimiento de la población plantean un nuevo problema: cómo atender y cuidar a ese nuevo 'ejército de supervivientes', cuyas medicinas habrá que seguir pagando. "Irónicamente, los costes [de la atención al cáncer] se están incrementando porque la población sobrevive a diagnósticos que hace unas décadas hubiesen acabado con sus vidas".
En 2020, por ejemplo, se calcula que habrá unos ocho millones de personas con cáncer de mama y próstata, cuya atención médica continuada ascenderá a unos 18.000 millones de dólares (unos 13.000 millones de euros) en esa fecha. Las predicciones más optimistas hablan de un aumento del 27% en la factura oncológica que deberá afrontar EEUU en la próxima década.
Buena culpa de ello la tienen los nuevos tratamientos, a los que dedica Jocelyn Kaiser su espacio en este número conmemorativo. Encontrar el talón de Aquiles del tumor y atacarlo allí mismo con un fármaco dirigido se ha convertido en la nueva filosofía que guía la oncología moderna. El problema es que muchas veces, como si de un virus se tratase, la célula tumoral es capaz de generar resistencias y 'escapar' a la acción del medicamento al cabo de ciertos meses.
Estas resistencias llevan a la escritora a comparar el cáncer en ciertos sentidos con el virus del VIH, con la diferencia de que los pacientes oncológicos tienen muchas más peculiaridades genéticas entre sí, lo que dificulta la caza del enemigo. Pero si hay algo algo en lo que oncología está copiando el patrón de la lucha contra el virus del sida, es en el empleo de varias combinaciones de fármacos, para atacar a la enfermedad desde varios flancos al mismo tiempo.
Aunque para probar esos cócteles, advierten, las compañías farmacéuticas tendrán que ponerse de acuerdo entre ellas a la hora de diseñar sus ensayos clínicos, dejando atrás su "competición comercial"; además, será necesario comprobar que esas combinaciones no tienen efectos secundarios graves para los pacientes.
Genética, inmunología, biología molecular, atención psicológica... La 'guerra contra el cáncer' que se libra desde hace más de 40 años está lejos aún de ser ganada, aunque cada vez son más los frentes abiertos por parte de la ciencia que permiten ir ganando pequeñas batallas.
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