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lunes, 14 de marzo de 2011

El Discovery sale a la venta: Casi 21 millones de euros por 78 toneladas de chatarra espacial


28,8 millones de dólares, ó 20,7 millones de euros. Ése es el precio que la NASA va a cobrar al museo que se quede con el transbordador espacial Discovery, que el miércoles terminó su viaje número 39 al espacio, el último que realizará la nave. En realidad, la cantidad que pide la agencia espacial estadounidense es cero dólares. Los 20,7 millones de euros son el coste de las operaciones de limpieza de los componentes tóxicos—particularmente, restos de combustible—de la nave, que durarán 9 meses. A partir de ese momento, el transbordador, que pesa alrededor de 78 toneladas, quedará a disposición de quien lo quiera.

Y ése es un importante motivo de controversia. Porque, por ahora, al menos cinco museos lo quieren, según 'The New York Times'. Entre ellos están el Museo de la NASA en Houston (Texas), que ha lanzado una página web reclamando "que el transbordador vuelva a casa", o el de la Aviación en Seattle, que proclama sus derechos basándose en que el avión espacial fue parcialmente construido en las fábricas de Boeing en esa ciudad y que ha llegado al extremo de empezar a construir una nave para colocar en ella al Discovery, pese a que no tiene ninguna garantía de que lo recibirá.

Otro museo que quiere el transbordador es el del Aire y el Espacio de Nueva York, que resultará conocido para los turistas que visitan esa ciudad porque su sede principal es el portaviones Intrepid, anclado en Manhattan, y en cuya cubierta puede verse una impresionante colección de aparatos, incluyendo al mítico avión-espía SR-71. Este último centro ha lanzado incluso una campaña de recogida de firmas online para que esa nave—o alguna de sus dos gemelas, el Atlantis y el Endeavour— acaben en la ciudad de los rascacielos.

Competición entre museos

Algún museo ha ido todavía más lejos, y ha empezado a construir la instalación en la que el Discovery estará expuesto, a pesar de que no hay ninguna certeza de que acabe allí. Ése es el caso del Museo de la Fuerza Aérea, en Dayton, en Ohio, la ciudad en cuya gigantesca base aérea que se firmó el acuerdo de paz que acabó con la Guerra de Bosnia y en la que nació el pionero de la Aviación Orville Wright. Ese Museo ya ha recibido 10 millones de euros del Gobierno de Obama para recibir al transbordador.

Pero, si la Casa Blanca parece apostar por Dayton, el Congreso ha decidido que el avión espacial debe jubilarse en el Smithsonian de Washington. Y para ello ya ha anunciado que pagará, con una dotación presupuestaria extra, los 20,7 millones de euros de limpieza del Discovery. Entretanto, la NASA también tiene su apuesta: el Centro Espacial Kennedy, junto a la rampa de lanzamiento desde la que el Discovery ha realizado sus 39 misiones.

Quien no se lleve al Discovery todavía podrá optar a otros dos transbordadores: el Endeavour, que realizará su último viaje (el número 25) el mes que viene, y el Atlantis, que saldrá al espacio, sin todo ocurre como está previsto, en julio. Con ese viaje, Estados Unidos cerrará el capítulo de los aviones espaciales conocidos como 'transbordadores' ('shuttle', una palabra que se utiliza para un vehículo que realiza de forma regular un trayecto), un programa marcado por los problemas técnicos y por la pérdida en accidente de dos de las cinco naves de la flota, el Challenger, en 1986, y el Columbia, en 2003.

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