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miércoles, 23 de febrero de 2011

“La UE practica una política de impresentable doble rasero hacia Cuba”



¿Sobre qué bases se asienta la política de la Unión Europea respecto a Cuba? ¿Sigue ésta los dictados de Washington? ¿Mantiene Europa unos criterios excepcionales respecto a Cuba o existe un doble rasero?

Para contestar estos interrogantes, el investigador y jefe del departamento de Asuntos Globales del Centro de Estudios Europeos de La Habana, Raynier Pellón, ha pronunciado una conferencia en la facultad de Economía de Valencia, invitado por la Asociación Valenciana de Amistad con Cuba José Martí, la Asociación de Cubanos en Valencia “Caguairán” y Joves d’Esquerra Unida.

“La política de la Unión Europea respecto a Cuba se basa en un impresentable doble rasero y en una incoherencia absoluta de criterios”, ha subrayado el joven investigador, licenciado en Historia. No hay más que enumerar un puñado de ejemplos para comprobar las diferentes varas de medir.

En los casos de Israel respecto a Palestina, Marruecos frente al Sáhara y el golpe militar en Honduras, la UE no ha denunciado las violaciones de los derechos humanos, algo que sí hace en Cuba. “Este discurso de aparente defensa de los derechos humanos esconde una política exterior de carácter ingerencista”, ha subrayado Pellón.

Y ha añadido: “Tampoco han condenado la injusta prisión que durante once años han sufrido los cinco héroes cubanos en las cárceles de Estados Unidos, por el mero hecho de defender a sus conciudadanos del terrorismo o los vuelos de la CIA sobre el espacio aéreo europeo”. Cuba es el único país de América Latina hacia el que la Unión Europea sostiene una “Posición común”.

¿Cómo entender este posicionamiento? Una de las claves radica en el mismo origen de la UE. Según Raynier Pellón, “La Unión Europea es un proyecto del gran capital desde su génesis. De hecho, su toma de decisiones viene determinada por los intereses de las grandes trasnacionales”.

Pellón cita otro ejemplo de esta particular “Ley del Embudo”: El Parlamento Europeo –encabezado por su mayoría conservadora- aprueba resoluciones pidiendo la democratización de Cuba. Pero lo hace desde sus escasas competencias legislativas, pues ni siquiera puede tomar decisiones vinculantes para los estados de la Unión. Es decir, ocultando su déficit de legitimidad democrática.

A pesar de su juventud (30 años), las opiniones del investigador cubano están avaladas por el trabajo de investigación. Entre sus últimas publicaciones destacan “Tratado de Lisboa: ¿Fin de la crisis institucional?” o “El papel de España en la UE y su impacto para las relaciones con Cuba”.

Europa está formada por múltiples actores, generalmente con intereses diferentes e incluso antagónicos, como puede apreciarse en la presente crisis económica. Pero respecto a Cuba se ha articulado una “Posición Común”, que no es sino “un ejemplo palmario de la subordinación de la Unión Europea a los intereses de Estados Unidos”.

En el fondo, tanto la “Posición Común” como la estadounidense Ley Helms-Burton, “tratan de evitar la soberanía y la independencia del pueblo cubano y negar los logros sociales de la revolución”, ha insistido el investigador de las relaciones entre Cuba y Europa.

La “Posición Común” tuvo su origen en el Departamento de Estado de Estados Unidos, promovida por sus funcionarios en el marco de la UE y, finalmente, propuesta por el Gobierno de José María Aznar en 1996. A partir de 2003 la Unión Europea comenzó a aplicar un régimen de sanciones sobre Cuba, que se derogó en 2008. Sólo entonces se inició, sobre la base del innegociable respeto a la soberanía cubana, el diálogo político y la cooperación con la Comisión Europea (no con la Unión Europea) y los acuerdos bilaterales con algunos países de la Unión: España, Portugal, Italia, Chipre o Bélgica.

Esta tímida apertura no modifica para nada el marco general de la relación entre la UE y Cuba, “basada en la Posición Común y el seguidismo a las directrices de Washington”, ha aclarado Raynier Pellón.

¿Y en cuanto al futuro? El historiador dibuja tres posibles escenarios: el más positivo, pero menos probable, consiste en la eliminación de la Posición Común a cambio de un acuerdo general de cooperación; la segunda opción es el mantenimiento del statu quo actual (Posición Común y cooperación con la Comisión Europea y algunos países); y, en tercer lugar, la peor de las perspectivas: que una mayoría conservadora en el Parlamento Europeo tensione aún más las relaciones.

Respecto a Estados Unidos, pese a la venta interesada por parte de Obama de un bloqueo más suave y unas relaciones más flexibles, Pellón niega la mayor: “la política de bloqueo impuesta hace más de 50 años no ha variado en esencia. Tampoco la Ley Helms-Burton. Sólo ha habido cambios cosméticos. Un ejemplo: Estados Unidos mantiene en sus presupuestos cifras millonarias para financiar la denominada oposición, en realidad, mercenarios”. ¿Admitiría tal grado de ingerencia alguno de los países que exige democracia para Cuba?

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