Un informe de la Comisión Europea señalaba el mes pasado los elevadísimos índices de fracaso escolar en nuestro país. Según este estudio, el 31% de nuestros estudiantes no finalizan la ESO, lo que sitúa a España entre los países con peores resultados duplicando los registros europeos. Unos datos que han sacado de su letargo a la comunidad educativa comenzando por el ministro del ramo, Ángel Gabilondo, que lejos de asumir sus responsabilidades, ha tildado de «relativas» las cifras de la Comisión Europea.
Indagar en las causas del fracaso escolar significa poner en tela de juicio el modelo económico y productivo del país. En efecto, muchos jóvenes abandonan sus estudios atraídos por la demanda de empleos de baja calificación que les permite acceder a los bienes de consumo y a mayores cuotas de independencia. Ofertas de empleo en la construcción o la hostelería han sido los cantos de sirena que han cautivado los oídos de nuestros jóvenes que han accedido al mercado de trabajo prematuramente y sin una formación adecuada. La crisis económica les ha enviado al desempleo “sine die” y con muy pocas posibilidades de acceder a trabajos cualificados que son los que sobreviven más dignamente. Es nuestra generación “ni-ni”, los jóvenes que ni estudian ni trabajan, que han pasado por multitud de empleos como repartidores de pizzas, cajeras en centros comerciales, peones de albañil, camareros y camareras, teleoperadoras, vigilantes..., seducidos por el mercado y en quienes se ha inculcado que el abandono de la escuela no significaba un fracaso sino un éxito y la puerta de entrada a la vida adulta y que han apreciado más la formación que da la práctica del trabajo que la de la escuela.
Cerrar los ojos a la realidad
Han tratado las autoridades educativas de restar importancia a los datos y el mismo informe europeo señala a los hijos de los inmigrantes porque abandonan antes los estudios. Siempre ha sido más fácil culpar a los más débiles obviando, en este caso, a los verdaderos responsables del fracaso escolar y que desde las páginas de Distrito 19 venimos denunciando históricamente. La responsabilidad debe centrarse, primordialmente, en las autoridades educativas que han reducido paulatinamente los recursos de la Educación Pública, fomentando la creación de verdaderos guettos en los centros educativos donde han concentrado a la casi totalidad del alumnado emigrante y protegiendo los intereses de la Educación privada y concertada. No hay que ir muy lejos para corroborar estos datos, lo habitual en los colegios de nuestro distrito es que los centros públicos asuman a todos los alumnos inmigrantes, de otras etnias o con necesidades de educación especial. Si a ello sumamos el recorte presupuestario, el resultado no puede ser otro que el aumento del fracaso escolar.
Y no solo se trata del papel asignado a la Educación Pública, hay otros aspectos que señalan a las diferentes administraciones como responsables del fracaso escolar. Un ejemplo paradigmático lo tenemos en el distrito de Vicálvaro. El Plan Especial de Inversiones 2004-08 tenía previsto un Centro Ocupacional de Empleo que fue transmutado por arte de magia en el actual Vivero de Empresas situado al final de la calle Villablanca. Es decir, el Ayuntamiento permutó la inversión en educación por la subvención a los empresarios, transfirió los impuestos de los vecinos que se deberían dedicar al fomento del empleo a una partida presupuestaria que restará inseguridad a la aventura empresarial.
La consecuencia lógica de la suma de todos estos factores es el fracaso escolar; otra cosa sería un milagro.
La Junta Municipal ni siquiera ha sido capaz de que la Consejería de Educación de la Comunidad le facilite el dato exacto de fracaso y abandono escolar de Vicálvaro, que el grupo de IU ha pedido en varias ocasiones en el Pleno. Parece que hay miedo a que un elevado índice de fracaso escolar ponga de manifiesto el fracaso del modelo social que nos propone el PP. Pero sin diagnóstico y sin reconocimiento de la realidad no puede haber solución a los problemas.
Indagar en las causas del fracaso escolar significa poner en tela de juicio el modelo económico y productivo del país. En efecto, muchos jóvenes abandonan sus estudios atraídos por la demanda de empleos de baja calificación que les permite acceder a los bienes de consumo y a mayores cuotas de independencia. Ofertas de empleo en la construcción o la hostelería han sido los cantos de sirena que han cautivado los oídos de nuestros jóvenes que han accedido al mercado de trabajo prematuramente y sin una formación adecuada. La crisis económica les ha enviado al desempleo “sine die” y con muy pocas posibilidades de acceder a trabajos cualificados que son los que sobreviven más dignamente. Es nuestra generación “ni-ni”, los jóvenes que ni estudian ni trabajan, que han pasado por multitud de empleos como repartidores de pizzas, cajeras en centros comerciales, peones de albañil, camareros y camareras, teleoperadoras, vigilantes..., seducidos por el mercado y en quienes se ha inculcado que el abandono de la escuela no significaba un fracaso sino un éxito y la puerta de entrada a la vida adulta y que han apreciado más la formación que da la práctica del trabajo que la de la escuela.
Cerrar los ojos a la realidad
Han tratado las autoridades educativas de restar importancia a los datos y el mismo informe europeo señala a los hijos de los inmigrantes porque abandonan antes los estudios. Siempre ha sido más fácil culpar a los más débiles obviando, en este caso, a los verdaderos responsables del fracaso escolar y que desde las páginas de Distrito 19 venimos denunciando históricamente. La responsabilidad debe centrarse, primordialmente, en las autoridades educativas que han reducido paulatinamente los recursos de la Educación Pública, fomentando la creación de verdaderos guettos en los centros educativos donde han concentrado a la casi totalidad del alumnado emigrante y protegiendo los intereses de la Educación privada y concertada. No hay que ir muy lejos para corroborar estos datos, lo habitual en los colegios de nuestro distrito es que los centros públicos asuman a todos los alumnos inmigrantes, de otras etnias o con necesidades de educación especial. Si a ello sumamos el recorte presupuestario, el resultado no puede ser otro que el aumento del fracaso escolar.
Y no solo se trata del papel asignado a la Educación Pública, hay otros aspectos que señalan a las diferentes administraciones como responsables del fracaso escolar. Un ejemplo paradigmático lo tenemos en el distrito de Vicálvaro. El Plan Especial de Inversiones 2004-08 tenía previsto un Centro Ocupacional de Empleo que fue transmutado por arte de magia en el actual Vivero de Empresas situado al final de la calle Villablanca. Es decir, el Ayuntamiento permutó la inversión en educación por la subvención a los empresarios, transfirió los impuestos de los vecinos que se deberían dedicar al fomento del empleo a una partida presupuestaria que restará inseguridad a la aventura empresarial.
La consecuencia lógica de la suma de todos estos factores es el fracaso escolar; otra cosa sería un milagro.
La Junta Municipal ni siquiera ha sido capaz de que la Consejería de Educación de la Comunidad le facilite el dato exacto de fracaso y abandono escolar de Vicálvaro, que el grupo de IU ha pedido en varias ocasiones en el Pleno. Parece que hay miedo a que un elevado índice de fracaso escolar ponga de manifiesto el fracaso del modelo social que nos propone el PP. Pero sin diagnóstico y sin reconocimiento de la realidad no puede haber solución a los problemas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario