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domingo, 27 de febrero de 2011

Dirigente judío cubano conocía a Alan Gross, estadounidense encarcelado por presunto contrabando de artefactos de comunicación satelital

CBS News

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens


Quien fue hasta otoño de este año vicepresidente del Templo Beth Shalom dijo el jueves a CBS News que había encontrado más de una vez al contratista estadounidense que enfrenta una posible sentencia a 20 años por crímenes contra la seguridad del Estado cubano.

Alan Gross, nativo de Potomac, Maryland, EE.UU., será juzgado el 4 de marzo, acusado de presunto contrabando en artefactos de comunicación satelital prohibidos según la ley cubana. Ha estado en prisión durante los últimos 15 meses.

Gross trabajó para una compañía subcontratista de un programa de USAID para producir cambio de régimen en Cuba. El programa fue iniciado durante el gobierno de Bush.

Miller evitó la pregunta de si va a ser testigo de la acusación, y dijo solamente: “Voy a estar presente, soy parte del asunto”.

Miller es el primer miembro de la pequeña comunidad judía de Cuba que admite haber conocido y hablado con Gross.

“Conozco a la persona. Conozco exactamente a la persona a la que se refiere”, dijo en una conversación telefónica con CBS.

“Lo encontré en la comunidad judía [el edificio que alberga el Templo Beth Shalom, conocido como el Patronato, el mayor centro comunitario judío del país]. Fue más de una vez”, dijo Miller en respuesta a las preguntas.

Adela Dworin, quien se hizo cargo de la presidencia del Templo después de la muerte del abuelo de Miller, José Miller en 2006, ha negado haber conocido a Gross cuando le preguntaron poco después del arresto del estadounidense en diciembre de 2009. Más recientemente, dijo a periodistas que tantos estadounidenses van al Templo, que simplemente no sabía si había sido uno de ellos.

Miller dijo que no hablará ante las cámaras hasta después del juicio, y agregó: “Permítame que le diga que la solución del problema vendrá pronto. Es complicado. Es difícil incluso para mi persona.”

Cuando se le preguntó lo que quería decir, todo lo que Miller dijo fue: “Más vale que el gobierno lo explique todo”.

Miller, que antes era una presencia constante en el Patronato, desapareció de la comunidad a comienzos del otoño. Cuando se le preguntó lo que ha estado haciendo, Miller dijo: “He estado muy ocupado” trabajando en “proyectos” no especificados. Fuentes cercanas a la comunidad sugirieron que ha estado trabajando con la fiscalía para preparar el caso contra el trabajador del desarrollo de 61 años.

Cuando se le preguntó si Gross le había ofrecido un B-gan (un artefacto de acceso a satélites con capacidad de Internet y telefónica), Miller dijo, hablando en inglés, que Gross “estaba tratando de juguetear un poco al respecto. No estoy seguro de cuál era su trabajo real, lo que estaba haciendo.”

También negó haber aceptado “personalmente” cualquier equipo satelital del estadounidense. También ha habido alguna especulación de que Miller había aceptado algo de Gross y que sería acusado en el caso.

EE.UU. exige la liberación de Gross

EE.UU. exige que Cuba libere a Gross, y dice que sólo estaba suministrando acceso a Internet a grupos judíos en la isla para que pudieran comunicarse entre ellos y con otros judíos en todo el mundo y que no ha cometido ningún crimen.

Miller insiste, sin embargo, en que lo que Gross estaba haciendo “no tenía absolutamente nada que ver con la comunidad judía”.

Refiriéndose a cuando filmaron el Patronato de CBS en septiembre pasado, Miller declaró: “Yo estaba presente cuando ustedes estaban filmando en la Comunidad. Ustedes lo vieron. Tenemos computadoras. Tenemos Internet. No necesitamos a personas como Alan Gross.”

Se ha insinuado que la renuncia de Miller como vicepresidente del Templo tiene el objetivo de distanciar del caso a la comunidad religiosa en su conjunto.

En una reunión con algunos miembros de una delegación de la Liga de Mujeres Votantes del Sur de Florida, el jueves por la tarde, Dworin dijo que la comunidad judía “tiene las mejores relaciones con el gobierno” y subrayó que no se metían en política. Mencionó la reciente visita del presidente Raúl Castro a Beth Shalom, cuando llevando una kipá encendió la primera de las velas de Jánuca. Fue una visita interpretada por muchos observadores como un intento de mostrar que el gobierno no permite que el caso de Gross se extienda a los judíos de Cuba.

La mujer de Gross, Judy, ha pedido al gobierno cubano que devuelva a su esposo a su país por motivos humanitarios. Incluso envió una carta expresando remordimiento por el trabajo de su esposo directamente al presidente Raúl Castro en agosto pasado. Recibió permiso para visitar a su esposo en su celda en un hospital de La Habana durante el verano pasado.

El gobierno cubano dice que se permitirá que funcionarios consulares estadounidenses, –quienes han tenido acceso a Gross durante su encarcelamiento– su familia y los abogados de la familia, asistan al juicio.

El sistema legal cubano se basa en el español y usualmente involucra a un panel de jueces en lugar de un jurado. Casi siempre se ha negado acceso a la prensa al tribunal cuando se trata de casos que tienen que ver con crímenes políticos y no se espera que se haga una excepción en este caso.

El gobierno cubano ve los actuales programas de Washington de “desarrollo de la sociedad civil” en la isla como continuación de los esfuerzos durante más de medio siglo por debilitar la revolución llevada al poder por Fidel Castro en 1959. Dirigió el país hasta 2006, cuando la enfermedad lo obligó a entregar el poder a su hermano Raúl, elegido formalmente hace tres años.

El Departamento de Estado de EE.UU. ha dicho que el encarcelamiento de Gross es un obstáculo importante para cualquiera mejora de las relaciones entre los dos países, que no tienen relaciones diplomáticas sino mantienen simplemente Secciones de Interés en la capital del otro. Pero varios analistas cubanos señalan que aunque el presidente Obama llegó al poder hablando de un cambio de política hacia la isla comunista, no ha hecho mucho más que reducir regulaciones restrictivas a lo que eran en la era de Clinton.

El presidente Raúl Castro ha dicho en más de una ocasión que nada ha cambiado en la política de EE.UU. hacia su país mientras la Casa Blanca de Obama sigue apoyando totalmente el embargo económico y comercial de más de cinco décadas (conocido aquí como bloqueo) contra la isla.

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