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domingo, 27 de febrero de 2011

Aventura subterránea en Montclar


Las piedras y los charcos son los obstáculos más frecuentes que deben superar los excursionistas en una peculiar travesía por el túnel de Montclar. Sin embargo, el enemigo más difícil al que se enfrentan es la claustrofobia, ya que buena parte de la ruta se realiza por un paso subterráneo de finales del siglo XIX con el esfuerzo de más de 6.000 personas y que, en algunos tramos, alcanza los 130 metros bajo tierra.

La incursión por la antigua mina, que se lleva realizando desde enero y se repetirá el próximo domingo 27 de febrero, tampoco es apta para holgazanes. La ruta requiere cuatro horas y media para recorrer 17 km a pie pero se convierte en una alternativa a todas las excursiones tradicionales porque los puntos del itinerario no son los típicos caminos polvorientos con cuestas y bajadas.

El punto de partida se encuentra en la pequeña localidad del norte del Segre, Montsonís, un pueblo con un gran encanto medieval. Equipados siempre con botas de agua y ropa de abrigo -debido a la bajas temperaturas de la zona-, nos adentramos en el túnel para recorrer los primeros cinco kilómetros.

Una vez en las profundidades, el único punto de orientación es el guía que acompaña a los asistentes, así como la luz de las linternas, que se convierten en el mejor aliado en el particular tour bajo tierra. Durante las dos horas que dura el camino por la mina la oscuridad y la sensación de agobio pueden marcar el ritmo del viaje.

Camino de una fortaleza de la época de la Reconquista

Ya bajo la luz del sol, después de salir del túnel y con un calzado más cómodo, se emprende un nuevo viaje, esta vez hasta el castillo de Montclar. En el primer cruce giramos a la izquierda y estamos listos para emprender la nueva etapa: 4.250 m, 140 de los cuales son de desnivel, que se recorrerán en una hora aproximadamente.

En esta ocasión las vistas al paisaje triguero sí que se convierten en una compañera más de la aventura. Una vez en Montclar llegamos al castillo, declarado Monumento Histórico y Artístico de carácter nacional, y desde su emplazamiento se contempla todo el trayecto que se ha realizado hasta el momento.

Una vez visitada la fortaleza medieval de principios del siglo XI, se inicia el camino hacia pueblos cercanos como Foradada o Rubió, donde podemos comer y reponer fuerzas. Tras la pausa será necesario caminar media hora más para llegar al punto de partida que da fin a la ruta.

Esta aventura por un paradero poco convencional se convierte en una magnífica ocasión para poner a prueba nuestra resistencia y adentrarnos en un túnel que sólo se puede visitar en invierno y otoño, cuando el canal no lleva agua. Sin duda, una experiencia de lo más variada que combina momentos de emoción al adentrarnos en el canal de agua; de curiosidad al descubrir nuevos pueblos de la zona y de tranquilidad al hacer senderismo por las bellas Tierras de Poniente.

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