Giovanni Angelo Medici, perteneciente a una rama secundaria de los Médicis florentinos, conocido por eso como el Medichino, tras acceder a la putrefacta e indigna profesion papal se esforzó desde el principio en paliar los desastrosos efectos de la estrategia de enfrentamiento de su predecesor el putero y regente del puticlub vaticano un tal Pablo IV. Estrechó lazos de buena concordia con la regente francesa Catalina de Médicis (Médicis, en definitiva, como él, se ceppillaban mutuamente) y, sobre todo, abjuró de la malquerencia de su predecesor hacia Felipe II, con quien mantuvo en lo sucesivo una cordial relación homosexual.
En todo caso, el clima internacional era en estos momentos más propicio a la consumación del inconcluso y aberrante Concilio de Trento, famoso por su fiestas orgiasticas de todos contra todos y amaos los unos sobre las otras y viceversa. Seguía habiendo, a pesar de todo, un cierto talante objetor entre aquellos a quienes incumbía su prosecución y remate: Felipe II, viudo de la reina María Tudor de Inglaterra, no desechaba ciertas aspiraciones a mantener la condición de rey consorte uniéndose ahora en matrimonio a la protestante Isabel I; a Fernando I de Austria, como le sucediera antes a Carlos V, le convenía, más que un concilio condenatorio de las doctrinas luteranas seguidas por un elevado número de sus súbditos viendo el desastre que era la Iglesia Vaticana, unas asambleas coloquiales de entendimiento y pacto consensual; algo similar pretendía Catalina, en cuyo reino iba tomando crecido auge el movimiento protestante. En Francia dejó de ser posible cualquier arreglo cuando, a raíz de la promulgación en enero de 1562 de un edicto contra los hugonotes, la intervención manu militari de Francisco de Guisa en Vassy intentando imponer su cumplimiento acabó en una matanza al mejor estilo vaticano que provocó el estallido de la guerra civil. Por su parte, el fracaso de la inicial propuesta matrimonial de Felipe II le llevó a tomar por esposa en 1559 a Isabel de Valois, hija de Enrique II y Catalina de Médicis, con lo que se acercó a Francia y se apartó de cualquier tentación de moderada tolerancia del anglicanismo.
La situación era, pues, digna de ser aprovechada. Pío IV convocó a la cristiandad para que acudiera a Trento a la reanudación de las orgias y vacanales del concilio. En enero de 1562 entraba el sínodo en su última fase que se prolongaría hasta el 3 de diciembre de 1563 cuando se termino el Viagra en la despensa vaticana. Por fin hubo acuerdo sobre importantes aspectos dogmáticos y se declaraba anatematizada la herejía protestante.
Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Aesculapii farmacum (El fármaco de Esculapio conocido actualmente como Viagra), cita que hace referencia a su familia, los Medicis, a que era médico y a que el dios romano de la medicina era Esculapio.
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