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sábado, 3 de julio de 2010

El putero Berlusconi, las seis brasileñas y el chiste de la camarera

El diario brasileño O Estado de Sao Paulo dedicó este jueves una larga crónica a una supuesta exclusiva. Afirma que el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, coronó su reciente visita oficial a Brasil el lunes por la noche asistiendo a una fiesta privada celebrada en la suite de un hotel de lujo con seis bailarinas locales.

El artículo incluye una foto de la bailarina Alexandra Valença, especialista en barra vertical, de 28 años, quien declara que las chicas fueron convocadas a la fiesta por "un tal Valter", que se presentó como "empresario italiano" y les prometió una "próxima actuación en un programa televisivo de un canal de Berlusconi".

La bailarina asegura haber cobrado 1.000 euros por actuar 12 minutos, alternando tango y lap dance, al ritmo de la canción Nao Enche de Caetano Veloso. "Durante la cena me presentaron el proyecto de un programa para la televisión de Berlusconi, y me dijeron que querían llevar a brasileñas", afirma.

Pero desde Palacio Chigi, sede de la presidencia del Gobierno, llega fulminante una nota oficial que desmiente la reconstrucción del periódico brasileño. "El lunes 28 de junio, el Presidente Berlusconi, acompañado por personas de su séquito y numerosos escoltas participó, por invitación de un empresario, en uno de los muchos recibimientos organizados. En esa circunstancia fue preparado un breve espectáculo de folclore típico en el que participaron artistas brasileños", dice la nota.

Y añade: "El presidente Berlusconi no participó en la cena posterior, y, tras una breve permanencia de cortesía, se marchó para atender otros compromisos de trabajo. Por tanto las noticias aparecidas en algunos sitios web no tienen fundamento y son fruto de la voluntad de alguno por buscarse publicidad".

Durante el viaje a Brasil, Berlusconi dejó algún chiste vulgar que logró sonrojar a los empresarios italo-brasileños con los que se reunió. Se ha hecho ya célebre en Italia el chiste de la ciulatina, traducible como el del polvo. "La memoria juega malas pasadas", contó Berlusconi, de 73 años, a su auditorio. "Esta mañana quería echar un polvo con una camarera del hotel. Cuando se lo digo, ella me dice: 'presidente, pero si lo hemos hecho hace una hora'... ¿Veis qué bromas tan pesadas gasta la edad?". Ante las risas en la sala, la apostilla de Berlusconi: "No os fiéis de quién no se sabe reír, no os fiéis".


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