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domingo, 23 de mayo de 2010

Mourinho y el Inter tocan la gloria en Madrid


El Inter de Milán quemó los trámites, según su costumbre en las grandes noches. Provisto de su habitual ciclópea armadura, pegó sin compasión a un Bayern animoso que le hace reverencias al balón, aunque le falte delicadeza en su devoción y precisión en su afán de gol. Quien hiere en el equipo italiano es un fabuloso delantero argentino, Diego Milito, bigoleador, dueño de la Champions. Ordena la caza un estratega portugués que niega las características ultradefensivas de su propuesta. José Mourinho rechaza evidencias, pero le ha dado a la institución italiana el título europeo que buscaba desde hace 45 años. Y el triplete de la temporada. ¿No es eso lo que cuenta? [Narración, estadísticas]

Hace unos días, el técnico español Rafa Benítez dictó lección en Madrid y certificó, subido a la estadística, que en la Premier hay muchos más pases largos que en la Liga y que los porteros no sólo son los máximos pasadores, sino que casi se convierten, allá en la isla grande, en reyes de las asistencias.

En un mundo globalizado nadie espera que Benítez promueva el fútbol latino de pases en corto, ni que lo pregone un José Mourinho que enlaza con la tradición lusa de situarse más cerca de las británicas que del contintente. Hasta en el horario. 'Mou' añade a la receta inglesa clásica un puñado de unidades defensivas. Los centrocampistas, los delanteros. Todos, menos Sneijder y Milito, se mueven con una idea fija: defensa, defensa, defensa.

Así que el portero 'brasileiro' del Inter, Julio César, ejerció de 'goalkeeper' inglés: sacó en largo, mandó el balón a los tres cuartos de la cancha del Santiago Bernabéu y allí, Diego Milito peinó para dejarla a los pies de Snejider. El holandés, con los ojos cerrados, adelantó la bola al desmarque del argentino, el mejor matador de área esta temporada.

El Bayern había 35 minutos jugando al fútbol, o intentándolo, con una posesión de balón sobre el 65%, con dominio del terreno y con una superioridad de su mejor hombre, Arjen Robben, sobre el duro Chivu, gladiador con casco y todo. El árbitro había ignorado un penalti por mano de Maicon con 0-0, pero el equipo de Louis Van Gaal apenas protestó. Los alemanes obligaron a Julio César con su dominio en dos ocasiones, pero, aun sin nada de balón, el Inter encontró antes del descanso otra opción de gol que Butt anuló frente a Sneijder.

Julio César y Butt fueron los protagonistas máximos del cuarto de hora posterior a la pausa. Si el brasileño tapó el zapatazo de Müller con los pies, Butt voló para palmear la inteligentísima parábola de Pandev. Volvieron a aparecer el portero del Bayern para detener el lanzamiento a balón parado de Sneijder y el del Inter para eludir un latigazo de Robben.

El Inter, acomodado en sus cubículos bien definidos, inutilizó las acechanzas alemanas y, en otra acción de resorte extraordinaria, Samuel Eto'o combinó con Milito en otro contragolpe. El argentino, 'Superman' frente a Van Buyten, tumbó al defensa y remató al Bayern con un disparo perfectamente cruzado.

El balón no condujo al título, lo conquistó el más fuerte. Quien supo esconder el golpe y hacerse fuerte en el engaño.

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