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sábado, 12 de diciembre de 2009

Enrique Pintado: "Si hacemos las cosas bien, tenemos FA para rato"

Con una larga trayectoria de militancia en la izquierda, Pintado ocupa una banca en la Cámara Baja desde 1995; en octubre encabezó la lista de diputados de Asamblea Uruguay por Montevideo y es el primer suplente de Astori en el Senado, por lo cual debería acceder a la Cámara alta ya que su líder ejercerá la Vicepresidencia de la República y la Presidencia de la Asamblea General. En esta entrevista abordamos varios temas de actualidad; se analizó la campaña electoral, el significado del triunfo del FA y las perspectivas para el futuro gobierno encabezado por Mujica. "Estoy convencido de que si hacemos las cosas bien, tenemos Frente Amplio para rato", subrayó.

­Contame un poco cuál ha sido tu trayectoria.

­Bueno, empecé a militar a los doce años y durante la dictadura no paramos. Estuve vinculado a la revista "La Plaza", que se editaba en Las Piedras, con los Carámbula. Organizamos espectáculos musicales de canto popular con la "Barra de Tarkus", con la que también hicimos un club de fútbol... En fin, todas actividades más o menos lícitas durante la dictadura pero siempre con la amenaza de ir preso. Llevamos la obra "La empresa perdona un momento de locura", dirigida por Marcelino Dufau y protagonizada por Julio Calcagno, al Club Solís de Las Piedras; la sala se llenaba de gente, fue un éxito brutal. Hubo, también, un intento de organizar un cine club, pero no tuvo éxito.

­¿Estabas integrado a un determinado partido o sector?

­Era miembro de la Unión de Juventudes Comunistas (UJC), militando en forma clandestina. En el 76 entré a trabajar al Casmu como mensajero y un tiempo después llegué a juntar 2.780 firmas para fundar una asociación civil que nucleara a los trabajadores del Casmu. Recuerdo que por aquel entonces el interventor de la mutualista era el coronel Matías Vázquez, que después fue presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), y me llamó a su despacho para preguntarme por la iniciativa. Yo le dije que solamente perseguía fines sociales, culturales y deportivos, pero él, que no era tonto, me respondió: "¿Pero usted me va a hacer creer a mí que quiere fundar una asociación con esos fines? Mire, mejor váyase, ¿eh?". (Se ríe). Pero al final, pudimos conformar lo que la dictadura llamaba "asociaciones profesionales" y se constituyó la Afcasmu, de la que fui presidente. Ya después, con los primeros signos de apertura, fui secretario general adjunto de la Federación Uruguaya de la Salud (FUS) y luego fui miembro del Secretariado Ejecutivo del Plenario Intersindical de Trabajadores (PIT). El 1º de mayo del 83 estuve en el estrado e integré la Conapro en representación de la FUS.

­¿Llegaste a integrar el Partido Comunista?

­Sí, hasta que luego de la caída del campo socialista vino el debate interno y una buena parte de los militantes abandonamos el Partido. Ahí, a comienzos de los noventa, fui de los fundadores de Asamblea Uruguay; actualmente soy prosecretario general del sector.

­Fuiste uno de los negociadores con la oposición durante la campaña.

­Así es. Durante la campaña Pepe nos encomendó a Bonomi, a Michelini y a mí, la tarea de coordinar el posible debate entre fórmulas, debate que no se dio en virtud del nivel de baja calidad del discurso opositor. Estoy seguro de que fue una buena decisión la de no debatir, teniendo en cuenta los resultados finales, lo que demuestra que la gente no convalidó la estrategia de la campaña nacionalista. Cuando fuimos con el planteo de debatir cuatro puntos, que son los que en definitiva están sobre la mesa de diálogo, los blancos nos dijeron de todo; que no era viable, que se trataba de una propuesta oportunista y demagógica, qué sé yo.

La fórmula blanca tenía ante sí un desafío muy difícil. Fijate que tenía que mantener todos sus votos, conseguir todos los votos colorados y todos los de los independientes para derrotar a nuestra fórmula. Prácticamente imposible, como quedó demostrado. Ellos lo sabían, y lo que buscaban era que la diferencia fuera lo menor posible, de dos o tres puntos como máximo. Nosotros, por nuestra parte, aspirábamos a que la diferencia no fuera menor a siete puntos. Teníamos claro que si la diferencia era de menos de siete puntos, el camino de acuerdo había que recorrerlo por necesidad; en cambio ahora, con una diferencia a nuestro favor de nueve puntos, los acuerdos planteados no lo son por necesidad sino por convicción política.

­Ese fue un poco el planteo de Mujica el domingo de noche.

­Claro. Fue un discurso que sorprendió a todos, sorprendió a todo el mundo; un discurso de mano tendida. Pero el resultado del balotaje tiene otras lecturas. Pulverizó afirmaciones previas y demostró que los cucos del Cuqui ya no dan resultado. Tengamos en cuenta que en la primera vuelta, la de octubre, el FA perdió 43 mil votos comparado con octubre de 2004; votos que se perdieron por varias razones. Pero un mes después, el FA recupera sus votos y consigue un buen porcentaje de ciudadanos que en octubre habían votado al Partido Colorado y que en el balotaje votaron a Pepe. De modo que la "vuelta a casa" impulsada por el Partido Colorado, tratando de reconquistar electorado, funcionó en la primera vuelta pero en el balotaje se debilitaron las lealtades. Por otra parte, hay un aspecto a destacar, y es el hecho histórico de que un partido que accedió al gobierno por primera vez haya conservado la adhesión popular luego de cinco años de gobierno. Siempre tenés más chances de ganar una elección cuando hay crisis porque los seres humanos tenemos la tendencia a recordar las cosas lindas y a olvidar lo malo. Tabaré Vázquez termina su gobierno con altísimos niveles de aprobación, y curiosamente eso no se traduce en votos al FA. Pero en resumen, esta elección tiró abajo prejuicios, preconceptos y axiomas. Entre otras cosas, demostró que la reforma electoral del 96, aun con exigencias excesivas en cuanto a las mayorías, se volvió en contra de los partidos tradicionales.

­Sin embargo ustedes, la gente de Asamblea Uruguay, apoyaron la reforma...

­Sí, por supuesto. Esto lo conversamos mucho con Seregni en su momento. Teníamos claro que se trataba de un intento por evitar que el FA accediera al gobierno, pero por otro lado veíamos la cosa a largo plazo, con una visión estratégica. Si el Frente hubiera obtenido el gobierno en el 99 sin mayoría en el Parlamento, estaba condenado al fracaso; en cambio ahora queda claro que estratégicamente la reforma fue una buena cosa. Además la reforma terminó con el doble voto simultáneo y con las cooperativas de votos; obligó a que cada lema tuviera un candidato único a la Presidencia, algo que perjudicó a los partidos tradicionales. Hoy debemos plantearnos las relaciones políticas de modo tal que la mayoría no avasalle a la minoría pero tampoco sea rehén de la minoría.

Volviendo a las conclusiones de la elección, te diré que el 29 de noviembre la gente cerró un capítulo; laudamos el pasado. Punto, que no rompan más los cocos con el pasado.

­Perdón. ¿Eso incluye al terrorismo de Estado?

­No, no. Me refiero a los cucos que agitaron blancos y colorados. En lo que tiene que ver con el terrorismo de Estado la gente ­aunque no votó la anulación de la impunidad­ ve que a pesar de la Ley de Caducidad hay unos cuantos muchachos presos.

­Está claro. Pasemos ahora a lo que se viene. ¿Cómo debe actuar el próximo gobierno?

­Le hemos dado confianza a la gente; eso es fundamental mantenerlo. Con este triunfo podemos generar una esperanza porque logramos entusiasmar a miles y miles de jóvenes. Ahora estamos en un período de transición. Durante el gobierno de Vázquez se echaron los cimientos para el desarrollo con justicia social, pero eso mismo nos interpela a pensar un modo de sostén del modelo de desarrollo.

Al mismo tiempo, hay que saber difundir lo que se hace; hay que tener oreja para conocer lo que piensa la gente; y por fin, hay que hacer un seguimiento de la gestión de gobierno para controlar que se cumpla el programa. Son carencias que tuvo el gobierno de Tabaré Vázquez.

Las organizaciones tienden a convertirse en un fin en sí mismas porque crean mecanismos burocráticos. Debemos observar un equilibrio entre la estructura partidaria y las iniciativas espontáneas, como las Redes Frenteamplistas, que tuvieron un papel destacado en la campaña.

El balance de los primeros contactos "es positivo" : Los acuerdos interpartidarios

­Y de los acuerdos interpartidarios, ¿qué podés decirme?

­Hay tres áreas: el debate sobre los cuatro puntos que requieren políticas de Estado; el nivel de participación en los entes y empresas públicas; y por último, la eventual participación de la oposición en el gabinete. Yo creo que el balance de los primeros contactos es positivo; pero quiero dejar claro que no se trata de negociaciones porque no vamos a negociar nada, sino a construir políticas de largo plazo que, una vez acordadas, tendrán una agenda de aplicación.

­¿Cómo ves la relación con el Partido Colorado?

­Pedro Bordaberry tiene ante sí un gran desafío por ser un emergente de la nueva derecha. Es más inteligente que el resto de la dirigencia colorada y terminó con una vieja forma de hacer política. Por eso pienso que en el tiempo que viene se va a dar el debate de ideas con una derecha moderna que, si no se disfraza, nos va a obligar a estar alerta. Tenemos que aprender a conocer a quien será nuestro principal adversario y creo que ese debate será fermental. De todos modos, estoy convencido de que si hacemos las cosas bien, tenemos Frente Amplio para rato.

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