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martes, 25 de agosto de 2009

Los vecinos de Anglès tampoco quieren vivir junto a una mezquita

Un niño entra corriendo a la mezquita. Falta poco para la una de la tarde y es el momento de orar. Pero Anglès (Selva, 5.466 habitantes) está casi desierto. En el centro religioso hay sólo un adulto. "Yo cuido del niño cuando viene. El resto de gente se ha ido a Marruecos, Francia o Alemania a pasar las vacaciones", explica el hombre. Por la puerta entreabierta se alcanza a ver el suelo enmoquetado y unos zapatos en el descansillo. Al fondo, se intuye la zona de oración.
"Los viernes tengo la sensación de estar en La Meca", lamenta una vecina
Hace cinco años que la vivienda del número 18 de la calle de Molí funciona como mezquita, según reconoce el hombre. Al lugar acuden cada viernes musulmanes de distintos puntos de Girona para rezar. Pero hay un problema: carece de la autorización como centro de culto. Los vecinos llevan tres años peleando para que el Ayuntamiento la cierre. Aseguran que el edificio ni es legal ni cumple con las normas de seguridad. "Los viernes tengo la sensación de estar en La Meca", lamenta Camila Pi, que vive al lado. La comunidad musulmana ha presentado ya un proyecto para regularizar la situación y está esperando a que el Consistorio se decida. Lo lleva postergando desde principios de año.
La casa de Albert Carnicer y de Camila Pi se encuentra pared con pared con la mezquita. "Cuando la compramos hace cuatro años no teníamos ni idea de esto", cuenta Camila. Hasta que un día empezó a oír rezos. "Desde entonces no han parado. Los oigo incluso con las ventanas cerradas. A veces se me ponen los pelos de punta", asegura. Para luchar, Albert y Carmela fundaron la Asociación de Vecinos del Barrio Viejo. La principal baza de los 30 miembros que forman la asociación es que la mezquita funciona con una licencia comercial.
A raíz de las quejas, la comunidad musulmana presentó un proyecto para legalizar el oratorio. Como todavía no existía la Ley de Culto aprobada en julio por el Parlament, pidieron una licencia medioambiental para actividades recreativas, de espectáculos y ocio. El técnico municipal dio su aprobación y remitió la propuesta al Consejo Comarcal de La Selva. El organismo también dio luz verde, pero dejó claro que la última palabra corresponde al Ayuntamiento. Antes de mojarse, el Consistorio pidió una tercera opinión: la del Departamento de Interior. Pero éste se limitó a contestar que no era de su competencia.
Agotadas todas las vías, el Ayuntamiento está obligado a decidir. "Tenemos que estudiar que el proyecto presentado por la comunidad no se contradice en ningún punto con la recién aprobada Ley de Culto Religioso", explicó el concejal de Urbanismo Josep Santanó (PSC). Pero ya ha adelantado que "se supone que no habrá ningún problema" para otorgar la licencia.
La mezquita está emplazada fuera de las murallas del pueblo. La zona es una amalgama de calles estrechas y empinadas por donde apenas cabe un coche. El suelo está mal asfaltado y las casas parecen construidas unas encima de otras. "Si hay un fuego, ¿por dónde van a entrar los bomberos?", se pregunta Carmen, también vecina de la calle de Molí.
Los vecinos proponen que en lugar de un centro de culto, les den permiso para un centro cultural y busquen una zona más adecuada para la oración. Hasta ahora han conseguido que el Ayuntamiento ceda a la comunidad islámica el comedor de una antigua fábrica textil de propiedad municipal para celebrar el Ramadán.
El caso de Anglès no es excepcional. En muchas ocasiones los consistorios se encuentran con la oposición de los vecinos cuando quieren autorizar una mezquita. El Ayuntamiento de Girona se negó a abrir un centro de culto islámico en el barrio de Taialà tras recibir 1.500 firmas en contra. En Ripoll también hubo oposición vecinal a un oratorio, que finalmente el Ayuntamiento autorizó. La situación se ha repetido en Badalona y en Lleida y otras ciudades.
EP-E

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