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martes, 25 de agosto de 2009

Laxitud manifiesta frente a las ordenanzas


Ya sea porque se incumplen o porque han quedado obsoletas ante la ofensiva incívica de muchos ciudadanos, algunos ayuntamientos catalanes se han visto obligados a modificar sus respectivas ordenanzas de civismo. Lejos de Barcelona, la indisciplina manifiesta de muchos ciudadanos persiste en otras localidades, cuyos ayuntamientos se ven obligados a endurecer sus normativas frente a los reiterados incumplimientos que están a la orden del día.
"Ofrecer, solicitar, negociar o aceptar servicios sexuales retribuidos en el espacio público" es un título que se está introduciendo en normativas como la que rige en Girona, donde estas prácticas se considerarán "infracción leve". En esa localidad, si las citadas conductas se llevan a cabo en el espacio público próximo a centros docentes, educativos, o de ocio destinados a menores serán penalizadas como infracción grave. Una ligera modificación de la normativa así lo permite desde finales de mayo.
Por su parte, el Ayuntamiento de Lleida ha ordenado cerrar un total de ocho prostíbulos del municipio en lo que llevamos de año. El consistorio ha ordenado el cese de estas actividades en base a la normativa urbanística, que se ha aplicado en establecimientos ubicados en zonas rústicas en las que, por lo tanto, no se podía construir, y la de convivencia, que ha permitido clausurar locales del casco urbano que no cumplían las distancias mínimas con respecto a otros edificios o que eran insalubres.
En La Jonquera, una de las peores problemáticas que tienen en sus calles es la prostitución. Con el objetivo de acabar con la presencia de gran cantidad de prostitutas en rotondas del núcleo urbano cercanas a zonas deportivas municipales con mucha presencia de menores, el consistorio puso en marcha el mes pasado una modificación de la ordenanza de convivencia que prohíbe explícitamente la práctica de la prostitución en las calles del municipio.
En la provincia de Tarragona y más concretamente en Reus, las autoridades están estudiando erradicar la prostitución, pero quieren hacerlo de acuerdo con otros municipios de la zona para que el problema no se traslade de un lugar a otro como si nada.
Respecto a otro tipo de prácticas incívicas sobre el espacio público, en Lloret de Mar, localidad que reúne más del 40% del turismo que visita toda la demarcación gerundense, tienen prohibido el consumo de alcohol, que dispone además de una ordenanza propia: 'Ordenanza para la regulación, por razones de seguridad pública, de la venta y consumo de bebidas alcohólicas'. El texto recoge que está "totalmente prohibida la venta de alcohol en lugares no autorizados y el consumo de bebidas alcohólicas en la vía pública a cualquier hora del día y de la noche".

Venta de latas en el centro de Barcelona. Christian Maury
Los masajes en la playa, que todavía no se dan con profusión en esta población costera, están bajo el control de 11 agentes que vigilan tanto la venta ambulante como cualquier actividad ilegal en las cinco playas del municipio. En el Reglamento de Playas, se recoge la "prohibición de realizar ningún tipo de actividad lucrativa, lúdica y/o deportiva, así como tampoco se permite ningún tipo de ocupación del espacio público sin tener autorización municipal". En la actualidad sólo tienen permiso los restaurantes, bares, quioscos, servicios de sombrillas, hamacas y otros asientos, servicios de cayacs, patines y motonáutica.
En Badalona se castigan desde el 27 de julio las imprudencias en la playa y las actividades que embrutecen la costa. "Cada año acude más gente y tenemos más horas de ocupación, incluso por la noche", sostiene la concejal de Medio Ambiente, Mercè Rius, que apunta que 800.000 personas acudieron el año pasado a lo largo del verano al litoral del municipio, informa Jordi Ribalaygue.
En Barcelona se sigue haciendo la vista gorda
La capital catalana es un claro exponente del incumplimiento sistemático de la ordenanza cívica que entró en vigor el 25 de enero de 2006 y que rige para todos sus ciudadanos, independientemente de su situación jurídica o administrativa.
Hay ciertas actitudes incívicas que persisten tanto en el tiempo ya no sorprenden a los transeúntes, muchos de ellos indignados porque los agentes de la autoridad no actúen de forma contundente para hacer cumplir la norma.
La Rambla y su entorno y las playas -sobre todo en plena época estival- son los escenarios preferidos por cuantos deciden hacer una interpretación muy 'sui generis' de la ordenanza cívica. La venta ambulante de bebidas alcohólicas, drogas, marroquinería o copias 'pirata' de música y cine, el ejercicio de la mendicidad por parte de gente con minusvalías, la oferta y demanda de favores sexuales en pleno centro de la ciudad, el uso de patinetes en plazas por donde pasea la gente, pintadas sobre el mobiliario urbano, servicios de masajes -muy extendidos en las playas-y lo más reciente, gente semidesnuda por la calle, son sólo una pequeña muestra de que en Barcelona se sigue haciendo la vista gorda casi cuatro años después de que entrara en vigor la citada normativa.

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