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domingo, 30 de agosto de 2009

Restaurantes de BCN piden poder vetar la entrada a personas sin camiseta


La pugna que mantienen los locales de ocio barceloneses para poder rechazar a los clientes que no respeten la vestimenta que ellos piden está lejos de cerrarse. El viernes mismo el Gremi de Restauració de la ciudad reclamó al Ayuntamiento que le permita ejercer el derecho de admisión en sus locales. La asociación busca restringir el acceso a todo aquel que, por su vestimenta, no guste al propietario de un negocio y desee prohibirle la entrada.
Mediante un cartel en la entrada del local en el que se explicite las normas de vestir exigidas, el presidente del Gremi recomendó a todo establecimiento adherido a la organización que rija la entrada. La intención es que el propietario pueda evitar a clientes que rompan la "estética o el ambiente" deseado por el regente del negocio.
Gomà se pronunció sobre la problemática que afecta principalmente a los locales del centro de la ciudad, que observan como clientes -fundamentalmente turistas- irrumpen en sus locales ataviados únicamente con pantalón corto, sandalias y sin camiseta. Una actitud que, según el presidente del Gremi, perjudica "la estética y el ambiente del local".
Asimismo, considera que no es necesaria una normativa sobre vestimenta en la calle, pero recuerda que cada comercio tiene derecho a regularla en su negocio al amparo del derecho de admisión. Pese a ello, puntualiza que "nunca ha habido ningún problema cuando a un cliente se le ha pedido que se ponga la camiseta". Sin embargo, el propietario de la coctelería Boadas, un local emblemático de Las Ramblas con 70 años de historia, asegura que la Guàrdia Urbana les obligó a retirar el cartel en el que se especificaba la vestimenta necesaria para acceder al local. La legislación vigente sólo permite acogerse al derecho de admisión para casos en los que la seguridad del local esté en juego, pero no si es su imagen lo que se vulnera.
El propietario del local, José Luis Maruenda, recuerda que en determinadas recepciones del propio Ayuntamiento se exige a los asistentes acudir con una vestimenta adecuada y se pregunta "por qué a los comercios se les impide" imponer una normativa en el vestuario.
Desde la oposición al Consistorio, tanto el presidente del grupo CiU, Xavier Trias, como del PP, Alberto Fernández, volvieron a pronunciarse en favor de reformar la ordenanza de civismo para evitar que "la gente se piense que puede venir a Barcelona y hacer lo que quiera". No obstante, desde el Gobierno municipal se volvió a rechazar una propuesta así. La alcaldesa accidental, Imma Mayol, afirmó que no ve necesaria una reforma de la ordenanza y se mostró favorable a "no crear problemas donde no los hay".

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