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miércoles, 11 de septiembre de 2013

China Un problema demográfico sin precedentes

Stratfor/Viento Sur


La sociedad china está en vísperas de una transformación estructural todavía más profunda que el largo y dificultoso proyecto de reequilibrio económico que el Partido Comunista de China (PCC) está impulsando con preocupación. La población china envejece con mayor rapidez que con la que se enriquece, generando un fuerte desequilibrio demográfico que tendrá importantes implicaciones en los esfuerzos del PCC por transformar la economía china y conservar su propio poder en la década que viene.
Dos reportajes publicados en medios chinos destacan diferentes aspectos de la crisis demográfica que está incubándose en este país. El ministerio de Educación informó el 21 de agosto de que en 2012 habían cerrado más de 13.600 escuelas primarias en todo el país. El informe alude al cambio pronunciado del perfil demográfico de China para justificar esos cierres, señalando que entre 2011 y 2012 el número de alumnos de primaria y secundaria descendió de casi 150 millones a 145 millones. Confirmó asimismo que entre 2002 y 2012 el número de alumnos matriculados en la escuela primaria descendió casi un 20%. El informe ministerial se publicó un día después de que un artículo aparecido en el Diario del Pueblo, el periódico del gobierno, advirtiera de la crisis de la seguridad social que se cierne sobre China por el hecho de que el número de ancianos aumentará previsiblemente de 194 millones en 2012 a 300 millones en 2025.
El PCC ya está planteando medidas para contrarrestar o por lo menos limitar el impacto a corto plazo de los cambios demográficos en la sociedad china. Por un lado, acaricia la idea de relajar la política del hijo único en un intento de incrementar la tasa de fertilidad, últimamente con un posible programa piloto en Shanghai que permitiría a las parejas que tienen un único hijo tener un segundo. Por otro lado, el gobierno ha propuesto aumentar la edad legal de jubilación de 55 a 60 años para las mujeres y de 60 a 65 años para los hombres. Si se aplica esta medida, la política de jubilación china se alinearía más con los estándares internacionales y aplazaría algunas de las presiones financieras y sociales generadas por el fuerte aumento de jubilados dependientes de las pensiones públicas y del cuidado de sus hijos.
Sin embargo, ni siquiera un cambio radical de la política de hijo único o un ajuste drástico de la edad legal de jubilación supondrían más que amortiguadores temporales y parciales frente al problema del cambio demográfico. Ya no está claro que la política de hijo único tenga algún efecto apreciable en el crecimiento de la población china. La baja tasa de fertilidad del país (1,4 hijos por madre, frente a un promedio de 1,7 en los países desarrollados y de 2,0 en EE UU) es por lo menos tanto un reflejo de la lucha de las parejas urbanas por hacer frente al rápido aumento del coste de la vida y de la educación en muchas ciudades chinas, como de la aplicación estricta de la política.
De un modo similar, el retraso de cinco años de la edad de jubilación no hará más que aplazar parcialmente lo inevitable, y además chocará con una tenaz oposición de importantes sectores profesionales, entre ellos numerosos funcionarios. Al ajustar la edad de jubilación, el gobierno también corre el riesgo de agravar la crisis de empleo entre el número rápidamente creciente de licenciados universitarios en paro, muchos de los cuales esperan acceder al empleo a medida que los trabajadores mayores abandonan el mercado de trabajo. En este contexto, el PCC ha de sopesar con cuidado los ajustes de sus políticas, ya que cualquier cambio que introduzca en un área generará probablemente nuevas tensiones en otro sector de la mano de obra.
El dilema del reto demográfico en China radica en el hecho de que a diferencia de Japón, Corea del Sur, EE UU y los países de Europa occidental, la población china envejecerá antes de que la mayoría alcance un nivel de renta media, por no decir alta. Esto no tiene antecedentes históricos y sus implicaciones son todavía más impredecibles por su coincidencia con el cambio forzado de la economía china, que pretende abandonar el modelo basado en la explotación de una mano de obra barata e inagotable y sustituirlo por otro en que los jóvenes chinos sostengan la vida económica del país como trabajadores y consumidores. Un aplazamiento temporal de la crisis demográfica será difícil, pero posible, si se aplica la reforma, pero a largo plazo la solución parece fuera del alcance.

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