En 1939, una joven mexicana de 16 años tenía muchos problemas
familiares. Sus padres se habían separado y sus hermanos habían
abandonado el hogar; ella había dejado la escuela mucho antes y los
oficiales de juventud de California decidieron examinarla. Tras pasar
varias pruebas -entre ellas un cuestionario de inteligencia-, las
autoridades dictaminaron su ingreso en una institución denominada
Pacific Colony. Meses después, fue esterilizada forzosamente. Como ella,
otras 60.000 personas en Estados Unidos (20.000 de ellas solo en
California) fueron sometidas a este tipo de intervención desde 1909
hasta 1979, según una investigación publicada el pasado mayo.
La esterilización forzosa estaba respaldada por la Ley de la
Eugenesia, que permitía hacer una selección de individuos bajo criterios
tales como un bajo cociente intelectual –menor de 70-, padecer
problemas mentales como la epilepsia o ser homosexual, según explica vía telefónica Alexandra Stern, historiadora científica de la Universidad de Michigan
y autora principal del estudio. El objetivo de la eugenesia era evitar
que se reprodujeran: fueron castrados en el nombre de la salud pública y
para mejorar la raza, dice la experta.
"Durante estas décadas, mucha gente desaparecía de sus camas y
volvían horas después esterilizadas. A las mujeres se les cortaba o
ligaba las trompas y a los hombres se les cortaban los conductos
seminales", explica Stern. De esas 20.000 víctimas de California, Stern y
su equipo han tenido acceso a 15.000 fichas de solicitudes de este
procedimiento que narran 25 años de intervenciones, de 1927 a 1952.
"En este momento estamos en las fases iniciales. Ya hemos estudiado
unas 2.000 fichas de la institución mental Pacific Colony y hemos
hallado que las mujeres con apellidos hispanos fueron esterilizadas en
tasas desproporcionadas comparadas con otras razas. La mayoría de ellas
eran de origen mexicano", asegura Stern. "Por ejemplo, en 1939, el 36%
de las esterilizaciones forzosas que se hicieron fue a personas con
apellidos como García, Gómez o Gallego. De los pacientes, el 60% era
mujeres y el otro 40%, hombres", continúa. A los investigadores les está
constando mucho averiguar qué porcentaje de blancos, negros o hispanos
había en dicha institución, aunque aseguran "con absoluta confianza que
hubo un programa de sobreinstitucionalización y de sobreesterilización
de los mexicanos comparado con su porcentaje en la población de
California durante esa época, el cual varió del 5% al 10%" del total".
Además de que la eugenesia "viola los derechos humanos y sociales",
estos datos muestran que "también tuvo un componente racista". "Los eugenistas eran, más que nada, científicos,
líderes blancos que querían crear su propia utopía, una utopía de
pureza racial en California. Aunque en general esta fue una época de
fuerte racismo científico en EE UU. Su justificación fue en todo momento
el hecho de mejorar la sociedad a través del progreso y de la ciencia,
aplicando las teorías de la herencia a los problemas sociales", continúa
la experta.
"Era la época de las leyes de Jim Crow -leyes estatales promulgadas
entre 1876 y 1975 que determinaban la segregación racial, por mandato de
derecho, en todas las instalaciones públicas bajo el lema Separados pero iguales-
y de la restricción de la emigración de chinos y japoneses, entre otras
medidas. En el caso concreto de los mexicanos, surgió un racismo muy
acentuado. Para aquellos científicos, estos tenían malos genes, eran
defectuosos, menos inteligentes y las mujeres tenían demasiados bebés.
Eran los estereotipos de la época, de los que por desgracia no nos hemos
liberado del todo todavía hoy", dice con resignación esta mujer. Al
datar las fertilizaciones forzosas entre los años veinte y cincuenta del
siglo XX, la investigadora cree que todos los afectados en California
ya han fallecido.
A pesar de que la eugenesia era legal, muchos padres lucharon en
contra de esta práctica. "La gran mayoría de los demandantes fueron
mexicanos, padres y madres, que hablaban con el sacerdote de su iglesia y
el consulado de México para que les ayudaran a impedir la
esterilización. Hubo un único caso que desafió la regulación en este
Estado. Fue en 1939, a manos de una madre cuya hija había sido
identificada como candidata para la esterilización. La niña tenía 16
años y también estuvo ingresada en Pacific Colony", explica Stern. “A
pesar de que perdió el caso, todos los argumentos que se usaron entonces
mantienen hoy su vigencia, como la violación de la autonomía
reproductiva de la mujer, la protección igualitaria que dictamina la
Decimocuarta Enmienda de la Constitución de EE UU y el uso de un castigo
cruel. Esta madre tuvo el coraje de querer proteger a su hija y luchó
contra todos ellos”, dice con efusividad.
En otros Estados como Carolina del Norte,
añade la autora, también hubo rasgos racistas predominantes con
relación a esta práctica. Aquí, las mujeres que más la sufrieron fueron
las afroamericanas. “A partir de la década de los cincuenta, las
esterilizaciones forzosas descendieron en California a la vez que
empezaron a subir en Carolina del Norte, por lo menos hasta 1979. Muchas
de ellas están todavía vivas, han compartido sus historias y están
cooperando con activistas y grupos legales para recibir indemnizaciones
de unos 150.000 dólares por parte del Estado. Aunque el Gobernador en un principio dijo estar de acuerdo,
al final se echó para atrás por motivos presupuestarios. De momento no
han conseguido nada, pero siguen luchando”, añade Stern. Este patrón de
discriminación ha sido reconstruido en el documental No más bebés de por vida, de la propia Stern, “que se difundirá pronto”, explica.
Varios medios han denunciado recientemente más de un centenar de
esterilizaciones forzadas en California entre los años 2006 y 2010. "La
investigación la ha hecho un periodista y le fue muy difícil encontrar
información en el sistema de prisiones. Al final lo consiguió. Lo que
llegó a demostrar es que 148 mujeres prisioneras en dos cárceles
estatales de California fueron esterilizadas a pesar de que la ley no lo
permite, ni la estatal, ni la federal. Para Stern, los médicos, que
justificaron la intervención por el gran número de hijos de las presas,
"violaron la ley y presionaron a muchas mujeres a esterilizarse".
"Para mí estos casos no son eugenésicos de la misma manera que los
acontecidos en California, aunque obviamente los derechos reproductivos y
civiles han sido ignorados y han ido en contra de la ley. Lo que sí
demuestra es que las ideas de la Eugenesia siguen todavía, hoy en día,
muy vivas en algunas regiones de EE UU".
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