La Dictadura Militar espió durante años a los estudiantes en sus
propios colegios. Así lo revela un informe secreto de la Central
Nacional de Informaciones (CNI), fechado en 1983, sacado a la luz por
Mauricio Weibel, un periodista que trabaja para la agencia alemana Dpa.
El corresponsal de la agencia de información en Chile tuvo acceso a unos 30.000 archivos secretos de la extinta Central Nacional de Informaciones CNI.
Desde 1973 hasta 1990, años en los que estudo Augusto Pinochet en el
poder, los documentos fueron enviados desde el organismo de inteligencia
hasta el Ministerio de Educación
Las operaciones se produjeron en colegios religiosos, públicos y
privados, como la Alianza Francesa, y fueron acompañadas con el despido masivo de profesores que pedían democracia y con la capacitación psicológica de los funcionarios de Educación.
El esfuerzo por levantar unos alumnos leales al Régimen fue apoyado
con el adoctrinamiento de los hijos de las autoridades y de los propios
funcionarios, como consta en diversos oficios secretos. Los hijos de
ministros, viceministros y altos funcionarios recibieron cursos
periódicos sobre ‘Seguridad Nacional’ y ‘Doctrinas Totalitarias’, entre
otros.
Según la investigación realizada por Weibel, llegaban fichas con
antecedentes políticos de menores y docentes hasta las oficinas de los
ministros ‘pinochetistas’. Los trabajos de espionaje eran elaborados por
la CNI, y entre otros documentos, contaban con cartas firmadas por
delatores, en su mayoría profesores y apoderados que escribían directo a
Pinochet.
Las comunicaciones con la CNI, responsable de
cientos de asesinatos y miles de torturas, fueron diarias y muchos de
esos documentos fueron quemados, aunque quedaron las actas de
incineración, firmadas por los propios ministros. Ningún docente podía
realizar clases en liceos (institutos) públicos sin ser investigado
previamente por la agencia secreta.
La corporación privada Opción, afirma incluso que hubo decenas de
casos de niños, de menos de un año de edad hasta los 17, asesinados bajo
La Dictadura, muchos de los cuales aún figuran como desaparecidos. La
organización publicó hace unos años un pequeño libro donde se analizan
83 casos, aunque afirman que pueden ser muchos más porque es un tema
poco investigado.
Lo que sí ha investigado Weibel es que las operaciones de
adoctrinamiento ocurrieron en paralelo a un traspaso masivo y venta de
los colegios públicos a manos privadas, incluso a bajo precio, como
alentó un oficio secreto del 26 de marzo de 1986. "El año pasado
encontré varios archivos que nunca habían salido a la luz, los primeros
que se encontraban", comenta el periodista a ELMUNDO.es
"Con ellos publiqué una serie de reportajes y al final hice un libro,
junto a Carlos Dorat, llamado ‘Asociación Ilícita: Los Archivos
Secretos De La Dictadura. De los 30.000 documentos había unos 2.000 muy
importantes que tienen consecuencias hasta el día de hoy. Me pareció
importante investigar el tema de la educación porque básicamente yo
participé en el movimiento secundario de esos años y quería saber qué
había pasado al otro lado de la calle", añade Mauricio.
Para el periodista, "el derecho a desarrollar negocios, la empresa
privada, se consolidó sobre los derechos sociales. Hoy en día ocurre lo
mismo. Hay que aprender a preguntarse cómo somos capaces de construir
nuestros derechos. Cuando empezaron las protestas estudiantiles proponía
temas sobre la educación pública gratuita a mi editor en Alemania y
éste me contestaba: ‘Mauricio, si la educación siempre ha sido
gratuita’. Yo tenía que contestarle: ‘En Chile no».
Mauricio opina que «el problema de la educación es tremendamente importante. Conocer cómo se instauró ese sistema; la participación de la policía, la venta a bajo precio de los establecimientos públicos… Es importante porque este sistema es profundamente segregador».
«Creo que la ex presidenta Bachelet va a avanzar en una educación
superior gratuita. El tema es cómo conjugar la producción de
conocimientos con la integración social, un desafío que aún no ha sido
puesto en la mesa». Hoy sólo un 36 por ciento de la matrícula escolar
chilena es proveída por el Estado, en establecimientos con malos
resultados académicos mayoritariamente, según mediciones oficiales.
Lo cierto es que los estudiantes universitarios chilenos pagan, como mínimo, unos 6.000 euros por estudiar en universidades públicas,
un producto heredado por la democracia como consecuencia de la
intervención de La Dictadura en la estructura y en el financiamiento del
sistema educativo.
En 2006, primero, con la ex presidenta Michelle Bachelet, y desde
2011 hasta la fecha, después, con Sebastián Piñera, cientos de miles de
estudiantes han salido a la calle para exigir una educación gratuita y
de calidad. Según los informes públicos, Chile se gasta casi lo mismo en
Educación que en Defensa, cerca de 9.000 millones de dólares, algo más
del 4% del PIB.
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