Aunque Mariano Rajoy insista en no pronunciar su nombre, muchas cosas giran en el PP alrededor de Luis Bárcenas desde 2009, cuando estalló el caso Gürtel. Y desde hace meses, la gran preocupación de la cúpula era clara: ¿Qué hará el extesorero si entra en prisión?
¿Pondrá en marcha el ventilador? Este jueves llegó ese momento y la
cúpula del PP, que se encerró de nuevo en el silencio, recuperó ese
ambiente de temor a lo que pueda hacer el hombre que controló las
finanzas del PP durante casi 20 años, una bomba que nadie sabe si ahora
estallará.
Rajoy, según fuentes del Gobierno, se enteró de la noticia en
Bruselas, al mismo tiempo que toda la opinión pública. Tras la reunión
del Consejo Europeo celebrado en la capital belga, ya en la madrugada de
este viernes, el presidente del Gobierno, preguntado por los
periodistas, contestó sonriente: "Mañana hablamos".

Esta trayectoria, la de un hombre dispuesto a todo que llegó a
denunciar a su partido por robo, hacía temer a muchos por su reacción.
Aunque otros creen que es un asunto ya amortizado, que ya ha hecho todo
el daño que podía hacer, nadie sabe realmente qué tiene, qué puede
sacar, hasta dónde puede llegar en su venganza. “Bárcenas conoce el
partido mejor que nadie y tiene uno de los abogados más prestigiosos de
España. Se sentía poderoso, intocable. Y ahora se va a ver en la cárcel,
algo para lo que, según él mismo había contado, no está preparado. Su
reacción es imprevisible”, resume un dirigente.
Como es habitual, en el partido del Gobierno hay división de
opiniones. Mientras unos se inquietan por la noticia, otros dirigentes
señalan que el PP, aunque sea muy arriesgado el resultado, necesitaba
una noticia como esta. Y más con la fiscalía, que todo el mundo asocia
al Gobierno, a favor de esa petición de prisión.
“Ya tenemos algo que decirles a nuestros militantes y votantes: este
sinvergüenza está en la cárcel y con la fiscalía a favor. Mucha gente
nuestra lo estaba deseando”, se alegraba un dirigente. “Estoy feliz. Que
deje de reírse de todo el mundo y si tiene algo que decir que lo diga”,
resumía otro dirigente. “Necesitamos una acción ejemplarizante como
esta, cárcel sin fianza, porque solo esto puede servir para calmar el
clamor de la calle”, se alegraba otro.
Los barones territoriales, los más preocupados porque el caso Bárcenas
y la sensación de corrupción en el PP puede perjudicar sus elecciones,
que son las primeras, venían prácticamente reclamando una medida como
esta hace meses. “Esta persona, estoy convencido de que pagará por lo
que ha hecho” llegó a decir el gallego Alberto Núñez Feijóo. “Los militantes están asqueados”, dijo el lunes junto a Rajoy Arantza Quiroga,
presidenta del PP vasco. La dirección nacional, que mantuvo en nómina a
Bárcenas hasta el 31 de enero de este año, siempre fue más cauta. El
lunes habló de “causa general contra el PP”. Pero esos barones y sus
entornos estaban este jueves satisfechos.
“Incluso si habla, podría venirnos bien, que salga lo que tenga que
salir y así podemos ya pensar en otra cosa”, auguraba un dirigente. Lo
peor, explicaban varios, es la amenaza constante. Por eso se extendió
anoche en algunos un inesperado deseo de que Bárcenas hable, caiga quien
caiga, para dejar de vivir con esa sensación de que tiene información
que podría hundir al PP, incluido el presidente del Gobierno, y no saber
nunca si eso es cierto o no.
Mientras, el PP reaccionó con un silencio total, solo roto por un inaudito comunicado de 17 palabras en el que, sin citar a Bárcenas, expresaban su respeto a la justicia. El Gobierno habló a través de Alberto Ruiz-Gallardón,
ministro de Justicia: “No hay nadie, ni en el PP ni en ningún sector de
la sociedad española, que pueda estar en contra de la investigación de
todos y cada uno de aquellos hechos que la justicia entienda que tengan
que ser sometidos a investigación”, dijo en Tarancón, donde le llegó la
noticia.
Algunos dirigentes están molestos porque creen que ni Ruiz-Gallardón, como responsable de Justicia, ni Jorge Fernández Díaz,
de Interior, han sido capaces de controlar a la fiscalía y a la policía
para evitar que el caso Gürtel se convierte en una pesadilla para el
PP. Pero ese malestar se refiere más a la investigación de los papeles y
lo que afecta a la contabilidad del PP que al propio Bárcenas, que ya
se ha quedado sin amigos dentro del partido sobre todo desde que se
conoció su enorme fortuna personal que, según los dirigentes, nadie
sospechaba. El PP defiende ahora que el extesorero engañó a todos,
incluido a Rajoy, que dijo en 2009: “Estoy convencido de que nadie podrá
probar que [Bárcenas] no es inocente”. Ese hombre, clave en la historia
del PP y antes de AP, duerme desde anoche en la cárcel. Y nadie, salvo
él, sabe qué consecuencias puede tener este giro.
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