La Marea
El 20 de marzo el
diputado de Izquierda Unida, Alberto Garzón, presentaba una batería de
preguntas sobre los negocios de Juan Carlos de Borbón y Corinna zu Sayn-Wittgenstein.
Entre ellas preguntaba “¿Tiene conocimiento el Gobierno sobre si el Rey
D. Juan Carlos actúa como intermediario en operaciones comerciales en
el extranjero que afectan a empresas españolas? Si es así, ¿recibe
alguna remuneración por la intermediación? ”.
También preguntaba Garzón sobre la existencia de las cuentas en Suiza sobre las que había informado la revista Interviú: según tal información la famosa amante del rey habría abierto en Suiza dos cuentas bancarias en las que ingresar las comisiones obtenidas por su intermediación pero no las habría abierto a su nombre sino con una identidad falsa que le habrían proporcionado los servicios de inteligencia españoles, el CNI.
Nadie sabe quién estaría autorizado a ingresar dinero o sacarlo de
tales cuentas. Por supuesto, nadie sabía si éstas serían las únicas
cuentas que el círculo íntimo de Juan Carlos de Borbón tuviera alejadas
del fisco español.
Hace años se solía hablar de los mentideros de la villa
para explicar aquellas cosas que sabía mucha gente en Madrid pero que,
por lo que fuera, nadie había publicado. Los mentideros de la villa
tienen más de patio de vecindad que de conocimiento contrastado pero lo
cierto es que durante años fueron los únicos que informaron de la fogosa
vida extramatrimonial del jefe del Estado o de que la razón por la que Iñaki Urdangarín y Cristina de Borbón se habían ido a Washington era que la corrupción de sus negocios había alcanzado un nivel de escándalo imposible de tapar sin alejarlos unos cuantos miles de kilómetros.
Por
supuesto también ha habido decenas de rumores falsos, que nunca se han
confirmado o que resultan sencillamente increíbles. Durante las últimas
semanas circula el rumor insistente de que el diario El Mundo tendría en su posesión la lista Falciani en la que aparecen 3.000 cuentas de españoles en Suiza, más de 650 con sus titulares identificados. Según tal rumor, El Mundo
no estaría publicando la lista porque la gravedad de su contenido (por
la importancia de algunas de las personas que aparecen en esa lista de
evasores) exigiría un nivel de contrastación que aún no habrían logrado.
Sin embargo, El Mundo sí se habría lanzado a la piscina al informar de las cuentas suizas de los Pujol
en plena campaña electoral catalana y parece evidente que la piscina
tenía agua. Todo esto, ya digo, son rumores insistentes y aparentemente
bien informados, pero rumores.
Lo que no es un rumor sino un hecho es que de la lista Falciani sólo sabemos a ciencia cierta el nombre de una familia: la de Emilio Botín.
Cuando les pillaron (no porque España investigara, pese a tener a
Falciani detenido en la cárcel de Valdemoro, sino porque la justicia
francesa informó a las autoridades españolas) regularizaron voluntariamente el dinero evadido y se acabó la causa penal abierta.
Y se refugiaron en una excusa: el padre de Botín salió de España
huyendo en la guerra civil con ese pastizal, lo metió en cuentas suizas y
a los Botín se les pasó repatriarlo. Cosas que pasan.
Llama la
atención la secuencia de los hechos: Izquierda Unida pregunta si el rey
ha participado en chanchullos económicos que han terminado con ingresos
en cuentas suizas, El Mundo publica la existencia de cuentas en
Suiza a nombre del rey pero que serían relativamente disculpables (en
una corte que ha disculpado todo tipo de desmanes a la familia real) y permitirían agarrarse a exactamente la misma excusa que Botín: que quien evadió el dinero fue el ancestro
(triste pero oportunamente difunto), que además lo hizo por motivos
perfectamente comprensibles (huir del terror rojo) y que el error de los
vivos habría sido simplemente por inercia, por no cerrar esas cuentas y
repatriar el dinero. Algo que, según El Mundo, el rey no habría
hecho por prudencia, por mantener intacta la memoria de su padre (ya se
sabe lo sacrificado que ha sido siempre Juan Carlos en atención a su
padre) y ni siquiera por decisión propia: “Los albaceas recomendaron a los herederos no repatriar el dinero acumulado en el extranjero por cuestión de imagen“
(como si en los años 90 hubiera habido algún medio capaz de denunciar
la existencia de tales cuentas y asumiendo que esa cuestión de imagen
valía más que un mínimo patriotismo fiscal).
El Mundo
publica hoy [por ayer], 20º aniversario de la muerte de Juan de Borbón,
que el evasor fue el padre del rey. Y coincide en los kioskos con la portada de ABC dedicada
a toda plana a homenajear a su don Juan, “el hombre que renunció a todo
[salvo alguna cosa] por España” en tan redondo aniversario: algo que no
sorprendería a nadie si no fuera porque ni en el 10º aniversario, ni en el 5º aniversario ni incluso en el primer aniversario de la muerte de Juan de Borbón el diario monárquico dedicara ni un centímetro de su portada a recordarlo. Casi se diría que la portada de ABC de hoy fuera una respuesta a El Mundo, para lo que sería imprescindible que alguien de El Mundo hubiera avisado de lo que iban a publicar hoy a Zarzuela y desde ésta se pidiera a ABC
un panegírico por aquello de la “cuestión de imagen”. Esto último no es
un rumor sino una deducción, aunque bien podría ser que todo fuera una
sorprendente casualidad.
En todo caso la información de El Mundo no puede blanquear las preguntas originales. Que el rey llevara 20 años evadiendo del fisco varios millones de euros sería gravísimo.
Que su padre hubiera acumulado esa fortuna desmiente el relato
fantasioso de sus padecimientos económicos (y políticos). Sólo eso
deslegitimaría a Juan Carlos para seguir en la jefatura del Estado. Ya
en enero El Mundo soltó un bombazo informativo en portada que
pronto entendimos como un mero intento de amortiguar los daños que
pronto vendrían con la información más completa: que Luis Bárcenas había
repartido sobres entre dirigentes del PP venidos de donaciones de
constructores. La noticia era escandalosa pero se enfocaba de tal forma
que permitía al PP salvar los muebles dada la magnitud del escándalo real.
Algo así parece la noticia de hoy de El Mundo, un escándalo que sería insoportable si no fuera porque escondiera uno mucho mayor aún.
Toca al gobierno responder las preguntas registradas por Alberto Garzón: ¿Se ha dedicado el monarca a cobrar comisiones en tanto que intermediario comercial?
¿Dónde habría ingresado el dinero en tal caso? ¿Y Corinna? ¿En función
de qué habría tenido residencia pública e identidad falsa? ¿Qué hay de
esas cuentas en Suiza? ¿Cuánto dinero mantiene la familia real y su
entorno íntimo evadido del fisco español? ¿Quiénes son esos españoles
que tanto tendrían que alegrarse, por ejemplo, de que empresas españolas
construyan un AVE en el desierto saudí?
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