Hábil, genial, encarador, endiablado por sus moñas y polémico por su
personalidad tanto, como jugador como entrenador, "El rucha" -como le
decían en Colón, su barrio de origen en Paysandú- llegó a las divisiones
inferiores de Peñarol como entreala derecho y, aunque no le gustaba
jugar de puntero por ese lado, terminó rápidamente "confinado" en esa
posición.
Jugando pegado a la raya, haciendo garabatos como la aún hoy discutida y
casi indescifrable jugada del alargue en el Mundial de México -cuando
enganchó la pelota desde atrás de un zaguero soviético, ¿la pelota
estaba afuera o no?- que le permitió a Espárrago convertir el gol que
clasificó a Uruguay a semifinales, tanto para la estadística como por su
forma desfachatada y a veces no sólo futbolísticamente irrespetuosa,
fue un ganador: cuatro veces campeón uruguayo con Peñarol, otras tantas
con Nacional y una con Defensor; campeón de la Copa del Rey en España
con Barcelona; dos veces campeón de América y una del mundo con Peñarol;
una de América y el mundo con Nacional; y campeón de la Copa
Interamericana con los tricolores; el "Negro" jugó con "la Celeste" los
mundiales de 1962, 1970 y 1974, y su estilo llegó a dibujar piruetas
sinuosas como la que lo hizo protagonista de esa incidencia insólita en
México ante los rusos y la otra que hizo que en Chile lo separaran
transitoriamente que estaba concentrado en Arica del plantel por negarse
a tomar la sopa.
TÉCNICO. Como entrenador, hubo y hay quienes han apuntado que trabajó en
la cancha como pocos, y también en esa otra fase de su trayectoria
hilvanó gran cantidad de triunfos: campeón uruguayo con Peñarol en 1981,
de Colombia con el Atlético Nacional de Medellín en 1983 y campeón de
Paraguay con Olimpia en 10 ocasiones, Cubilla conquistó con ese equipo
la Copa Libertadores en 1979 y 1990, la Copa Intercontinental en 1979,
la Recopa Sudamericana en 1990 y 2003, la Copa Interamericana en 1979 y
la Supercopa Sudamericana en 1990.
Los logros del 90 le abrieron las puertas como entrenador de la
selección celeste, donde protagonizó una de las situaciones de mayor
enfrentamiento de la historia del fútbol uruguayo: por razones
futbolísticas y también extrafutbolísticas, como su diferencia personal
con Francisco Casal, dejó de convocar a la selección a los cracks
-Francescoli, Sosa, Fonseca, Herrera, Aguilera, Ruben Pereira- que
actuaban en el extranjero, y tras los malos resultados, pese a abdicar
de su postura inicial, terminó renunciando en 1993.
Luis Cubilla nació en Paysandú el 28 de marzo de 1940 y murió ayer en
Paraguay. Más allá de toda discusión: "el Negro", técnico o jugador, no
fue uno más.
LA CARRERA
La carrera deportiva de Luis Cubilla comenzó en Peñarol. Jugó en los
aurinegros de 1957-1962. Ese año pasó al Barcelona de España, equipo al
que defendió hasta 1964. Desde ese año hasta 1968 se puso la camiseta de
River Plate de Argentina. Luego volvió al fútbol uruguayo, pero para
defender a Nacional. Entre 1969 y 1974 fue tricolor y del "bolso" pasó a
Santiago Morning de Chile. Jugó un año y pegó la vuelta. Ahora a
Defensor en 1976.
PEÑAROL 1960/1961
Empieza a convertirse en estrella del fútbol. Llegó a Peñarol desde su
Paysandú natal y en los años 1960 y 1961 se consagró bicampeón de la
Copa Libertadores con los aurinegros. Amanece un crack.
NACIONAL 1971
Se dio el gusto de ser campeón de América y el Mundo otra vez, pero
ahora con la camiseta de Nacional. Fue en 1971, tras una de las
transferencias que metió más ruido por aquellos tiempos.
MUNDIAL 1970
Luis Cubilla en su mejor pasaje como jugador por la selección uruguaya
de fútbol. Fue en 1970 en el Mundial de México. Con una avivada contra
la Unión Soviética le metió el centro de gol a Víctor Espárrago.
DEFENSOR 1976
Pegó otra vez la vuelta al fútbol uruguayo y ahora para jugar en
Defensor. El equipo violeta recibió al talentoso extremo para cambiar la
historia deportiva: campeón uruguayo. Fue el octavo título uruguayo
como jugador.
EL "PROFESOR" DE OLIMPIA
La vida le tenía preparada otra sorpresa más a Luis Cubilla. Ahora
levantó nuevamente la Copa Libertadores de América pero como entrenador.
Lo hizo con Olimpia de Paraguay, iniciando una revolución guaraní.
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