La noticia fue acogida con alta receptividad tanto en
Estados Unidos como en Gran Bretaña, el resto de Europa y Asia, desde
donde ya están llegando consultas sobre la posibilidad de adquirir
pasajes para el primer viaje del futuro transatlántico.
Lo mejor del negocio –para un barco que aún no se ha comenzado a
construir- es que aparece gente de todo el mundo, según afirman sus
impulsores, interesada en pagar fortunas por tener el placer de sentirse
como quienes partieron de Europa (aunque seguramente no como quienes
llegaron y no a destino).
“Probablemente tengamos ya media docena de personas que ofrecen U$S1 millón para estar en el viaje inaugural programado para 2016”, afirmó James Mc Donald, director de mercadeo global de Blue Star Line Pty. Ltd.
El impulso inaudito que registró la iniciativa aceleró los planes
para el navío, que será construido en astilleros de Jiangsu, una
provincia China que intenta posicionarse en el mercado mundial de
construcción de buques, una industria en que la potencia asiática aún
carece del desarrollo que busca.

Los diseñadores trabajarán junto a un equipo de investigación
histórica que permita asegurar la réplica más exacta posible. El único
gran cambio previsto es que el Titanic II funcionará con gasoil (el
original funcionaba con carbón) pero incluso se mantendrán las réplicas
de las cuatro chimeneas que tenía el original.
Los chinos están seguros que el trabajo final los posicionará en un
nuevo mercado donde podrán competir satisfactoriamente. “China ha sido
uno de los principales actores en construir barcos graneleros y
portacontenedores; pero en términos de embarcaciones de lujo, apenas
tiene participación en el mundo. Titanic II, será el comienzo de un enorme desafío chino a los astilleros europeos de barcos de lujo”, estimaron observadores en Beijing.
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