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martes, 2 de octubre de 2012

La Gran Barrera de Australia ha perdido la mitad de su coral en los últimos 27 años

Las cada vez más intensas tormentas tropicales, el aumento de las temperaturas en el océano y sobre todo, la voraz acción de una especie invasiva de estrella de mar, depredadora de coral, se han aliado para destruir a un ritmo alarmante una de las joyas mundiales de la naturaleza.
En sólo 27 años, la Gran Barrera de Australia, el mayor arrecife coralino del mundo, ha perdido la mitad de su población. Lo demuestran esta semana un equipo de científicos en un artículo en el que recogen las conclusiones del mayor estudio llevado a cabo para monitorizar el estado de las barreras de coral de todo el planeta. La investigación se ha publicado en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS).
Si esta tendencia continúa, advierten los investigadores del Instituto Australiano de Ciencias Marinas (AIMS) que firman este estudio, las ya mermadas poblaciones de coral podrían volver a reducirse a la mitad hacia el año 2022.
No obstante, las pérdidas de coral no son homogéneas y hay zonas mucho más dañadas que otras. Así, en la zona norte la población se ha mantenido relativamente estable mientras que es en el sur donde el declive ha sido drástico. Sobre todo, durante la última década debido a las frecuentes y fuertes tormentas que han devastado este área.

Blanqueamiento de coral y ciclones

Según calculan los investigadores, las pérdidas atribuidas a la acción de las tormentas tropicales ascienden a un 48%. La estrella de mar 'Acanthaster planci', conocida como corona de espinas o acantáster púrpura, es la responsable del declive del 42% de su población. Esta especie invasora se alimenta de coral y las plagas que se originan periódicamente causan auténticos estragos en su población.
Por otro lado, el blanqueo de coral ha provocado la desaparición del 10% de los corales. El fenómeno conocido como blanqueo o decoloración, que los científicos relacionan con el calentamiento global, se produce cuando el coral pierde un protozoo unicelular (zooxantelas) que le da su color característico.
Este proceso se debe al estrés que sufren estas poblaciones debido al progresivo aumento de la temperatura del mar. Los corales viven en simbiosis con estas microalgas llamadas zooxantelas, que les aportan nutrientes en forma de oxígeno y moléculas orgánicas. El aumento de la temperatura del agua rompe esta simbiosis, pues el coral va expulsando las zooxantelas. Según calculan los científicos, alrededor del 90% de la energía de los corales es proporcionada por estas microalgas.
Por lo que respecta a la capacidad de destrucción de las tormentas, los científicos han observado que las poblaciones de corales destruidas por la acción de ciclones se recuperan, aunque tardan entre 10 y 20 años en lograrlo. Además, los intervalos entre estos episodios son, normalmente, demasiado cortos como para permitir a estas colonias recuperarse. Un factor que está causando pérdidas graves a largo plazo.

Una estrella de mar invasora

La Gran Barrera de Coral, vista desde el espacio. | NASA
La Gran Barrera de Coral, vista desde el espacio. | NASA
"No podemos evitar las tormentas y el calentamiento de los océanos (que es la principal causa del blanqueamiento del coral) es uno de los impactos críticos del cambio climático global. Sin embargo, sí podemos actuar para reducir el impacto de la estrella de mar corona de espinas", asegura John Gunn, director del Instituto Australiano de Ciencias Marinas, en Townsville, en una nota de prensa. Si lo logran, vaticina, los arrecifes tendrán más oportunidades de adaptarse al aumento de la temperatura del mar y a la acidificación del océano, un fenómeno que disminuye la capacidad de algunos organismos marinos para formar sus esqueletos y caparazones.
Los investigadores han calculado también que, sin la presencia de esta estrella de mar invasora, la población de coral aumentaría un 0,89% cada año. Es decir, incluso sufriendo pérdidas debido a los ciclones y al fenómeno del blanqueamiento, se produciría una lenta recuperación.
Por ello, los esfuerzos de los oceanógrafos de este instituto australiano se están centrando en entender el ciclo de esta especie invasora con el objetivo de predecir y reducir las plagas que se producen de forma periódica. Los científicos ya saben que la calidad del agua es un factor importante en la propagación de esta estrella de mar depredadora de coral y están investigando nuevas acciones para frenar estas explosiones de su población.
El programa de vigilancia de corales que ha dado origen a este estudio comenzó en 1985 con el objetivo de monitorizar más de 100 arrecifes en todo el mundo. A partir de 1993 se incorporaron a este estudio otros 47 arrecifes. En total, los investigadores que participan en este trabajo, que ha contado con una financiación de unos 50 millones de dólares (38 millones de euros), pasaron más de 2.700 días en el mar.

El refugio de otras especies marinas

La Gran Barrera de Coral está formada por multitud de colonias de corales, que se extienden a lo largo de más de 2.500 kilómetros de longitud y que son visibles incluso desde el espacio. En 1981 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Además de albergar el mayor arrecife de coral del mundo, en esta zona tienen su hogar miles de especies de peces y moluscos, así como decenas de especies de tiburones o tortugas.
Por lo que respecta a los corales, se calcula que hay más de 400 especies en sus aguas. Aunque todas las especies marinas son vulnerables al cambio climático, los corales son particularmente sensibles.
Según datos del Instituto Australiano de Ciencias Marinas, el cambio climático es, a largo plazo, una de las mayores amenazas para los arrecifes coralinos. En combinación con otros factores naturales y causados por el hombre, el calentamiento del agua supone una serie amenaza para los ecosistemas de coral de todo el mundo. Un aumento de la temperatura del agua de sólo 2-3ºC durante una semana o dos del verano, o bien un incremento de 1-2°C durante un mes o dos, son suficientes para matar al coral. Los ecosistemas marinos de Australia, como los de la Gran Barrera, han experimentado durante un siglo un aumento en la temperatura del agua de casi medio grado y las predicciones de los científicos apuntan a que seguirán incrementándose.
La desaparición de los arrecifes tiene consecuencias directas en otras especies, pues constituyen el hogar de multitud de organismos, que encuentran en ellos alimentos y refugios que los protegen de los depredadores del océano.

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