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viernes, 24 de agosto de 2012

Breivik, condenado a 21 años de prisión por la muerte de 77 personas


Un año después del doble atentado en Noruega que acabó con la vida de 77 personas, el ultraderechista Anders Behring Breivik, fue condenado a 21 años de prisión prorrogables por cometer "actos terroristas". El tribunal lo consideró penalmente responsable.

La juez Wenche Elizabeth Arntzen ha iniciado la lectura de la sentencia contra el ultraderechista con la conclusión. Como pedía la defensa, se considera que Breivik no sufre esquizofrenia paranoide y es plenamente imputable, por lo que permanecerá encerrado en una cárcel en lugar de ser enviado a un psiquiátrico. Se espera que la lectura de los detalles dure entre cinco y seis horas.

La condena, adoptada por unanimidad, puede revisarse durante todo su transcurso, pero su final no garantiza la libertad. Si el recluso sigue siendo considerado peligroso, su reclusión puede prorrogarse indefinidamente por periodos de cinco años, lo cual equivaldría de hecho a una cadena perpetua. Dadas las dimensiones de los atentados, y teniendo en cuenta las declaraciones del acusado durante el juicio sobre que su objetivo el 22 de julio era matar a todas las personas presentes en Utoya, al mismo tiempo que afirmaba que volvería a hacerlo; y de que no se arrepiente de nada, que algún día quede libre parece una quimera.

Cierto alivio entre los supervivientes

En principio, Breivik, que llegó a la sala esposado, con traje negro, camisa blanca y corbata oscura, no apelará la decisión de los jueces, ya que su intención era que se le considerase imputable. Nada más conocerse el veredicto, sonrió y bebió un sorbo de agua. Entre supervivientes y familiares de víctimas pudo detectarse un cierto alivio. Están convencidos de que Breivik permanecerá encerrado el resto de su vida, pero deseaban evitar la apelación y que cada tres años volviese a discutirse si está cuerdo o no, como habría ocurrido en caso de que el tribunal hubiese aceptado la tesis de que padece una enfermedad mental.

"Es un peligro y debe mantenérsele alejado de la sociedad", ha declarado ante las cámaras de los medios noruegos Jon-Inge Sogn, que perdió en Utoya a su hija Isabel, de 17 años. "Que se le declarase responsable de sus actos o no daba igual. Pero quería esta sentencia para no tener que aguantar la apelación y para que nadie intente cada 36 meses sacarlo de su celda".

En la misma línea se ha manifestado el danés Patrick Piscot, de 18 años, que logró huir de la matanza en un bote de remos: "Es mejor que lo envíen a la cárcel, así nos libramos de tener que hablar de él cada vez que deban averiguar si está loco. Aunque para mí Breivik ya no significa nada: es aire". Para Per Anders Langerod, superviviente de 27 años, los detalles resultan una cuestión menor: "Sólo deseo no encontrármelo un día por la calle".

Breivik tendrá ocasión de hacer una declaración sobre la sentencia cuando los jueces concluyan la lectura de las premisas de su decisión, proceso que se espera dure entre cinco y seis horas. El asesino de Utoya tenía preparados dos discursos. Uno en caso de que se le considerase responsable de sus actos, como así ha sido, y otro en caso contrario.

El ultranacionalista seguirá ahora encarcelado en la prisión de Ila, en las afueras de Oslo. Allí vive en total aislamiento y tiene acceso a tres celdas contiguas de ocho metros cuadrados cada una. Una está habilitada como gimnasio; otra, como despacho; y la tercera, como dormitorio. El director de la cárcel confía en que a medio plazo pueda tener contacto con otros reclusos, pero de momento le van a construir una nueva unidad de alta seguridad exclusivamente para él.

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