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jueves, 21 de junio de 2012

El nuevo objetivo de los delincuentes en Argentina: robar y ejecutar a policías

Lo primero que se le ocurrió Martín Kostiuk, al ser sorprendido por unos delincuentes, fue mostrarles su placa de policía. Fue la última y peor decisión de su vida. En vez de ser disuadidos, los maleantes que pretendían robarle el auto le descerrajaron 15 balazos.

"Lo remataron sin piedad cuando ya se desangraba en el suelo", contó Lourdes, su esposa, quien presenció la ejecución desde la puerta de su casa.

El drama se repite, en promedio, una vez cada nueve días y en lo que va del año, doce policías han sido asesinados en circunstancias parecidas a las del homicidio de Kostiuk. Al ritmo en que suceden estos hechos, el 2012 sería el año en que la fuerzas de seguridad hayan sufrido en mayor número de bajas desde el 2003, cuando fueron 62 los agentes abatidos.

Dado que en el 90% de los casos las víctimas iban vestidas de civil, para las autoridades el asesinato de los policías no constituye una categoría aparte.

Desde septiembre del 2010 a la fecha, los robos a mano armada con consecuencias fatales han aumentado en un 15% y los policías abatidos caben dentro de esas estadísticas.

Pero a juicio de los entendidos existe un patrón de conducta que se repite cuando el delincuente comprueba que la persona a la que va a robar es un 'cana' (policía).

"Es cierto que los maleantes disparan a matar en muchos de los robos y que la mayoría de las veces lo hacen en presencia de los familiares de la víctima. Pero si llegan a saber que se trata de un policía, ahí no más vacían el cargador (del arma). En el mundo del hampa da prestigio cargarse a un cana. El que lo hace es considerado un héroe en las cárceles", dijo a ELMUNDO.es, Mario Peleritti, ex comisario de la Policía Federal.

En dos de los casos más recientes, los asesinos confesaron que antes de perpetrar el delito, habían estudiado los movimientos de las personas a las que iban a asaltar. Al comprobar que se trataba de suboficiales de la Policía Bonaerense, los remataron igual que a Kostiuk.

"Les pagan una miseria y no se los entrena adecuadamente. Si disuelven una manifestación se los califica de represores; si no la disuelven es porque están de adorno. Cuando no logran evitar un delito se los llama ineptos y si llegan a disparar son procesados y hasta alejados de la institución. A los ojos del ciudadano medio, el policía es un paria y el malhechor no es ajeno a esa percepción", afirma Peliritti.

De puertas adentro, la ministra de Seguridad, Nildá Garré reconoce la gravedad del fenómeno. Pero las medidas que propone para combatirlo no son del todo entendibles. Por iniciativa de Garré se estudia la posibilidad de que al término del horario de servicio, los agentes dejen las armas de servicio y las credenciales en las comisarias.

"El reglamento establece que, estando o no de servicio, el policía debe actuar no sólo en defensa propia sino que intervenir cuando se comete un delito en terceros. En vez de camuflar al policía para que no lo parezca habría que aplicar lo que dicta el Código Penal: un mínimo de 30 años de prisión para quien asesina a un agente de la ley", concluye Mario Peleritti.

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