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jueves, 21 de junio de 2012

Condenado a 40 años el sicario que mató a dos curas porque ellos se lo pidieron

Uno de los crímenes más escabrosos que se haya conocido en Colombia cierra uno de sus capítulos. Cuarenta años de condena ha recibido el sicario que contrataron dos sacerdotes para acabar con sus propias vidas.

Girado Alberto Peñate, alias 'Gavilán', admitió que fue la persona que disparó contra los padres Richard Armando Piffano, 35 años, y Rafael Reátiga Rojas, de 36, la noche del 26 de enero del 2011. Su cómplice y la persona que aceptó organizar el extraño crimen, Isadro Castiblanco Forero, alias 'Gallero', aún aguarda sentencia. También él admitió su responsabilidad en los hechos.

Los religiosos decidieron pagar para que les asesinaran cuando fueron conscientes de que carecían del valor para suicidarse. Lo habían intentado al menos en una ocasión, según le dijeron a sus asesinos el día que se reunieron para contratarles. Fue en un viaje por carretera de despedida y lo pensaban hacer lanzándose al abismo con su coche, pero en el último momento se echaron para atrás.

La razón para que dos sacerdotes muy apreciados en sus respectivas parroquias del sur de Bogotá acordaran morir a manos de un sicario fue la enfermedad de transmisión sexual terminal que padecía Rafael Reátiga. Si bien en un principio la Fiscalía pensó que se trataba de un atraco, las investigaciones fueron tomando un rumbo insospechado.

Los teléfonos móviles de los fallecidos condujeron al 'Gavilán'. En lugar de deshacerse de ellos, los conservó y eso fue determinante en su captura. Se pudo establecer que el día antes del doble crimen, el padre Rafael fue a comprar unas plantas al vivero que regentaba 'Gallero'. Cuando se agachó para entregarle una maceta, el religioso le vio una pistola en la cinturilla del pantalón. Eso dio pie a preguntarle si conocía alguien que le pudiera servir de escolta.

El plan

'Gallero' se comprometió a ayudarle y esa misma tarde el cura le telefoneó. Quedaron para la mañana siguiente, en un café de un centro comercial. Allí se encontraron los cuatro por primera vez y el matón y su cómplice conocieron las verdaderas intenciones de los religiosos. Fijaron en 15 millones de pesos (unos siete mil euros) el valor del trabajo y las siete de la noche de ese mismo día, la hora del asesinato.

Los padres fueron en su coche hasta un punto de la Avenida Cali de Bogotá, recogieron a los dos hombres y condujeron hasta una barriada apartada donde había un camino y un puente solitario. Una moto con dos ocupantes les siguió.

'Gavilán' tenía en la mano un revólver calibre 38 y cuando estaban junto al puente, ordenó detener el vehículo. Rafael, al volante, le obedeció. El sicario descargó dos tiros en la nuca del conductor mientras el pasajero de la moto ya estaba junto a la ventana del padre Richard Armando y le disparó tres veces. Los sacerdotes, inseparables desde que se conocieron en el seminario, diez años atrás, cumplían así su pacto.

La Fiscalía supo que los religiosos estaban determinados a morir porque el 5 de enero retiraron de sus cuentas los escasos ahorros que tenían para entregárselo a familiares. Y el día del asesinato ambos pidieron a sus secretarias que buscaran sustituto para la misa de la tarde.

Aunque todo apunta a que mantenían una relación sentimental, no hay constancia que lo pruebe. Lo que sí se conoció es que Rafael Retátiga era asiduo en clubes de gays bogotanos de baja estofa y que en el pasado había sido señalado de acosar sexualmente a un feligrés.

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