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miércoles, 30 de mayo de 2012

Rusia y China no quieren ni oír hablar de intervención en Siria

Rusia ha rechazado "categóricamente toda intervención militar extranjera" en Siria y ha considerado prematuro que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas considere nuevas medidas de presión contra el régimen de Damasco, según el viceministro de Exteriores ruso, Guenadi Gatilov, citado por la agencia Interfax. China sostiene casi idéntica postura. Un portavoz de su diplomacia ha asegurado que su país se opone frontalmente a una intervención militar en Siria. Sobre las expulsiones de diplomáticos sirios de varias capitales occidentales, el portavoz Liu Weimin precisó: "Eso no ha tenido ningún impacto en la Embajada de Siria en Pekín".

El Gobierno ruso condenó la matanza de civiles perpetrada en Hula el fin de semana, pero, a diferencia de los países occidentales, que acusan a las tropas y matones del régimen sirio, Moscú no señaló culpables. Posición similar a la adoptada por China. El Gobierno ruso cree que una intervención externa "solo agravaría la situación con consecuencias impredecibles para toda la región". En Pekín se escuchan argumentos semejantes. "China se opone a una intervención militar y no apoya un cambio de régimen forzado... Lo fundamental es que todas las partes respalden los esfuerzos de mediación de Kofi Annan". Tampoco apuestan, de momento, por otras medidas de presión.

"Creemos que la consideración por parte del Consejo de Seguridad de cualquier nueva medida que pueda tener influencia en la situación sería ahora prematura", ha dicho Gatilov, cuyo Gobierno ha vetado dos resoluciones de condena contra el régimen de Bachar el Asad.

La respuesta de Rusia y China no es ninguna sorpresa. Moscú, mucho más que Pekín, tiene intereses importantes que preservar y la caída del régimen en Damasco supondría un varapalo a su influencia en Oriente Próximo. Siria —concretamente en el puerto de Tartus— es el único país que no perteneció a la Unión Soviética en el que mantiene una base militar, al margen de que el Ejército sirio se nutre principalmente de armamento ruso.

Otro factor contribuye, desde comienzos del alzamiento contra el Gobierno de Bachar el Asad en marzo de 2011, a que Rusia se oponga a las iniciativas de los países occidentales. Y ese factor fue la gestión de la crisis en Libia. Hace más de un año Moscú dio su aprobación a una resolución del Consejo de Seguridad que los países occidentales utilizaron para lanzar el ataque militar contra el régimen de Muamar el Gadafi. El Kremlin siempre consideró que Estados Unidos, Reino Unido, Francia y algunos Estados árabes que encabezaron las iniciativas contra Gadafi interpretaron las resoluciones 1970 y 1973 del Consejo de Seguridad de forma excesivamente laxa para justificar la campaña militar en Libia.

La presión diplomática sobre Damasco se amplía a otros frentes. El Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha convocado una sesión especial para el próximo viernes para investigar la masacre cometida en Hula. Estados Unidos, Catar, Turquía y la Unión Europea han impulsado esta reunión, la cuarta de este tipo en la que Siria comparece en el banquillo desde que el 15 de marzo de 2011 la revuelta comenzó en la ciudad de Deraa.

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