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lunes, 12 de marzo de 2012

Narcotráfico vs. discursos en Centroamérica

La Habana (PL) Mientras la violencia generada por el creciente narcotráfico contribuye a que Centroamérica sea hoy la región más peligrosa del mundo, expusieron sus posiciones los presidentes del área y un alto representante de Estados Unidos, país mayor consumidor de estupefacientes del planeta.

La propuesta de Guatemala para despenalizar los narcóticos y la recomendación de Washington de emplear hasta la fuerza militar para cerrarles el paso, matizaron el debate de una reunión del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), celebrada esta semana en Tegucigalpa.

Joseph Biden, el vicepresidente estadounidense, dijo el martes último que su gobierno está absolutamente comprometido para trabajar en la lucha contra el narcotráfico y ganar esa batalla.

"Hemos tenido una colaboración de larga data, la cual reafirmamos el día de hoy", aseguró Biden al término de la cumbre efectuada en la Casa Presidencial hondureña, mientras muy cerca de allí el opositor Frente de Resistencia Popular (FRP) protestaba por la visita del funcionario.

La llegada de Biden "es más de lo mismo, ordenar y continuar la estrategia de dominación imperial avasallando a nuestro pueblo", denunciaron en un comunicado los manifestantes del FRP congregados en el bulevar Juan Pablo II, próximo al circuito de seguridad establecido frente a la mansión ejecutiva.

Tales declaraciones afloraron horas después de la opinión expresada por el jefe del Comando Sur de Estados Unidos, general Douglas Fraser, quien aseguró desde Washington que las fuerzas armadas seguirán jugando un papel clave contra el crimen organizado en Centroamérica.

A la cita asistieron los mandatarios Laura Chinchilla (Costa Rica), Daniel Ortega (Nicaragua), Mauricio Funes (El Salvador), Otto Pérez Molina (Guatemala), el anfitrión Porfirio Lobo, el primer ministro de Belice, Dean Barrow, y el canciller dominicano, Carlos Morales.

Los dignatarios centroamericanos acordaron continuar el debate sobre la propuesta de Pérez para despenalizar los estupefacientes durante un encuentro en la capital guatemalteca a celebrarse el venidero 24 de junio.

Al no centrarse la reunión en su iniciativa, Pérez insistió en el propósito de llegar a consensos con otros miembros del SICA para una eventual despenalización del tráfico y consumo de sustancias alucinógenas, hasta ahora ilegales.

Sin embargo, algunos asistentes ya adelantaron sus posiciones.

A juicio del mandatario Ortega, para erradicar el narcotráfico y el crimen organizado es necesario combatir la pobreza.

La mejoría de las condiciones socio-económicas conllevará reducir el involucramiento de la población en redes ilícitas, afirmó Ortega.

El también lÃ�der sandinista reclamó el apoyo mundial para desarrollar programas sociales que permitan hacer un frente común contra la producción, tránsito y comercialización de la droga.

Pese a los compromisos establecidos, no encontramos "una preocupación que se manifieste en acción y hechos" para "contribuir a que Centroamérica, víctima del consumo y producción de la droga, pueda enfrentar este flagelo y salir adelante como es nuestra voluntad", fustigó el estadista.

Al respecto instó a Estados Unidos, la Unión Europea y a la comunidad internacional a cumplir lo acordado en la cita del SICA de junio de 2011 en Guatemala, donde se comprometieron a aportar mil 930 millones de dólares para luchar contra el narcotráfico y el crimen organizado. De ese monto comprometido, evocó, apenas están disponibles 80 millones para toda Centroamérica.

"Es necesario que tomemos no solamente esa medida, sino otras que acompañen el esfuerzo entre todos los presidentes de Centroamérica, porque seremos recordados por las decisiones y posiciones que asumamos...", señaló. Tampoco el mandatario salvadoreño, Mauricio Funes, respaldó la idea de despenalizar la drogadicción y su tráfico ilícito, pero se manifestó a favor de discutir la propuesta guatemalteca o cualquier otra que decidan los demás Estados centroamericanos.

En su criterio, a la larga, la despenalización de los estupefacientes llevaría a convertir a Centroamérica en un paraíso para el consumo de drogas, entretanto consideró que hay medidas más eficaces para actuar frente al narcotráfico, como la coordinación de operaciones policiales, de las fuerzas armadas y organismos de inteligencia.

Según Funes, los países en forma aislada difícilmente podrán batallar contra la narcoactividad y el crimen organizado en general.

Al respecto estimó que mientras "sumemos voluntades y coordinemos estrategias y nuestras policías, Fuerzas Armadas y organismos de inteligencia trabajen de la mano, estamos seguros que podemos derrotar al crimen organizado".

De su lado el dignatario hondureño, Porfirio Lobo, manifestó estar abierto a la discusión sobre los temas y procedimientos que impliquen la mejoría de los índices de seguridad, con la disminución sustancial de la criminalidad.

La problemática de la inseguridad en el istmo no se combate únicamente con el crecimiento económico, sino estableciendo equidad y mejorando el ingreso de la población, reconoció Lobo en su discurso durante la cumbre, en un acercamiento al criterio de Ortega.

Durante el encuentro se adoptó una declaración conjunta que exige el cumplimiento de la Estrategia de Seguridad aprobada por la comunidad internacional para el área.

Además de las temibles bandas del narcotráfico, que emplean armas con calibres superiores a las de las fuerzas policiales y otros grupos del crimen organizado, unas 900 maras (pandillas) operan en la región centroamericana con más de 70 mil miembros.

Según el informe anual de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) de la ONU, las tasas de homicidios llegan a 82 por cada 100 mil habitantes en Honduras, 65 en El Salvador y 40 en Guatemala, refiere el citado documento difundido el 28 de febrero último.

De acuerdo con el texto, la violencia de todos esos grupos ha alcanzado niveles alarmantes, que no tienen precedentes, sobre todo en los tres países antes mencionados.

Como causas del incremento de los números de delincuencia en la referida zona, la JIFE citó al narcotráfico, la violencia juvenil o pandillas callejeras y a la amplia disponibilidad de armas de fuego.

El problema de la droga se agrava, acota el resumen del 2011, por la debilidad de las instituciones estatales como las policías carcomidas por la corrupción, a su vez alentada por el poder y la disponibilidad de fondos del narcotráfico.

Para la JIFE, América del Norte constituye el principal mercado de estupefacientes del orbe, con altos niveles de producción, fabricación, tráfico y consumo en los tres países integrantes de esa región: Estados Unidos, Canadá y México.

Alrededor del 90 por ciento de la cocaína consumida en Estados Unidos llega a través de México y Centroamérica, acotó ese órgano de fiscalización internacional.

* Periodista de la Redacción Centroamérica y Caribe de Prensa Latina.

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