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domingo, 18 de marzo de 2012

Judíos de EE.UU. reticentes de afrontar caso Gross

Alan Gross
La Habana (PL) La comunidad judía estadounidense se siente incómoda y reticente al enfrentar el caso del subcontratista Alan Gross, aprehendido en Cuba por implementar operaciones ilegales y actos contra la independencia de la Isla.

Algunos ejecutivos de organizaciones y sociedades hebreas en el norteño país consideran que este incidente nunca fue en realidad un problema judío, y es el gobierno del presidente Barack Obama el que debe solucionarlo.

Alegan que Gross estaba en Cuba trabajando para el gobierno federal norteamericano, y por ende ahora liberarlo es responsabilidad de Washington y el gabinete Obama, comenta un reciente artículo de la revista The Jewish Daily Forward.

La reserva general entre los judíos a convertir el expediente en una causa célebre, proviene del hecho de que su misión no era nada altruista, como han querido demostrar algunos medios de prensa.

Él viajó a Cuba con un contrato de medio millón de dólares y en una operación patrocinada por la Agencia de Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), institución del gobierno estadounidense fundada en 1961.

De acuerdo con Washington, la meta de este controvertido organismo es proveer asistencia económica, humanitaria y de desarrollo alrededor del mundo en apoyo a los objetivos de la política exterior de la Casa Blanca.

No obstante, múltiples autoridades, expertos y analistas internacionales siempre han vinculado las labores de la USAID con solapados proyectos de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) e incluso del Pentágono.

Pese a reclamos del gobierno de Estados Unidos de que Gross no hacía nada ilícito en la nación caribeña, revelaciones de prensa en febrero alimentaron aún más las sospechas de que sus metas no eran simplemente humanitarias.

A ese hecho se suman recientes evidencias de que el acusado comprometió además a miembros de al menos dos grupos judíos-americanos que también realizaron viajes a Cuba. Así empeora el escenario general en este suceso.

Para la comunidad judía el caso de Gross se debilita todavía más por el hecho de que los hebreos en Cuba ya tenían acceso a Internet e Intranet desde mucho antes de que comenzaran los vuelos del inculpado a La Habana en el 2009.

Desde el 2007 la empresa World ORT estableció una red operacional informática que conectó a media docena de asentamientos judíos en la isla antillana, recordó el periódico Jewish Daily.

En rigor el trabajo de Gross comulga con los términos de la llamada Acta Helms-Burton de 1996, que forma parte de la política de hostilidad y el bloqueo mantenido durante medio siglo por Estados Unidos contra Cuba.

Esa es la causa principal por la que el ahora detenido mintió a oficiales de inmigración en La Habana cuando dijo que iba a conducir labores humanitarias a favor de la comunidad judía en el país del Caribe, acota la publicación.

Cientos de medios de comunicación en Estados Unidos difundieron el mes pasado reportes de la agencia Associated Press (AP), la cual pone en evidencia que Gross no es un "tonto inocente engañado", como se autocalificó durante su enjuiciamiento.

Pese a todas las maniobras utilizadas para burlar a las autoridades cubanas, y las evidencias en su contra, en la vista oral de su juicio no reconoció su actuación consciente y premeditada.

"Me arrepiento profundamente por ser un tonto inocente, fui engañado, me usaron", alegó el residente en Washington.

Con posterioridad trascendió que Gross actuó en todo momento consciente de las ilegalidades en que incurría, dotado de tecnología que, según expertos, suele ser utilizada por la CIA para evitar la detección electrónica de señales telefónicas.

Alan Phillip Gross fue sentenciado a 15 años de cárcel al quedar demostrado que introdujo en Cuba medios para crear redes internas como parte de un programa dirigido a promover acciones desestabilizadoras y subvertir el orden constitucional.

En agosto de 2011, el reo y su abogada impugnaron la sentencia del tribunal provincial que lo condenó, pero el Tribunal Supremo Popular desestimó la apelación.

Reportes de los cinco viajes del agente a Cuba indican que él sabía que sus actividades eran ilegales, y temía las consecuencias, incluyendo la posible expulsión del país.

En una ocasión Gross confesó a un conocido que estaba desempeñando un "asunto muy riesgoso (â��.) la detección de señales de satélite sería algo catastrófico", dijo.

Gran parte de la prensa estadounidense ha presentado a Gross como un anciano inofensivo de 62 años, injustamente condenado en La Habana, que solo pretendía dotar a la comunidad judía de medios para conectarse a la web.

No obstante, el gobierno cubano ha trasladado a la actual administración norteamericana la disposición a encontrar una solución humanitaria al caso sobre bases recíprocas.

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