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domingo, 25 de marzo de 2012

Goleada 5-1 a la Real El calmante aroma de Benzema


Silencio... se juega sin trivote y con Benzema & Higuaín. El berrinche colectivo de El Madrigal dio paso a un repaso de delantera brutal con Benzema haciendo de Özil y hasta de Zidane, ya de palquero. Sin el alemán, el multipropiedades francés, cada día más virtuoso en toque, pausa y movimiento con aroma del que gastaba 'Zizou', repartió y alumbró juego desde su costado. Empezó eléctrico asociado a un Higuaín cortante y se terminaría enganchando la voracidad insaciable de Cristiano, que encontró a su amigo gol a la tercera y se fue con doblete -como el hombre de la noche- faltando un cuarto de hora. El Madrid abrevó tres puntos de relax frente al acoso azulgrana sin apenas resistencia. La Real defendió por amontonamiento inútil. Nunca viene mal alejarse del ruido y centrarse en lo importante, el juego. Su materia prima es excelente, sobran las coartadas y lo que da puntos son buen fútbol y goles. [Narración y estadísticas: 5-1]

El parte de castigados de Villarreal (Özil, Pepe y Lass, éste por acumulación) dejó espacio para Varane, de acompañante de un Ramos que volvió a ser Ramos, y a Kaká, quizá lo menos enchufado del cuarteto de asalto. Sin trivote conservador, el más industrioso fue Benzema, que de 'oveja negra' en su llegada en la 2009-10 ha mutado en una industria de fútbol con la generosidad, la clase y la visión impresa en su cabeza y en sus botines. El tímido francés lleva incorporado de serie el modo silencioso y solidario en sus acciones. Su crecimiento y su valor se multiplica porque es de esos elegidos que juegan mucho y hacen jugar mejor a los demás. Su talento sirve como filtro de balones que salen con más peligro hacia otros. Y encima, cada vez tiene más gol.

Montanier, también con bajas, plantó defensa de cinco que la conexión Benzema & Higuaín descerrajó a la primera. Amontonamiento, KO. Debiera tener Mou más presente esta sociedad como titulares con o sin Özil. El francés lució su categoría en el pase interior y el argentino, rodeado de tres defensas, sacó su fulgurante, potente y preciso remate de primer toque. Todo lujo en un Madrid que jugó muy junto, directo y con la hoja de ruta clara. Trabajo fácil y limpio para espantar nervios y aspavientos. El ataque se articuló a partir de la pareja feliz y de ahí se extendió al resto, sin fantasmas de arbitrajes ni tiros libres encajados. Presión arriba, velocidad de balón, movilidad y precisión. No hay quien aguante a los blancos cuando afloran sus virtudes.

La Real quedó condenada a contadísimos contragolpes con Aguirretxe y el incansable Griezmann casi aislados del resto. Su primer acercamiento fue un disparo cuyo rebote le llegó al punta Aguirretxe, al que Casillas le encimó escorado y pudo desviar a córner. Pero la disputa, mientras la hubo, fue un asedio y monólogo blanco. Cristiano, en una estampida interior apoyándose en un precioso toque de Higuaín, empezó martirizado por los reflejos de Bravo. Y otra más con una banana soberbia de Ramos desde la derecha que el portugués no conectó en vuelo con vía libre, rarísimo en un macho alfa de su poderío aéreo. A la tercera, lanzado en velocidad por un gran pase de Kaká, resolvió delante de Bravo: levantó la cabeza y la embocó perfecta pegada al palo. Cadamuro y Xabi Prieto no podían con las estampidas de velocidad y malabarismo de Marcelo y la potencia rompedora de CR7, cuando el atleta-gol se perfilaba por ahí. Y, al otro costado, los trabajos finos de Benzema, origen de muchas cosas buenas.

Una vaselina pata negra

El partido se sentenció con un golazo salido del periscopio de Alonso para el desmarque de ruptura del francés. Una virguería. El delantero amortiguó el bombeado balón con el pecho en carrera, lo protegió con su cuerpo de la porfía del defensa y ejecutó como virtuoso la vaselina en la cara del portero Bravo. El escuadrazo de Xabi Prieto (3-1), con la colaboración involuntaria de Ramos, fue acaso la única noticia salvable para una Real invisible que perdió a Mikel González por lesión (entró Zurutuza) al borde del descanso.

Y si hasta Khedira se destapa en el arte del pase de gol... apaga y vámonos para el visitante. Sucedió a la vuelta de vestuarios. Porque el segundo gol de este Benzema en estado de gracia se lo debe al stopper preferido de Mourinho al lado de la bisagra Alonso. Un rebote que el alemán soltó maravilloso a la primera, y que lo dejo solo para al fusilamiento. Conexión relámpago y a divertirse.

El desplume del quinto llegó con una triangulación en la que Varane lanzó a Higuaín por la derecha en un pase de la muerte que Cristiano tachó en la puerta del gol. El grupo de 'Tio Mou', que dicen vio el partido desde un palco, bajó la intensidad con media hora larga por delante y se dedicó a la picaduras de la contra. Una ristra de contrataques locales sin concretar y 'rondallas' de la Real con Grizmann porfiando hasta el final. Tranquilidad en unos días convulsos. Dio tiempo para la entrada del casi inédito Sahin y de Coentrao, el del pitillo ocasional. Y hasta para dar descanso a uno alérgico al banquillo, Cristiano (por Jesé), que iguala a Messi con 35 tantos. Ambos superdotados suman por separado más goles que 11 equipos de Primera. Ya no digamos si los juntamos.

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